El contacto con la naturaleza en las ciudades reduce la soledad, revela un estudio El contacto con la naturaleza en las ciudades reduce la soledad, revela un estudio
Una mujer y un niño rodeados de flores de cerezo. El estudio es el primero que evalúa cómo los aspectos del entorno pueden influir en la soledad. Foto: Andrew Chin/Getty

El contacto con la naturaleza en las ciudades reduce de forma significativa el sentimiento de soledad, según un equipo de científicos.

La soledad es un importante problema de salud pública, señala su investigación, y puede aumentar el riesgo de muerte de una persona en un 45%, más que la contaminación del aire, la obesidad o el abuso del alcohol.

El estudio es el primero que evalúa cómo el entorno puede influir en la soledad. Para ello se utilizaron datos en tiempo real, recopilados a través de una aplicación para teléfonos inteligentes, en lugar de basarse en la memoria de las personas sobre cómo se sentían.

La investigación descubrió que la sensación de aglomeración aumentaba la soledad en un promedio del 39%. Sin embargo, cuando las personas podían ver los árboles o el cielo, o escuchar a los pájaros, la sensación de soledad se reducía en un 28%. Los sentimientos de inclusión social también reducían la soledad en un 21%, y cuando estos sentimientos coincidían con el contacto con la naturaleza, el efecto positivo aumentaba en un 18% más.

Según los investigadores, los resultados indican que se deben realizar intervenciones para reducir la soledad: “Se deberían implementar medidas específicas que aumenten la inclusión social y el contacto con la naturaleza, especialmente en ciudades densamente pobladas”.

Se sabe que el tiempo que uno pasa en la naturaleza aumenta el bienestar, y se calcula que los paseos por el bosque suponen para el Reino Unido un ahorro de al menos 185 millones de libras al año en gastos de salud mental, por ejemplo. Los investigadores señalaron que los espacios naturales en las ciudades podrían reducir la soledad al aumentar los sentimientos de apego a un lugar o al ofrecer más oportunidades de socialización.

El estudio cuestionó la opinión tradicional de que las ciudades siempre son lugares malos para la salud mental y la soledad, según el profesor Andrea Mechelli, que forma parte del equipo de investigación y es experto en intervención temprana en salud mental en el King’s College de Londres en el Reino Unido. “Puede haber aspectos como las características naturales y la inclusividad social que en realidad pueden disminuir la soledad”, añadió.

Michael Smythe, artista que trabaja en arquitectura social y paisajes urbanos y que formó parte del equipo del estudio, comentó: “Para las personas que, como nosotros, trabajamos con el espacio público, validar con cifras el conocimiento anecdótico que obtenemos sobre el terreno es increíblemente valioso para comunicar el valor de estos espacios. La salud ambiental y la salud pública son lo mismo”.

La investigación, publicada en la revista Scientific Reports, recopiló datos de ciudadanos de zonas urbanas de todo el mundo mediante la aplicación de investigación Urban Mind. Se pidió a los ciudadanos que respondieran preguntas sencillas sobre la soledad, el hacinamiento, la inclusión social y el contacto con la naturaleza tres veces aleatorias al día durante quince días, en las horas de vigilia.

Más de 750 personas proporcionaron 16 mil 600 de estas evaluaciones, que incluyeron las preguntas “¿te sientes bienvenido entre [las personas que te rodean]?” y “¿puedes ver árboles en este momento?”.

Los participantes fueron autoseleccionados, por lo que no constituyeron una muestra representativa de la población en general. No obstante, cuando los investigadores consideraron la edad, el origen étnico, el nivel educativo y la ocupación, los beneficios del contacto con la naturaleza y los sentimientos de inclusión social sobre la soledad siguieron siendo muy significativos desde el punto de vista estadístico.

Christopher Gidlow, profesor de investigación aplicada a la salud en la Universidad de Staffordshire en el Reino Unido, que no participó en la investigación, señaló: “Desde hace tiempo se reconoce que el acceso a entornos naturales puede fomentar las interacciones sociales y la conexión. Este estudio refuerza las pruebas existentes sobre nuestra afinidad con los entornos naturales y sus posibles beneficios para el bienestar social”.

“No se evaluó la familiaridad con los entornos, pero probablemente influya, ya que las personas suelen visitar los mismos entornos naturales. Se ha relacionado dicha familiaridad con el hecho de sentirse más conectado a un lugar, con posibles beneficios para la salud mental”.
Johanna Gibbons, arquitecta paisajista que forma parte del equipo de investigación, comentó:

“Las ciudades probablemente son el único hábitat que está aumentando a un ritmo acelerado. Así que deberíamos crear hábitats urbanos donde la gente se pueda desarrollar. La naturaleza es un componente crítico de ello porque, creo que en el fondo de nuestras almas, existen conexiones realmente profundas con las fuerzas naturales”.

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