Fresnillo, tierra desgarrada por los secuestros de los cárteles
Fresnillo está siendo desgarrada por una batalla entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco, con un saldo de más de 70 personas desaparecidas entre enero y marzo.
Fresnillo está siendo desgarrada por una batalla entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco, con un saldo de más de 70 personas desaparecidas entre enero y marzo.
María Zapata Escamilla se despertó con el ruido de vidrios rompiéndose. Hombres armados vestidos con uniforme militar habían irrumpido en su casa: sacaron a rastras a su esposo discapacitado y a su hijo de 14 años, que todavía estaba en pijama. Después, se alejaron en la noche.
Dos semanas después, apareció el cadáver maltratado de su esposo, junto con el de otras nueve personas. Sin embargo, después de más de un año, su hijo sigue desaparecido.
“Me dejaron navegando sola”, comentó entre lágrimas. “Si me dijeran: ‘Renuncia a tu vida a cambio de tu hijo’, lo haría”.
El calvario de Zapata se ha vuelto aterradoramente común en Fresnillo, una ciudad ubicada en el estado de Zacatecas, que actualmente está siendo desgarrada por una batalla entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco. Más de 70 personas desaparecieron en la ciudad minera entre los meses de enero y marzo, casi una persona al día y una cifra cinco veces superior en comparación con la registrada en el mismo periodo de 2020.
En el transcurso de cuatro días en febrero, 10 hombres desaparecieron sin dejar rastro. “Todos los días hay secuestros, todos los días hay balaceras, todos los días hay muertos”, señaló Zapata. “Es espantoso”.
Las familias de las víctimas de Fresnillo dicen que no les han pedido rescates o que, si lo han hecho, han resultado ser estafas.
La epidemia en Fresnillo refleja una tendencia a nivel nacional: después de disminuir en 2022, las desapariciones en todo México aumentaron casi un 30% en los tres primeros meses de este año, en comparación con el mismo período del año pasado, según indican los datos del gobierno.
La tendencia constituye una prueba más del fracaso de la estrategia de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador: aunque los asesinatos han disminuido marginalmente desde que asumió el cargo, el aumento de las desapariciones evidencia que persiste la violencia.
Zacatecas ofrece un estudio de caso devastador. Anteriormente relativamente tranquilo, este estratégico estado, fronterizo con otros ocho, se ha convertido en un territorio ferozmente disputado por los grupos criminales. Los asesinatos aumentaron vertiginosamente, regularmente aparecen cadáveres, los cárteles bloquean las calles e incendian camiones.
El estado posee un importante peso político para López Obrador, conocido popularmente como AMLO. Zacatecas está gobernado por la familia Monreal, una poderosa dinastía que ocupa un lugar central en el Partido Morena del presidente. Ricardo Monreal, senador federal, es uno de los aspirantes a la presidencia. Su hermano David es gobernador del estado, mientras que su otro hermano Saúl es el alcalde de Fresnillo.
La violencia ha convertido a Zacatecas en un foco de atención clave para el gobierno federal. En 2021, la Secretaría de la Defensa anunció que se enviarían al estado más de 400 elementos de la Guardia Nacional y tropas. Este mes de febrero, se desplegaron 600 soldados más. Sin embargo, el estado sigue siendo un infierno.
“Zacatecas está rebasado”, señaló Leticia Castañeda Cruz, cuyo sobrino fue sustraído de su automóvil a plena luz del día, dejando atrás a sus pequeñas hijas. “Los conocemos, al senador Ricardo Monreal, y a David y Saúl, y a toda esa familia que siempre nos ha gobernado. Pero nos han demostrado que fracasaron”.
Los voceros del gobernador de Zacatecas, David Monreal, y del alcalde de Fresnillo, Saúl Monreal, no respondieron las reiteradas solicitudes de una entrevista.
En una entrevista, el senador Monreal señaló que la violencia en México era un problema nacional y debía ser atendido como tal. “Pensar que un alcalde puede resolver el problema de las personas desaparecidas, o pensar que un gobernador tiene la capacidad para combatir el crimen organizado es no conocer el país”, señaló, y añadió que los predecesores de su hermano dejaron que los criminales actuaran de manera desenfrenada. “Se permitió que esos grupos del crimen organizado se asentaran y ahora es muy difícil erradicarlos”.
Según Claudio Lomnitz, antropólogo de la Universidad de Columbia que imparte una asignatura sobre desapariciones forzadas, el crimen organizado utiliza el secuestro desde hace mucho tiempo en Zacatecas como medio para aterrorizar a la población y mantener el control, para recaudar fondos mediante los rescates y como medio para conseguir nuevos reclutas.
“Lo que he observado en el caso de Fresnillo es que hay mucho reclutamiento forzado”, comentó. “Porque por una parte no piden el rescate y por otra porque entran y se llevan a varias personas al mismo tiempo, y eso no tiene sentido como secuestro”.
En cualquier caso, añadió Lomnitz, “no hay manera de que esto exista sin que haya una relación entre el crimen organizado y el Estado”.
Hartas de la pasividad del gobierno local, un grupo de mujeres que tienen parientes desaparecidos, entre ellas Zapata y Castañeda, recientemente viajaron a la Ciudad de México para reunirse con una diputada federal del partido del presidente, Morena. Una por una, contaron sus historias, muchas veces entre lágrimas: el hijo de Martina García Aviña, secuestrado antes del amanecer el pasado mes de noviembre; el hermano de Luz Bernal Orozco, raptado el 24 de febrero; el sobrino de Patricia Castillo Castorena, sustraído de la casa de su abuela el día siguiente.
“Se siente como si tuvieras un cuchillo clavado en el corazón”, comentó Bernal sobre el hecho de tener un familiar desaparecido. “Es peor que la muerte debido a la incertidumbre que sentimos”.
Cuando le preguntaron posteriormente sobre la respuesta del gobierno a la violencia, la diputada de Morena Erika Vanessa del Castillo respondió que el presidente había reconocido que la desaparición forzada es una crisis humanitaria.
“Esto es lo que nos dieron, lo que heredamos”, señaló, repitiendo una respuesta que suele dar el propio Andrés Manuel López Obrador. “Es imposible resolver esto de un día para otro”.
El presidente aumentó el apoyo y los fondos que se destinan a la Comisión Nacional de Búsqueda, responsable de buscar a las personas desaparecidas. En 2020, la comisión creó una base de datos en internet sobre personas desaparecidas, que ofrece el panorama más preciso de la cuestión hasta la fecha. También se triplicó el número de comisiones de búsqueda existentes a nivel estatal.
No obstante, la violencia sigue aumentando y las iniciativas emprendidas no han logrado reducir significativamente la epidemia de personas desaparecidas: desde que López Obrador asumió el cargo, se ha denunciado la desaparición de más de 40 mil personas.
Con frecuencia, las familias se ven obligadas a abrirse paso a través de una confusa burocracia entre la policía local, las disfuncionales fiscalías estatales y las comisiones de búsqueda locales, de las cuales ninguna parece ofrecer respuestas.
A la reunión que se organizó en el Congreso acudieron representantes de la Comisión Nacional de Búsqueda para comprobar que se habían registrado los desaparecidos en la base de datos nacional, Castañeda no pudo encontrar a su sobrino en el sistema.
Resulta que habían registrado mal sus datos: su fecha de nacimiento y su estatura eran incorrectas, y su apellido estaba mal escrito.
“Son tres características que me hacen pensar que no es la persona que están buscando”, señaló. “Necesitamos autoridades competentes”.
Las mujeres se fueron de la Ciudad de México decepcionadas. Cuando regresaron a Fresnillo, hubo más noticias devastadoras: esa tarde, hombres armados se habían llevado al segundo hijo de García Aviña cuando este llevaba a sus hijas de la escuela a su casa.
“Era mi cumpleaños”, dijo García Aviña posteriormente. “Me siento tan desesperada, como si quisiera salir y buscarlos… ¿pero dónde puedo buscar?”.
López Obrador viajó a Fresnillo en abril con motivo de la inauguración de un nuevo hospital. Los familiares de las personas desaparecidas aprovecharon la oportunidad para realizar una protesta.
“Nunca antes un presidente había abordado el problema de la inseguridad y la violencia como lo estamos haciendo en este momento”, señaló el presidente, en aparente respuesta a las quejas de los manifestantes. “Entiendo muy bien la preocupación y la desesperación que sienten los familiares por sus desaparecidos”.
Sin embargo, el presidente no se reunió con los familiares de las víctimas, lo cual desató la frustración entre los desesperados parientes.
La nieta de García Aviña persiguió a López Obrador, lanzando una piedra contra su automóvil cuando este se marchaba.
“Me sentí derrotada porque tenía mucha fe en él”, comentó García Aviña, refiriéndose al presidente que alguna vez defendió. “Tenía la esperanza de que nos ayudaría”.
Oscar López es becario de la Fundación Alicia Patterson.