‘La falta de vivienda es letal’: Aumentan las muertes en EU entre las personas que carecen de vivienda
Las enfermedades sin tratar, la violencia, la congelación, las sobredosis y los accidentes de tránsito son peligros adicionales de vivir en la calle.
Las enfermedades sin tratar, la violencia, la congelación, las sobredosis y los accidentes de tránsito son peligros adicionales de vivir en la calle.
El número de estadounidenses que mueren en situación de carencia de hogar ha aumentado drásticamente en los últimos cinco años, según reveló un análisis exclusivo de The Guardian en colaboración con un experto académico de la Universidad de Washington.
Un análisis de 20 áreas urbanas de Estados Unidos descubrió que el número de muertes entre personas que viven sin hogar se disparó un 77% en un periodo de cinco años que finalizó en 2020.
El aumento que se produjo entre 2016 y 2020 estuvo impulsado por muchos factores, entre ellos el número cada vez mayor de personas que vivían en la calle y los crecientes peligros a los que se enfrentaban, como la violencia, las enfermedades sin tratar y los suministros de drogas ilícitas cada vez más mortales.
El número de muertes de personas sin hogar aumentó un 77% desde 2016 al acumular 5 mil muertes.
Desde Randy Ferris, de 65 años, que murió cuando un carro giró bruscamente contra un campamento en la banqueta de California, Justine Belovoskey, de 60 años, que murió sola en una tienda durante una onda de frío en Texas, y Anthony Denico Williams, apuñalado hasta la muerte a los 20 años en Washington DC, hasta decenas de jóvenes que sucumben a las sobredosis en las calles, sus historias reflejan la desgarradora tragedia de una epidemia de personas sin hogar.
“Las personas que mueren mientras viven sin hogar son algunas de las más desatendidas de la sociedad“, comentó Matt Fowle, investigador de la Universidad de Washington y cocreador de la organización Homeless Deaths Count. “Se trata de las personas que más necesitan nuestra ayuda y que es menos probable que la reciban”.
En los últimos dos años, el coronavirus solo fue un peligro más al que se enfrentaron las personas que sufren en las calles y en los albergues.
Aunque el gobierno federal no realiza ningún esfuerzo para contabilizar las muertes a nivel nacional de aquellos que son considerados como personas sin hogar, The Guardian trabajó con Fowle para recopilar datos locales de grandes áreas urbanas, donde se disponía de recuentos consistentes año con año. Los crudos resultados se extienden desde Los Ángeles y Seattle hasta Nueva York, Filadelfia y Miami, pasando por el centro del país.
El análisis de The Guardian contabilizó 18 mil personas que murieron sin hogar en el transcurso de cinco años en campamentos, en las banquetas o en albergues, incluyendo 5 mil muertes solamente en 2020. En la mayoría de los casos, las muertes fueron registradas por los forenses del condado y los médicos examinadores, sin embargo, en algunos lugares solo las organizaciones locales sin fines de lucro llevaron un registro de las mismas.
Los expertos de la organización sin fines de lucro National Health Care for the Homeless Council señalan que, en muchos lugares, nunca se contabilizan a las personas que perecen sin hogar. Calculan que el número total de muertes en realidad oscila entre 17 mil y 40 milcada año.
“Cada persona y cada vida importan”, dijo Katherine Cavanaugh, del Consejo. “Es parte de la razón por la que estamos animando a las personas a realizar un registro de estas muertes. Queremos asegurarnos de que podemos utilizar esa información para mejorar la situación de las personas en el futuro y que estas muertes no ocurran en vano”.
En todas las 20 ciudades o condados analizados por The Guardian, excepto en dos, las cifras aumentaron significativamente durante cinco años. Por ejemplo, el número de muertes de personas sin hogar en Los Ángeles casi se duplicó a más de mil 600 en 2020 en comparación con 871 en 2016, mientras que el total de Nueva York se duplicó a más de 685 en comparación con 290.
En los lugares que incluyeron una lista de causas de muerte, las más frecuentes llevaban años afectando a las poblaciones de personas sin hogar: sobredosis de drogas, violencia, muertes por accidentes de tránsito y letalidad prematura de enfermedades tratables, como las cardiopatías. Solo Nueva York y Los Ángeles registraron un gran número de muertes causadas por el Covid-19.
El aumento general de las muertes puede reflejar tanto el incremento del número de personas sin hogar como, de forma desproporcionada, los crecientes peligros a los que se enfrentan.
En 2021 se pospuso el recuento anual de la población sin hogar del país debido a la pandemia, sin embargo, los recuentos de los años anteriores mostraron una tendencia desalentadora: después de disminuir durante años, la población sin hogar aumentó constantemente entre 2016 y 2020.
Y cada vez son más las personas que se encuentran sin hogar que viven a la intemperie, en condiciones de desamparo, un factor que se vio agravado por el cierre de albergues durante la pandemia. También sufren las consecuencias de las drogas sintéticas callejeras, cada vez más letales, incluyendo el fentanilo.
Es posible que muchos se hayan enfrentado al tipo de obstáculos sociales a los que se enfrentó Christopher Madson-Yamasaki, de 26 años, de Oregón, un brillante aspirante a técnico en energía renovable con una sonrisa pícara, que lidiaba con el trastorno esquizoafectivo desde su adolescencia, comentó su familia.
Se volvió adicto a las metanfetaminas, tras dejar su rutina de medicación y automedicarse. Él y su madre intentaron en repetidas ocasiones que recibiera tratamiento en los alrededores de Portland. No obstante, al final no hubo puertas abiertas para él.
El 27 de febrero de 2020 lo encontraron en una tienda de campaña, muerto por una sobredosis de metanfetamina y con todos sus objetos de valor robados, días después de haber sido expulsado de un albergue por fumar en un balcón, según contó su madre, Hope Yamasaki.
Yamasaki contó a The Guardian la forma en que Christopher cayó en el olvido.
Describió cómo lo rechazaron en repetidas ocasiones de los centros de rehabilitación de drogas, ya que no podían atender a personas con enfermedades mentales, y de los programas de salud mental, porque no podían aceptar a personas que tuvieran problemas de adicción. Cuando cumplió 26 años, Madson-Yamasaki ya no cumplía los requisitos para participar en los programas para jóvenes que antes le proporcionaban alojamiento.
“Y no llegó a los 27”, dijo su madre. “Es muy difícil hablar de esto, pero es muy importante. Existen tantos miembros de nuestra comunidad que son deshumanizados por problemas de salud mental y de adicción. Ellos importan”.
Las autoridades del condado de Multnomah, que proporciona servicios de salud a la región en la que vivía Madson-Yamasaki, ofrecieron una conferencia de prensa en la que presentaron su historia para destacar la necesidad de un tratamiento más especializado, que esperan proporcionar con el nuevo financiamiento recientemente aprobado.
“Sabemos que aún queda mucho por hacer”, dijo la presidenta del condado de Multnomah, Deborah Kafoury.
Las personas sin hogar se enfrentan a un riesgo de muerte tres veces superior al de la población general, según un análisis local realizado por el centro de evaluación del impacto en la salud del departamento de salud del condado de Los Ángeles sobre las muertes que ocurrieron entre 2017 y 2019. Reveló que las personas sin hogar en Los Ángeles tenían 35 veces más probabilidades de morir por sobredosis de drogas o alcohol, 16 veces más probabilidades de morir por lesiones relacionadas con accidentes de tránsito, como ser atropellados por un automóvil, y 14 veces más probabilidades de ser víctimas de homicidios.
En 2020, las muertes por sobredosis de drogas fueron la principal causa de muerte entre las personas sin hogar en todas las áreas urbanas que registraron las causas.
“Actualmente es más letal tener un trastorno de consumo de sustancias”, dijo Liz Hersh, directora de la oficina de servicios para personas sin hogar de Filadelfia, quien señaló que el fentanilo, que es hasta 100 veces más potente que la heroína, es un gran causante del aumento de las muertes por sobredosis.
La metanfetamina también fue un factor en muchas muertes.
Jennifer Vines, responsable de salud pública del condado de Multnomah, señaló que las personas que viven en la calle en ocasiones informan que consumen el estimulante en la noche por temor a la violencia.
“Con frecuencia escuchamos de forma anecdótica que la gente empezará a consumir metanfetamina como una forma de mantenerse alerta para protegerse a sí mismos y a sus pertenencias”, explicó. “Y entonces, la otra cara de la moneda es que también puede conducir a la psicosis y al comportamiento inestable y violento”.
Hersh, de Filadelfia, ciudad en la que las muertes de personas sin hogar se duplicaron en cinco años, también observó una tendencia al alza de las sobredosis y la violencia desde la llegada del coronavirus, a pesar de que disminuyó la población de personas sin hogar de la ciudad.
“Estamos observando parte de la frustración y la rabia que generó la pandemia”, comentó. “La gente está desesperada”.
En Las Vegas, el 13 de julio de 2020, Brent Michael Lloyd, de 48 años y que carecía de vivienda, recibió un disparo en la cabeza mientras dormía en la calle, en lo que la policía describió como un “homicidio por emoción”.
Anthony Denico Williams, de 20 años, perdió a su madre a causa del cáncer a los 16 años y terminó durmiendo regularmente bajo los arcos neoclásicos del centro ferroviario de la estación Union de Washington DC.
Soñaba con abrir un hogar para jóvenes en situación de necesidad. Cuando se le preguntó qué haría con tres deseos, respondió que desearía “una casa sobre mi cabeza, poder ayudar a los demás y tener un buen trabajo, eso es todo“.
En cambio, Williams murió acuchillado el 26 de enero de 2020, en un altercado por una venta de drogas.
Una amiga, la trabajadora social Grace McKinnon, comentó a un canal de televisión local que su muerte no parecía tener sentido.
“Tan joven, todavía tenía su vida por delante. Y que acabe así, no sé si tiene algún sentido“.
Las personas sin hogar corren un mayor riesgo de ser atropelladas por los automóviles, según indican numerosos funcionarios, sobre todo cuando un gran número de ellas vive bajo los puentes o junto a las salidas de las autopistas.
Randy Ferris, veterano de la guerra de Vietnam, fue uno de los tres hombres que murieron el 15 de marzo de 2021 cuando un conductor giró bruscamente contra un campamento situado debajo de un puente de San Diego.
Amber Joseph, que hace poco consiguió una vivienda, habló en un homenaje sobre cómo Ferris la ayudó a sobrellevar la vida en la calle.
“Él era como un hermano mayor para mí. Me cuidaba de cerca”, informó el periódico Times of San Diego sobre sus palabras.
Las muertes por congelación representan una fracción relativamente pequeña de las muertes registradas, según varios expertos en el tema de las personas sin hogar, probablemente porque las ciudades más frías cuentan con programas para que la gente se quede en espacios cerrados en invierno.
Sin embargo, Bob Erlenbusch, director ejecutivo de la coalición regional de Sacramento para erradicar el fenómeno de las personas sin hogar, indicó que en su zona, generalmente templada, del norte de California, donde el 70% de la población sin hogar vive a la intemperie, se han registrado más muertes por hipotermia en fenómenos meteorológicos inusuales.
“Creo que hay muchas más personas en la calle expuestas a los cambios climáticos”, dijo. “Y los cambios son un poco más impredecibles en comparación con el pasado. Lamentablemente, las tormentas e incendios realmente terribles son la nueva normalidad”.
La crisis climática está provocando más fenómenos meteorológicos extremos en todo Estados Unidos.
Durante la excepcional ola de frío que asoló Texas el invierno pasado, y que dejó a millones de personas sin electricidad, Justine Belovoskey, de 60 años, murió de hipotermia en su tienda de campaña en un campamento de personas sin hogar autorizado por el Estado el 15 de febrero.
No logró llegar a un centro de calentamiento que contaba con un generador diésel, según informó el Texas Observer.
En Denver, Colorado, el frío sin duda mató a las personas que vivían en la calle, sin embargo, las enfermedades y las lesiones causaron más muertes, mientras que las sobredosis de drogas superaron ampliamente otras causas, informó Axios, citando informes locales.
Más allá de las causas médicas directas, factores como la falta generalizada de viviendas asequibles impulsan el aumento del número de personas sin hogar y, en última instancia, de las muertes, señalan los expertos.
Las jurisdicciones que informaron sobre el sexo de las personas que fallecieron, por lo general, descubrieron que aproximadamente tres cuartas partes eran hombres. Por su parte, resultó difícil determinar las tendencias raciales, a partir de los pocos informes que incluían desgloses raciales.
Sacramento, California, por ejemplo, reportó que el 41% de las personas que murieron en situación de calle fueron personas de color.
La edad promedio de fallecimiento de las personas sin hogar es baja. Nuevamente en el condado de Sacramento, por ejemplo, fue de 51 años para los hombres y 49 para las mujeres.
“Básicamente, en promedio, la falta de vivienda le quita a una persona el 25% de su vida”, señaló Erlenbusch.
Las enfermedades prevenibles y tratables, entre ellas las cardiopatías y la diabetes, se encuentran entre las principales causas de las muertes prematuras de las personas sin hogar.
“La gente debería morir de estas enfermedades a los 80 años, no a los 48”, dijo Margot Kushel, profesora de medicina en la Universidad de California en San Francisco y directora de su centro para poblaciones vulnerables.
Es posible que pase algún tiempo antes de que se conozcan los verdaderos efectos del Covid-19 en esta población. El mayor aumento de muertes por coronavirus a nivel nacional se produjo en enero de 2021, periodo que todavía no se incluye en los datos de las personas sin hogar de la mayoría de las jurisdicciones.
La ciudad de Nueva York, que recientemente divulgó las muertes entre las personas que viven sin hogar para el año fiscal que terminó en julio de 2020, reveló que se registraron 121 muertes por Covid-19, en su mayoría entre las personas que viven en albergues financiados por la ciudad. Eso convirtió al Covid-19 en la segunda causa más importante de las 613 muertes de personas sin hogar registradas ese año.
La población sin hogar de Los Ángeles sufrió varios cientos de muertes por Covid-19, dijo Will Nicholas, director del centro de evaluación del impacto en la salud del condado de Los Ángeles, de acuerdo con las cifras preliminares.
Y la pandemia probablemente agravó las muertes por sobredosis en todo el mundo.
“Se trata de una lamentable situación”, dijo Nicholas.
Los expertos coincidieron en que la mejor receta es alojar a la gente.
“No se puede tener una sociedad sana con este número de personas que viven en los márgenes económicos y sociales”, indicó Kushel, de la UCSF. “La falta de vivienda es letal. No podremos resolver esto sin resolver el problema de la falta de vivienda“.
Para el investigador de la Universidad de Washington Fowle, que está trabajando en una tesis doctoral sobre la crisis de las muertes de las personas sin hogar en Estados Unidos, todo gira en torno a si nuestra sociedad es capaz de reunir la empatía necesaria para actuar.
“Es una tragedia que la gente muera sin vivienda”, comentó. “Conocemos las soluciones. La vivienda salva vidas y, para estas personas, con frecuencia constituye una forma de atención médica”.