Muerto por una pastilla comprada en Snapchat: los medicamentos falsificados envenenan a los adolescentes en EU Muerto por una pastilla comprada en Snapchat: los medicamentos falsificados envenenan a los adolescentes en EU
Steve Filson, a la izquierda, cuya hija Jessica murió por envenenamiento con fentanilo, y Amy Neville, a la derecha, cuyo hijo Alexander también falleció, marchan frente a la sede de Snapchat en junio de 2021. Foto: Patrick T Fallon/AFP/Getty Images

Alondra Salinas, de 14 años, preparó sus nuevos tenis blancos e hizo su mochila la noche anterior a su primer día de clases en la secundaria, cuando, según la policía, aceptó una oferta de pastillas azules en Snapchat, que resultaron ser letales fentanilos. Su madre no pudo despertarla la mañana siguiente.

Zachary Didier, de 17 años, estaba esperando la respuesta de sus solicitudes de ingreso a la universidad cuando un falso Percocet lo mató. Sammy Berman Chapman, un estudiante de 16 años con un nivel excelente, murió en su habitación después de tomar lo que pensó que era un simple Xanax.

Sus tragedias forman parte de un estallido de muertes relacionadas con las drogas entre los jóvenes estadounidenses de secundaria y universitarios, fomentado por lo que, dicen los expertos, es una avalancha de pastillas falsificadas llenas de fentanilo que son vendidas en las redes sociales y en ocasiones entregadas directamente en los hogares de los menores.

Las estadísticas nacionales muestran un enorme aumento del número de muertes relacionadas con las drogas durante la pandemia, con un incremento de más de 93 mil víctimas mortales en 2020, 32% más que en 2019. Sin embargo, ningún grupo ha registrado un aumento más rápido que el de los jóvenes menores de 24 años, según un análisis de los datos federales de 2020 realizado por The Guardian. Entre este grupo de edad, el número de muertes accidentales por drogas aumentó en un 50% en un solo año, cobrando 7 mil 337 vidas jóvenes en 2020.

Los expertos señalan que gran parte de este aumento se debe a las enormes cantidades de fentanilo que entran a Estados Unidos.

En California, donde las muertes por fentanilo eran poco frecuentes hace apenas cinco años, ahora muere un joven menor de 24 años cada 12 horas, según el análisis de los datos estatales realizado por The Guardian hasta junio de 2021. Esto representa un aumento del 1,000% con respecto a 2018, según los datos del tablero de sobredosis del departamento de salud pública de California.

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Los padres piden justicia por las muertes causadas por el fentanilo en el capitolio del estado de California en agosto. Foto: Erin McCormick

Las autoridades federales indican que el fentanilo, un opioide sintético económico y hasta 100 veces más potente que la heroína, no solo aparece mezclado con las drogas tradicionales que se venden en la calle, como la heroína, la cocaína, la metanfetamina y la marihuana, sino que está siendo comprimido en millones de pastillas que tienen el mismo aspecto que los productos farmacéuticos tradicionales.

No obstante, la concentración de las pastillas falsificadas puede variar drásticamente. Los agentes federales incautaron casi 10 millones de pastillas falsificadas en los tres primeros trimestres de 2021, cifra mayor que la de los dos años anteriores juntos. Y los análisis realizados en las pastillas revelaron que dos de cada cinco de las falsificaciones contenían suficiente fentanilo para provocar la muerte, según la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA).

Entretanto, los expertos indican que el tráfico de drogas se ha desplazado de los oscuros callejones y esquinas a las redes sociales, lo que facilita que los jóvenes compren lo que creen que son pastillas de Xanax, Percocet u Oxicodona desde la privacidad de sus habitaciones.

No se trata de sobredosis, sino de envenenamientos“, señaló Shabbir Safdar, director de Partnership for Safe Medicines, una organización sin fines de lucro que lucha contra las falsificaciones de medicamentos. “Nadie muere por tomar un Xanax; nadie muere por tomar un solo Percocet. Se trata de pastillas falsas“.

El escritor Sam Quinones, que analiza el auge del fentanilo en su libro The Least of Us: True Tales of America and Hope in the Time of Fentanyl and Meth, sostiene que las abrumadoras cantidades que inundan el país implican que “los días del uso recreativo de las drogas se han terminado“.

“Cada droga que pruebas en la actualidad es un juego de ruleta rusa”.

‘Fue una pastilla’

Ed Byrne está cansado de ver cadáveres.

Byrne, agente especial de la unidad de investigación del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, trabaja en colaboración con la DEA y las fuerzas policiales locales en un cuerpo especial de San Diego que se dedica exclusivamente a las muertes causadas por fentanilo.

Durante el primer año del equipo, 2018, se registraron 92 muertes por fentanilo en el condado de San Diego; este año, señaló Byrne, el condado estaba en vías de atender más de 810 casos. A veces le llaman para atender múltiples muertes al día.

“Este producto no discrimina”, dijo Byrne. “Vamos y nos ocupamos de una persona muerta que no tiene hogar. Después recibimos otra llamada y estamos en una casa que vale 12 millones de dólares y esa persona está muerta a causa de la misma droga”.

En la mañana del 23 de junio de 2020, todo se volvió personal. La pareja de Byrne le llamó para decirle que habían encontrado a su sobrino de 14 años, Alexander Neville, inconsciente en su cuarto a 40 minutos de distancia, en el condado de Orange. Byrne y su compañero saltaron a sus carros, pero era demasiado tarde.

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Alexander Neville murió después de tomar una sola pastilla que pensó que era Oxycontin, dijo su madre. Foto: Cortesía de Amy Neville

Amy Neville, la madre de Alexander, dijo que sintió que algo estaba muy mal en cuanto fue al cuarto de su hijo esa mañana.

“Toqué su puerta y, en cuanto toqué la puerta, supe que algo estaba mal”, contó la madre. “No había energía ahí, era como una sensación extraña. Toqué la puerta y él no respondió“.

La familia ya había batallado para que Alexander dejara de consumir marihuana y de usar vapeadores. Tan solo un día antes, prepararon un plan para llevarlo a que recibiera tratamiento, puesto que él admitió que había estado tomando pastillas y dijo que quería ayuda. Pero nunca tuvo la oportunidad.

“Alex tomó una pastilla que creía que era Oxycontin, una pastilla. No tenía ni idea de que una pastilla lo mataría“, dijo su madre. “Pidió una pastilla producida ilegalmente a través de las redes sociales con la misma facilidad con la que se pide una pizza”.

Los cuerpos policiales y otros expertos coinciden en que nunca ha sido tan fácil comprar pastillas ilícitas. Los traficantes pasaron de la dark web a vender abiertamente lo que etiquetan como Oxycontin, Percocet, Xanax o Adderall en plataformas como Snapchat, Instagram y Craigslist. Un informe publicado en diciembre por el Proyecto de Transparencia Tecnológica (TTP) descubrió que Instagram ofrece un “conducto de drogas” instantáneo para los menores, haciendo posible que encuentren Xanax, éxtasis y opioides en unos pocos clics.

El fácil acceso al fentanilo “es una crisis subterránea que está a punto de estallar”, señaló el doctor Daniel Ciccarone, profesor especializado en medicina de la adicción en la Universidad de California en San Francisco. “Es un problema mucho más grande de lo que percibimos: es un volcán subterráneo“.

Perla Mendoza cree que un traficante en Snapchat fue quien vendió el Xanax falso que causó la muerte de su hijo, Daniel Elías Figueroa, de 20 años, el 16 de septiembre del año pasado.

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Daniel Elijah Figueroa con su madre, Perla Mendoza. Foto: Handout

Figueroa se estaba quedando en casa de su abuela mientras esperaba a que comenzaran las clases en la universidad comunitaria. Pidió que le enviaran un frasco de 15 pastillas a su casa en Long Beach después de quejarse de que no podía dormir, dijo Mendoza.

Después de que encontraron su cuerpo junto a la cama en la casa de su abuela, en una posición arrodillada que parecía casi una postura para rezar, su familia encontró el frasco del medicamento. Solo faltaba una pastilla.

Mendoza compartió con The Guardian capturas de pantalla de la cuenta de Snapchat de la que cree que su hijo obtuvo las fatídicas pastillas. En ellas, un anunciante ofrece la entrega gratuita de “Oxy” en el condado de Orange. “Contáctame, haciendo muchas ofertas el resto de la semana”, se lee en una de las publicaciones.

“Era una pastilla mortal lo suficientemente fuerte como para matar a cuatro adultos“, dijo Mendoza, quien espera que otros padres tengan la oportunidad de advertir a sus hijos antes de que sea demasiado tarde. “Siento que muchos padres piensan: ‘Mis hijos no están en eso’. Bueno, los míos tampoco”, comentó. “Pero eso es lo que están recibiendo los menores”.

Un impulso para exigir responsabilidades

En agosto de este año, Neville y docenas de otros padres de víctimas del fentanilo alinearon gigantescos carteles con fotos de sus hijos fallecidos a lo largo de la gran escalera del capitolio del estado de California. Había carteles que mostraban a los menores en sus fotos de la escuela, menores que todavía usaban aparatos de ortodoncia, menores que aprobaban con los pulgares arriba los viajes familiares a la playa.

Los padres pronunciaron discursos en los que pedían que se tomaran medidas para evitar el tráfico de drogas en las redes sociales, que se procesara en mayor medida a los traficantes y que se mejorara el tratamiento de la salud mental de los adolescentes con problemas. Sobre todo pidieron a los legisladores estatales que hicieran algo para evitar que murieran más menores.

“Deberíamos estar preparando las maletas de nuestro hijo para ir a la universidad en este momento y eso no está sucediendo por una razón: el fentanilo“, dijo Laura Didier a través de un micrófono portátil. Su hijo, Zachary Didier, un músico talentoso al que le encantaba el personaje de dibujos animados Snoopy y que entrenó a su propio perro para que cantara mientras lo acompañaba al piano, murió a los 17 años.

Didier iba a ser uno de los alumnos más destacados de su generación en la preparatoria. Sin embargo, en la mañana del 27 de diciembre de 2020, su padre lo encontró desplomado sobre su escritorio después de haber tomado una pastilla etiquetada como Percocet que consiguió en Snapchat.

“Pensó que estaba experimentando con una droga de calidad farmacéutica”, dijo su madre. “Estamos perdiendo a nuestros hijos y lo único que ellos hacen es experimentar. El fentanilo ni siquiera les da una oportunidad”.

Jaime Puerta, quien encontró a su hijo Daniel Puerta-Johnson, de 16 años, inconsciente en su casa en el sur de California en abril de 2020, ha ayudado a los padres a organizar protestas frente a las oficinas de Snapchat y en las calles de San Francisco, presionando para que las redes sociales, los cuerpos policiales y los reguladores estatales adopten más medidas.

“Cuando lo encontré muerto en su cama, me juré que haría algo”, dijo. “Estoy cansado de despertarme cada día y escuchar que un nuevo niño murió“.

Las empresas de redes sociales ahora se ven obligadas a enfrentarse al papel letal que pueden desempeñar sus plataformas. En una audiencia en el Congreso este mes, los legisladores interrogaron al director de Instagram, Adam Mosseri, sobre el fácil acceso de los jóvenes a las drogas.

“Para empezar, ¿por qué las cuentas de los menores tienen permitido buscar contenido de drogas, y mucho menos se les permite hacerlo de forma que los lleva a un traficante de drogas en dos clics?”, preguntó el senador republicano Mike Lee, de Utah, en referencia al informe del Proyecto de Transparencia Tecnológica (TTP).
“Las cuentas que venden drogas o cualquier otro producto regulado están prohibidas en la plataforma”, dijo Mosseri.

“Aparentemente así es”, intervino Lee.

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Adam Mosseri, director de Instagram, habla en una audiencia del comité de comercio, ciencia y transporte del Senado el 8 de diciembre. Foto: Michael Brochstein/Sopa Images/Rex/Shutterstock


En un comunicado enviado a The Guardian, Jeanne Moran, vocera de Meta, propietaria de Instagram, dijo que la empresa elimina un gran número de publicaciones relacionadas con las drogas y ha “desarrollado una tecnología para encontrar y eliminar este contenido de forma proactiva”.

Moran citó los datos de la empresa que muestran que “de cada 10 mil visualizaciones de contenido en Instagram, calculamos que no más de cinco de esas visualizaciones tenían contenido que violaba la política (sobre productos legalmente regulados)”.

Jennifer Park Stout, vicepresidenta de política pública global de Snapchat, dijo en una audiencia en el Senado en octubre que Snapchat aumentó drásticamente sus medidas y estaba “absolutamente decidida a eliminar a todos los traficantes de drogas” de su sitio. Dijo que la compañía “desplegó medidas de detección proactiva” para eliminar a los traficantes de drogas, pero que “constantemente evaden nuestras tácticas”.

“Lo que ocurre en nuestras plataformas –y en todas las redes sociales y plataformas tecnológicas– es que los jóvenes, que tienen problemas de salud mental y estrés provocados por la pandemia… buscan sustancias, con frecuencia pastillas y opioides”, explicó. “Sin embargo, estas sustancias están mezcladas con fentanilo, suficiente fentanilo para matarlos”.

Eric Feinberg, vicepresidente de moderación de contenidos del grupo de control sin fines de lucro Coalition for a Safer Web, señaló que los traficantes estaban creando cuentas nuevas más rápido de lo que las empresas tecnológicas podían eliminarlas. Feinberg vigila periódicamente las redes sociales en busca de ventas de drogas en línea y afirma que los traficantes suelen trabajar sin temor a ser descubiertos.

Feinberg señala que, una vez que se registró para seguir los sitios de algunos vendedores de drogas, los algoritmos de las redes sociales comenzaron a recomendarle más vendedores de drogas para que los siguiera, en un fenómeno llamado amplificación algorítmica.

Por ejemplo, después de que siguió algunas cuentas relacionadas con las drogas en Instagram, explicó Feinberg, un traficante comenzó a seguirlo de forma inesperada y a acosarlo con ofertas. Las capturas de pantalla que compartió con The Guardian muestran al traficante vendiendo “pastillas para el dolor, medicamentos para la ansiedad y otros productos de investigación química” e insistiendo en que hiciera un pedido para que se lo enviaran por el servicio de correo de Estados Unidos.

“Es extremadamente fácil encontrar estos productos”, dijo Feinberg. “De hecho, los algoritmos te empujan a ello“.

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Padres de personas muertas por fentanilo en el capitolio de California en agosto. Foto: Erin McCormick

En la audiencia de octubre en el Senado, la senadora Amy Klobuchar comentó que si se considerara a las empresas de redes sociales legalmente responsables de las muertes causadas por las drogas vendidas en sus plataformas, estas encontrarían formas más rápidas para responder a la crisis. Sin embargo, las empresas sostienen desde hace mucho tiempo que, como plataformas tecnológicas, no son legalmente responsables de los contenidos publicados en sus sitios.

“Si un menor simplemente entrara a, digamos, una farmacia, no podría conseguir esto”, dijo Klobuchar al vicepresidente de Snapchat. “Pero, en este caso, pueden entrar a tu plataforma y simplemente encontrar la manera de comprarlo. Ese es el problema”.

En una declaración a The Guardian, Kelsey Donohue, vocera de Snapchat, señaló que la empresa estaba “decidida a cumplir con nuestra parte para erradicar la venta de drogas en Snapchat”. Donohue enumeró las diferentes medidas que ha adoptado Snapchat, entre las que se incluyen la concienciación sobre la falsificación de pastillas a través de la aplicación, el uso del aprendizaje automático para detectar de forma proactiva el contenido relacionado con las drogas y la colaboración con los cuerpos policiales y otros expertos.

“Constantemente evaluamos en qué aspectos podemos seguir reforzando nuestro trabajo para combatir esta actividad ilegal”, indicó Donohue.

Por ahora, con los peligros tan elevados, Safdar comenta que lo mejor que los padres y los profesores pueden hacer es hablar con los menores sobre los nuevos riesgos mortales que supone experimentar con las drogas.

“La generación actual tiene que aprender que una pastilla que no proviene de una farmacia o de un hospital no es de fiar y puede acabar con la vida”, dijo. “Desgraciadamente, lo están aprendiendo perdiendo a sus compañeros”.

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