El secuestro de misioneros extranjeros confirma el poder de las pandillas en Haití El secuestro de misioneros extranjeros confirma el poder de las pandillas en Haití
Las pandillas criminales proporcionan cierto apoyo a los habitantes de los barrios pobres de Puerto Príncipe, lo que contribuye a afianzar su posición en la sociedad haitiana. Foto: Chandan Khanna/AFP/Getty

El secuestro de 17 misioneros extranjeros en Haití marca la más reciente escalada de una ola de criminalidad en este Estado caribeño, empobrecido y políticamente frágil, que desde hace tiempo experimenta episodios de delincuencia relacionada con las pandillas que coinciden con una mayor agitación política.

Según algunos cálculos, las poderosas pandillas de Haití, que cuentan con alrededor de 90 organizaciones criminales en total, controlan un territorio que equivale a la mitad de la extensa capital de Puerto Príncipe y le cuestan al país más de 4 mil millones de dólares al año.

Con frecuencia más armadas que la mermada fuerza policial de Haití, las pandillas del país se han vuelto más agresivas en los últimos años a medida que se han vuelto más poderosas. Algunas han unido sus fuerzas para crear peligrosas alianzas, como la red de pandillas G-9 y Family en la capital, formada bajo el patrocinio del notorio jefe de pandillas Jimmy “Barbecue” Chérizier.

Las pandillas, que surgieron por primera vez como una seria amenaza después de la era de “Baby Doc” Duvalier en la década de 1990 en los barrios pobres como Cité Soleil de Puerto Príncipe durante el ascenso del presidente Jean-Bertrand Aristide y su movimiento Lavalas, serían utilizadas en las décadas siguientes por los políticos y oligarcas como instrumento para todo, desde las empresas criminales directas, incluyendo la participación en el tráfico de drogas, hasta las protestas en las calles y los asesinatos.

El alcance actual de las pandillas en la sociedad haitiana quedó al descubierto en un informe de 2020 de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos: asesinatos, emboscadas, toma de rehenes, violaciones, incendios, redadas. Las autoridades en el poder han instaurado el terror en Cité Soleil, que mostró cómo en algunos de los barrios más desfavorecidos de Haití las organizaciones criminales se habían convertido en vías de ayuda.

“En la actualidad”, señaló el informe, “las organizaciones dirigidas por pandilleros armados reciben con regularidad del sector empresarial privado, así como de las autoridades en el poder, sumas exorbitantes o grandes cantidades de equipo para intervenciones en beneficio de personas con dificultades”.

“Esto permite que los líderes de las pandillas provean alimentos a los más vulnerables, paguen la educación de algunos niños, proporcionen fondos para la atención médica para algunas familias, entre otros”.

En los últimos años, el secuestro se ha convertido en el delito preferido de muchas pandillas, entre ellas la pandilla 400 Mawozo, a la que se atribuye el secuestro de los misioneros, que opera en el este del país y que recientemente ha comenzado a convertir el secuestro en los caminos en una especie de industria.

Actualmente, Haití es el peor lugar del mundo en cuanto a secuestros se refiere, y es un problema con un impacto socioeconómico cada vez más amplio, ya que todos, desde los niños hasta los vendedores ambulantes pobres, figuras religiosas y hombres de negocios, son objetivos.

En los primeros ocho meses de 2021 se denunciaron al menos 328 víctimas de secuestro a la policía nacional de Haití, en comparación con un total de 234 en todo 2020, de acuerdo con un informe publicado el mes pasado por la Oficina Integrada de Naciones Unidas en Haití, conocida como BINUH.

La magnitud del aumento de la criminalidad violenta quedó expuesta a principios de este año en un informe de la agencia de la ONU para la infancia, Unicef, que calculó que “desde el último trimestre de 2020, 73 mujeres y niños de Haití han sido objeto de la violencia de las pandillas”, un aumento del 62% en comparación con el informe anterior de septiembre de 2020.

Unicef citó a la Brigada de Protección de Menores (BPM) de Haití, que reveló que al menos 31 niños fueron secuestrados entre 2020 y 2021.

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