Emboscada mortal de 13 policías recibe poca respuesta del gobierno en México
Foto: Twitter

Una sangrienta emboscada a un convoy de policías en el Estado de México, en la que fueron acribillados 13 agentes, pone al descubierto la incapacidad del gobierno mexicano para controlar la escalada de violencia por fuera de la capital.

Este artículo se publicó originalmente en InSight Crime.

Ocho miembros de la policía del Estado de México y cinco agentes de la fiscalía general del estado fueron abatidos con armas de fuego la última semana, mientras patrullaban en Coatepec Harinas, a pocas horas de la Ciudad de México, según declaraciones de los agentes.

La confrontación, que sorprendió a los agentes con la guardia baja y a plena luz del día, duró poco menos de una hora. Las grabaciones de audio revelaron que los agentes hicieron pedidos desesperados de refuerzos, pero fueron superados por los sicarios, que llevaban armas de grueso calibre y dejaron más de 250 casquillos de bala en la escena, según la fiscalía general del Estado.

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En la emboscada, participaron aproximadamente 15 hombres que se movilizaban en tres vehículos, según la declaración de un residente. Otros afirmaron que los sicarios pasaron por la zona antes de la emboscada, alertando a la gente que permaneciera en sus casas porque “iba a haber algo”.

El Estado de México se encuentra en disputa por varios grupos criminales, entre ellos la Familia Michoacana y el Cartel Jalisco Nueva  Generación (CJNG). Mientras la Familia Michoacana ocupa la parte sur del estado, cerca de Guerrero, Michoacán y Morelos, el CJNG controla las zonas más cercanas a Ciudad de México.

Considerando que el municipio de Coatepec Harinas se encuentra más cerca de la parte sureste del estado, próximo a la frontera con Morelos, la emboscada parece ser obra de la Familia Michoacana, según sugieren los informes locales. Pero nada se ha confirmado.

La Familia Michoacana, que se dispersó y perdió poder en años recientes, se desplazó al Estado de México desde Michoacán en los primeros años de la década de 2000.

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Análisis de InSight Crime

La cruenta emboscada a las fuerzas de policía es un brutal recordatorio de que los grupos criminales en México, ávidos de violencia y con el armamento y adiestramiento de pequeños ejércitos, pueden ejecutar ataques armados coordinados contra las autoridades, incluso en el estado que alberga la capital de la nación.

El Estado de México es un bastión estratégico para los grupos criminales por estar entre la capital y otros estados con importantes operaciones de narcotráfico. Michoacán, hacia el oeste, es un prominente centro de tráfico de fentanilo. Guerrero, al este, es líder en cultivos de amapola

El Ministerio Público de México declaró a medios locales que el ataque con hombres armados contra las autoridades tuvo una simple razón: retaliación por otro tiroteo. A comienzos de este mes, la policía del estado y la Fiscalía General lograron confiscar tres vehículos de alta gama y un cuaderno que contenía información sobre vigías, o halconeo, y alijos de droga.

Las emboscadas a las autoridades se han popularizado en México, en especial donde los grupos criminales intentan mantener control del territorio disputado. El año pasado, tres agentes de policía que realizaban una patrulla en Zacatecas fueron abaleados por una facción del CJNG.

El año anterior, también durante un recorrido de patrullaje, otros 13 agentes fueron asesinados en Michoacán por un ataque armado sorpresivo con armas de fuego y granadas. Esos hechos, señalan expertos, pueden ser una manera como los grupos criminales ponen a prueba los límites de su poder contra el del gobierno.

En emboscadas anteriores, las autoridades mexicanas han respondido desplegando masivos escuadrones militares y helicópteros para hacer búsquedas en las zonas controladas por los carteles. Pero los resultados de esos operativos son impredecibles en el mejor de los casos, y la responsabilidad es mínima si las autoridades fracasan.

Queda por determinar si esta nueva emboscada motivará una respuesta similar. La fiscalía del Estado de México anunció una recompensa de casi 25,000 dólares por información sobre los tres sospechosos de haber participado en la masacre. Pero el episodio ha quedado casi totalmente por fuera del ciclo de las noticias, al punto de que algunos comentaristas señalaron que, por asombroso que parezca, la mención en los medios sobre el hecho fue mínima.

Este artículo se publicó originalmente en InSight Crime.

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