‘No es un día perdido, pero sí castigado’: así se vivió el 10 de mayo en los restaurantes
Al medio día, en el centro de la Ciudad de México los restaurantes tuvieron un flujo moderado de clientes. Foto: Alexa Herrera/ La Lista

A la entrada de los restaurantes, como guardianes con mandil negro, cubrebocas y caretas, meseros y recepcionistas aguardan a los clientes. Están al frente del batallón de mesas y sillas que esperan a los comensales. Este 10 de mayo, Día de las Madres, es el segundo que se vive en medio de la pandemia de Covid-19. Aunque las hospitalizaciones por esta enfermedad están en sus niveles mínimos desde el primer pico a principios de abril de 2020, la confianza de la gente todavía está en recuperación.

En las colonias Condesa y Roma, uno de los puntos restauranteros de la capital mexicana, las aceras están ocupadas por lonas, plantas y muebles. Pero no es ambulantaje, es el programa Ciudad al aire libre del gobierno local, que desde julio pasado pidió a establecimientos de comida atender preferentemente a sus clientes en espacios abiertos para reducir el riesgo de contagio. Pese a ello, este lunes 10, considerado en otros momentos como el día del restaurantero, son pocas las familias que ocupan las mesas, y en su mayoría son grupos de jóvenes quienes decidieron tomar un lugar para comer y beber fuera.

“Para festejarle a mamá cualquier día es importante”, señala Jacobo, empleado del restaurante Di Carlo. No importaba que fuera lunes, en años anteriores se podían observar lugares abarrotados y tumultos en las calles por la celebración. A las dos de la tarde, el negocio ubicado entre las calles Sonora y Nuevo León, en la colonia Condesa, solo tiene ocupada una mesa.

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Esperábamos más movimiento. La gente como que festejó en casa”, insiste Jacobo. El fin de semana, el lugar sí alcanzó el aforo máximo permitido por las autoridades de 40%, pero solo el sábado. Según el mesero, en ese local están acostumbrados a tener ocupación a tope durante todo el día, pero este lunes no fue así.

“(Es una fecha) no pérdida, pero sí muy castigada. Para un 10 de mayo, es hora de que estuviéramos llenos y ve, solo hay una mesa”, reflexiona. Para este año, los industriales previeron una derrama económica de 1,000 millones de pesos, apenas dos terceras partes que el monto que reportaban antes de la pandemia. Al final de la jornada, la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) rectifica: ni siquiera se alcanzó esa meta.

El gerente de Palmitos, Leonio Contreras, cuenta que tiene cinco reservaciones para este lunes. A pesar de que solo hay una mesa ocupada, mantiene sus expectativas de que lleguen los comensales a su negocio, ubicado en la colonia Roma. “Ha ido poco a poco, nos han visitado clientes pero hay quienes están temerosos”.

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Este lunes, la Ciudad de México entró en semáforo amarillo. Foto: Alexa Herrera/ La Lista

Aunque este lunes inició el semáforo epidemiológico color amarillo, las medidas para los restaurantes de la capital fueron las mismas que cuando estaba en naranja: ocupación máxima de 40% y horario de cierre a las 10 de la noche, máximo a las 11 con servicio al aire libre.

Los restauranteros pensaban que la vacunación sería un factor importante para la recuperación económica, pero el avance en el país en general y en la Ciudad de México en particular no ha sido el esperado. Apenas la semana pasada comenzó en la capital el registro para la vacunación de personas de 50 a 59 años, mientras siguen pendientes las segundas dosis de mayores de 60 años de algunas alcaldías capitalinas.

La industria ha tenido que sobrevivir sola, sin apoyos económicos y mientras en todo el país se han ido flexibilizando las restricciones con excelentes resultados, la Ciudad (de México) se mantiene rezagada”, sentencia el comunicado firmado por la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac), la Asociación Mexicana de Restaurantes (AMR) y la Asociación de Directores de Cadenas Restauranteras (Dicares).

A pesar de este panorama, Contreras, representante de Palmitos, confía en que el nuevo color del semáforo contribuirá a que la gente salga a comer a los establecimientos. “Yo espero que nos beneficie a nosotros que vamos día a día, para que la gente nos ayude más”. Sin embargo, recalca que la autoridad local debería ser más comprensiva con el cobro de impuestos, ya que son un factor que contribuye para que un negocio siga o se desmantele.

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En contraste, una larga fila rodea la Pastelería Suiza, también en la Condesa. Los automóviles estacionados en doble fila aguardan a que uno de los viajeros baje a formarse para comprar un postre y llevárselo a casa. En esa espera está Laura Mota, quien va por un pastel. “Festejamos ayer (domingo), fuimos a comer. Ahí festejé con mi mamá, hoy (lunes) nada más en mi casa”.

Cuenta que el año pasado celebró este día en su hogar, pero este año se aventuró a salir. A pesar de ello, subraya que todavía no se siente tan confiada de comer fuera porque “mucha gente no se cuida y hay veces que no toman su distancia”.

La presencia de comensales a cuentagotas tiene sus excepciones, como pasa en la marisquería Contramar en la Glorieta de Cibeles. Las macetas y sombrillas de madera rodean a todos los clientes que ocuparon las mesas a lo largo de la acera, mientras otros restaurantes esperan tener la misma suerte.

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Los desayunos en restaurantes tuvieron una demanda importante en la CDMX. Foto: Alexa Herrera/ La Lista

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