¡Hola Las Vegas! Cómo las transmisiones en vivo transforman el escenario
Liderando el camino ... el Cuento de Navidad transmitido en vivo en The Old Vic. Fotografía: Manuel Harlan

Mientras la temporada navideña se acercaba a finales del año pasado, dos críticos estadounidenses recibieron un curso sobre la más británica de las tradiciones teatrales, la pantomima, que se presentó remotamente para ocho shows para el New York Times. “Me sentí como un etnógrafo que estudiaba las ceremonias extrañas de otra cultura”, escribió uno, mientras el otro disfrutó el detalle de las bromas con relación al Covid, con la inserción de “ciiiinco rollos de papel” en Los 12 días de Navidad. 

La canción salió en Oh Yes We Are!, la mini pantomima de cuatro escenas del Teatro de Perth que se presentaría en paseos para grupos pequeños, después de que el primer confinamiento hiciera que fuera imposible presentar su Cenicienta en un teatro convencional. Pero justo cuando los ensayos iban a comenzar, las nuevas restricciones hicieron que fuera en línea

Así que, en 25 transmisiones en vivo en dos semanas, se presentó a un estimado de 3,000 niños y casi 10,000 hogares en 25 países. En la primera noche, dijo el actor, escritor y director Barrie Hunter, se sorprendieron al encontrar a una familia en Las Vegas que aplaudía junto con la audiencia virtual. 

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Humor de rollo de papel higiénico … ‘Oh Yes We Are!’ en el Perth Theatre. Foto: Fraser Band

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La historia de Oh Yes We Are! tipifica la respuesta de las artes escénicas a una pandemia que devastó su industria, que dejó a miles sin trabajo y que es una amenaza existencial para los edificios del oficio. Las transmisiones en vivo no solo fueron un salvavidas, causaron un alcance nunca antes soñado. La primera compañía del Reino Unido que transmitió en vivo una producción completa durante la pandemia fue la innovadora Wise Children de Emma Rice con Romantics Anonymous, el musical sobre el amor que florece entre dos chocolateros ansiosos (él sufre de sudoración nerviosa, ella se desmaya cuando la gente la mira). 

“Soy la tecnófoba más grande”, dice Rice. “Se me dificulta prender la televisión. Pasé el inicio del confinamiento resistiéndome, pero me convenció nuestro director técnico Simon Baker. Usamos nuestra propia gente. Yo estaba en las cámaras y con audífonos. Grabamos y editamos en vivo. Era como si el elenco en el escenario se extendiera hacia el auditorio. Fue lo más aterrorizada que he estado en décadas pero la emoción es extraordinaria”. 

Baker era originalmente un diseñador de sonido y por esto estaba “acostumbrado a adaptar las tecnologías existentes en cosas que los teatros en vivo necesitan”. Ahora se volvió el técnico de confianza para varias compañías, como el Old Vic de Londres, que montó una exitosa temporada de cuatro presentaciones transmitidas en vivo que culminaron con el reestreno de Cuento de Navidad con puras estrellas. 

Matthew Warchus, el director artístico del Old Vic, recuerda cómo comenzó todo. “Mi loca idea original para nuestro primer show, Lungs, era que Matt Smith y Claire Foy aparecieran en escena, y que mi asistente y yo los grabaríamos con nuestros teléfonos. Así que llamé a Simon y le dije ‘¿Esto funcionará?’ Y él dijo, ‘Probablemente necesitarás un poco más de equipo’. Tuvimos que trabajar con cuatro cámaras diferentes, así como tripiés, carritos y pista, encontrar qué micrófonos usar y en qué software mezclar todo”. 

Con 1,000 boletos que se expandieron a 5,000 durante la temporada, estos shows agotados encontraron su camino y, en el caso de Cuento de Navidad, le dio trabajo a 80 freelancers en aprietos. Pero Warchus señala que ha sido un enorme, e insostenible, esfuerzo comunal que involucró recortes en el sueldo para algunos miembros del personal, y que las estrellas ofrecieran sus servicios de buena voluntad. Andrew Scott incluso logró aparecer en la más extrañas de las cosas, en una premiere durante la pandemia. Three Kings, la obra de Stephen Beresford sobre las repercusiones por el regreso de un padre ausente, llegó a 72 países.

¿Pero cuánta de esta innovación vivirá más que la crisis? ¿Y será una amenaza existencial para las presentaciones en vivo cuando las audiencias reales puedan regresar? El National Theatre, que el verano pasado atrajo a 15 millones de espectadores en 173 países para una temporada de presentaciones gratuitas, anunció recientemente que está en proceso de desarrollar su NT Live para que sea un servicio de paga. Pero aunque las siete obras en la plataforma nueva se grabaron durante presentaciones en vivo, no están en vivo en el sentido de transmitirse simultáneamente, así que probablemente no afecten las ventas de asientos. 

Nicholas Kenyon, director de la multiplataforma de Londres Barbican Centre, señala que la Metropolitan Opera de Nueva York ha transmitido en vivo desde 2006 sin pérdidas obvias de audiencia. El Barbican hizo su propio debút en las transmisiones en vivo en octubre, con 12 conciertos grabados en vivo con una audiencia distanciada. “Definitivamente hay un lado positivo de esto”, dijo, “pero creo que no excluirá el teatro en vivo. Será un nuevo balance, un híbrido, una presentación hecha para ambas audiencias”. Qué tan factible será esto cuando los teatros se comiencen a llenar otra vez, él concede, un punto cuestionable. 

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Wigmore Hall presenta otros 40 conciertos gratuitos en línea antes de Pascua, transmitidos desde el recinto vacío y ha recaudado casi 1.4 millones de dólares en donaciones desde que comenzó la iniciativa en junio. 

El Traverse de Edimburgo, mientras tanto, montó un recinto propio en línea, Traverse #, y tomó la cancelación del festival de Edimburgo del año pasado como oportunidad para montar su propia temporada virtual, que se vio tan exitosa que hay 12 descargas gratuitas por tiempo limitado. “Como muchas otras cosas”, dice la productora ejecutiva Linda Crooks, “se trata sobre conectar con la audiencia y los artistas. Desde que recibimos apoyo en julio, hemos trabajado con más de 200 artistas independientes, al menos 300 si cuentas la colaboración indirecta. Lo hemos usado como una oportunidad para explorar lo digital, simplemente lo vemos como una manera distanciada de hacer arte”. 

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Innovación… lo provocadores teatrales de Headlong proyectaron un número telefónico en una iglesia bombardeada para que los transeúntes pudieran escuchar a The Ghost Caller.

Tal vez la innovación más conmovedora es el crecimiento en la colaboración. Los provocadores teatrales Headlong y el English Touring Theatre se juntaron con más de  compañías para Signal Fires, que se presentará en vivo para redes locales o se transmitirá nacionalmente con la intención de mantener las fogatas prendidas. Cuando Liverpool, donde Headlong debía estrenar su contribución, cerró, ellos se movieron a los teléfonos, proyectaron un número en la fachada de una iglesia para que los transeúntes pudieran marcar para escuchar a David Morrissey o Leanne Best interpretar una historia de terror, The Ghost Caller

Mientras que las compañías más nuevas y pequeñas recibieron el golpe más duro, también tienen la flexibilidad para probar nuevas ideas. Muchos comenzaban a hacerlo de todas formas. Dante or Die rediseñó un show que estaba hecho para presentarse en cafés en lo que ellos decidieron llamar un video podcast. Con la pantalla de inicio de un teléfono móvil como su escenario, User Not Found ofreció una reflexión inteligente sobre cómo nuestras identidades digitales vivirán más que nosotros. Tiene a Luka, quien dejó 33,000 tuits para que su examante borre, que conforman “casi el largo de Los hermanos Karamazov”. 

La compañía ambulante Uninvited Guests, mientras tanto, transformó una de sus obras existentes en Love Letters from Home, que solicitaban dedicaciones de canciones y mensajes personales a una audiencia en Zoom. “Siempre fue una obra muy íntima”, dice el director Paul Clarke. “Nos sentábamos en mesas, casi como en una recepción de una boda, y le servíamos cava a la audiencia. Pero lo que descubrimos es que, de alguna manera, es más íntimo cuando los actores van desde sus propios espacios domésticos hacia los hogares de la gente”. 

La crisis aceleró el auge de una nueva raza de artista teatral, según Holly Race Roughan de Headlong. “Podremos ser teatreros/digitales/diseñadores de moda”, dice ella (este desarrollo fue bautizado la “generación barra diagonal” por Kwame Kwei-Armah de Young Vic). “Algo de esto tiene que ver con el capitalismo y la inseguridad del empleo. Pero el teatro te permite decir ‘Estoy sentado en una cubeta pero imaginemos que estamos en el océano’. Te permite aplicar eso en muchas plataformas. Creo que veremos una mezcla entre formas, una nueva inventividad que viene”. 

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Emma Rice no tiene dudas. “Soy evangélica de esto”, dice ella. “Estoy en esa etapa de la vida en donde es difícil sorprenderse a sí mismo y no sufres más artísticamente. Así que tienes que ver dónde falla el balance, porque es donde vive la emoción. Me hizo más consciente visualmente y creo que usaré este ‘lente de filmación’ en mi trabajo. No capturamos una representación. Capturamos un momento compartido de humanidad. 

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