¿Autora, ‘autriz’, escritora? La difícil feminización en Francia
Elfriede Jelinek, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2004. Foto: nobelprize.org

AFP.- ¿Cuando una mujer publica un libro, es autora o “autriz” (“autrice”)? ¿Escritor, escritora, mujer de letras? ¿O simplemente novelista, ensayista? La cuestión, no dilucidada, revela las dificultades de la feminización de la literatura francesa

Femmes de lettres, 101 auteures essentielles (Mujeres de letras, 101 autoras esenciales), titula la revista Lire en un número especial publicado este viernes.

En este número, la austríaca Elfriede Jelinek, premio Nobel de Literatura 2004, asegura: “Sí, yo soy un ‘autriz’ cómica”.

La palabra “autora” en francés (“auteure”), muy inusual antes de 1990, fue preconizada inicialmente en Canadá y adoptada en 1999 por la  “Guía de ayuda a la feminización de los nombres de oficios, títulos, grados y funciones” del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia.

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Al final, fue reconocida por la Academia de la lengua francesa 20 años más tarde.

Pero en la actualidad está sufriendo la competencia cada vez más tenaz de la palabra “autrice” –similar a “actrice”, “actriz” en francés– que vuelve tras años de olvido.

“Aún estamos en un período de transición. La Academia observa” declaraba en 2019 la académica Dominique Bona al diario Libération. La institución, en un informe firmado por cuatro miembros, optaba mas bien por “auteur” (autor) para una mujer, asemejándolo al caso de “médecin” (médico, una medico).

“Buscar un femenino”

El tema no es nuevo. El escritor Jules Renard indicó en su diario, el 6 de marzo de 1905, tras uno de sus habituales comentarios misóginos: “Las mujeres buscan un femenino a ‘auteur'”.

En este mismo número de Lire, que rinde homenaje a Virginia Woolf, Madeleine de Scudéry o Toni Morrison, se lee que el “37% de los escritores (“écrivains”) son escritoras (“écrivaines”)”. Esta palabra, “écrivaine”, está lejos de generar unanimidad.

La novelista Christine Angot, por ejemplo, prefiere “écrivain”. “Yo soy ‘écrivain’, no soy ‘écrivaine'”, declaró en televisión en 2017, irritada por que la profesora universitaria y política Sandrine Rousseau escribiera “auteure”.

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Aunque la feminización se ha acelerado en el idioma francés en este siglo, el proceso fue muy lento en el XX. Françoise Sagan, Marguerite Yourcenar o Simone de Beauvoir probablemente jamás escucharon que ellas fueran “autrice” o “écrivaine”, términos considerados entonces como barbarismos.

Techo de cristal

“La inseguridad lingüística es muy fuerte en Francia, debido al temor a no hablar como se debe. Y los franceses piensan que el idioma debe ser regido desde arriba, cuando en realidad evoluciona desde abajo” explica a la AFP Véronique Perry, lingüista de la universidad de Toulouse Paul-Sabatier.

A título personal, ella prefiere “auteure”, pero insiste en que “cada uno sea libre de designarse según su preferencia (…) ¡No debemos corregir a la gente cuando se refiere a sí misma!”.

Eliane Viennot, historiadora de la lengua francesa, defiende “autrice” con fervor. “Es la palabra que está ganando, y apuesto que dentro de cinco años muy poca gente seguirá escribiendo ‘auteure'”, dice a la AFP.

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El proceso llega tras siglos de represión de los femeninos por parte de la Academia francesa. “Hay ámbitos marcados como masculinos: la escritura, la palabra pública, la filosofía… Se ha vendido e impuesto la idea a las mujeres de que en esos campos, como en el de la política, más valía pensar en masculino”, apunta Viennot, que firma como “professeuse” emérita.

“Durante mucho tiempo, se les ha rehusado la expresión adecuada. Y aunque escribieran tanto como los hombres, lo hacían ante la desaprobación pública”, agrega.

El techo de cristal, en un sector editorial muy femenino (74% de los empleos en 2016, según el último informe social del ramo), sigue existiendo sin embargo. Desde 2000, los hombres han ganado 18 premios literarios Goncourt y 14 Nobel de Literatura, de 21.

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