Hay Festival Querétaro 2025: “A veces la mejor arma para combatir una tecnología es una artesanía”, Juan Villoro reflexiona sobre la IA
Juan Villoro reflexiona en el Hay Festival Querétaro 2025 sobre la inteligencia artificial y la necesidad de redefinir lo humano.

Juan Villoro durante su charla en el Hay Festival Querétaro 2025.
/Foto: Sergio H. Silva/Hay Festival
La lluvia no daba tregua en Querétaro la noche del jueves. El Teatro de la Ciudad, con el murmullo constante del aguacero de fondo, fue testigo de una conversación que unió literatura, periodismo y tecnología. El escritor Juan Villoro y el periodista Francesco Manetto dialogaron en el marco de la décima edición del Hay Festival Querétaro 2025 sobre un tema tan urgente como inquietante: la irrupción de la inteligencia artificial en nuestras vidas.
Entre la expectación del público, el autor mexicano habló de su libro No soy un robot (Anagrama, 2025), un ensayo que aborda los alcances de las máquinas y la vulnerabilidad de lo humano. La charla, marcada por la sorpresa, el humor y la reflexión crítica, se convirtió en una ventana para pensar lo que nos define como especie en una era donde los algoritmos parecen replicar casi todo.
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Juan Villoro y Yo Robot
Juan Villoro explicó que el título de su libro parte de un gesto cotidiano en internet: la casilla que nos pide comprobar que “no somos un robot”. Para él, esa paradoja es reveladora: nunca antes la humanidad había tenido que reafirmarse como tal frente a una máquina.
“Tenemos que demostrar no solo que no somos distintos a las máquinas, sino que hacemos cosas que ellas no”, señaló con ironía, mientras afuera seguía cayendo el aguacero como si acompañara sus palabras.
El escritor reconoció que su obra es un llamado de atención, pero también una defensa de la creatividad. Elementos como el dolor, la alegría, el enamoramiento o la capacidad de autoengañarnos son experiencias imposibles de programar en un algoritmo.
“Creo que este es el momento preciso para que redefinamos lo humano, porque solemos hablar de lo humano como si supiéramos qué es”, dijo ante un auditorio que lo escuchaba en silencio, atento a cada matiz.
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Los desafíos de la Inteligencia Artificial en la actualidad
Durante la conversación, Villoro enumeró algunos de los dilemas más preocupantes: la sustitución de empleos y el impacto ecológico del uso de IA. Levantó un vaso de agua y lo usó como ejemplo: “Para enfriar los servidores que permiten estas tecnologías se gasta poco más que lo que tengo en este vaso por apenas 100 palabras tecleadas”. La metáfora, sencilla y contundente, dejó en claro que el problema no es abstracto, sino material.
Además, cuestionó la manera en que las inteligencias artificiales procesan la información: “Si tú le preguntas a la máquina por qué dio un resultado, responde que era necesario para resolver el problema, pero no explica los pasos para llegar ahí. Yo recuerdo que en la escuela no bastaba poner el resultado de una ecuación, había que mostrar los pasos. La máquina no los muestra, y eso la convierte en un artículo de fe”.
Esa incertidumbre, planteó, obliga a usar la tecnología con mayor conciencia y sin perder de vista el contacto humano. “Más allá del sentimiento apocalíptico, siempre está el encuentro con lo tangible, los libros, las lecturas, la conversación cara a cara”, subrayó.
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¿ChatGPT es creativo?
El momento más sorprendente de la velada surgió de una anécdota de Manetto. El periodista contó que, tras leer No soy un robot, decidió preguntarle directamente a ChatGPT si era creativo. La respuesta lo inquietó: la IA contestó que sí, que podía inventar historias, chistes y contenidos originales, aunque aclaró que su creatividad era “limitada” porque carece de intuición, sentimientos y emociones. “Esa respuesta es demasiado parecida a lo que hubiera dicho un humano”, comentó el periodista.
El intercambio despertó murmullos en la sala. Villoro recogió esa tensión para insistir en que la verdadera creatividad no está en la acumulación de datos, sino en la capacidad de transformar emociones en arte. La literatura, dijo, seguirá siendo un territorio donde las máquinas no pueden competir: “A veces la mejor arma para combatir una tecnología es una artesanía”.
La lluvia siguió golpeando el techo del Teatro de la Ciudad cuando el escritor cerró con una reflexión que mezcló escepticismo y esperanza: “Rara vez se equivoca, pero sí podría equivocarse. Y si no sabemos por qué nos da tal o cual respuesta, lo único que nos queda es creer en la máquina”. El público respondió con aplausos largos, como quien entiende que la conversación apenas comienza.