Hélène de Pourtalès y Charlotte Cooper, las primeras mujeres en ganar una medalla olímpica
Celebramos los logros de estas pioneras, cuyo legado continúa motivando a mujeres de todo el mundo a perseguir sus sueños sin importar las barreras que puedan enfrentar.

En la historia de los Juegos Olímpicos, pocas figuras han dejado una huella tan significativa como Hélène de Pourtalès y Charlotte Cooper, dos mujeres que rompieron barreras y abrieron el camino para futuras generaciones de atletas femeninas. En una época en la que las mujeres enfrentaban innumerables restricciones, estas pioneras lograron hazañas notables en el deporte y desafiaron las normas sociales de su tiempo.
Hélène de Pourtalès, nacida como Hélène Barbey el 28 de abril de 1868 en Nueva York, provenía de una familia adinerada con raíces suizas y estadounidenses. Su familia, tras hacer fortuna en Estados Unidos, pasaba los veranos en Suiza, donde el padre de Hélène, Henry Isaac Barbey, alimentó su pasión por la navegación al introducirla al mundo de la vela en el lago de Ginebra. Rodeada de figuras prominentes y entusiastas de la navegación, Hélène desarrolló desde joven un profundo amor por el deporte, una pasión que compartiría con su futuro esposo, Hermann de Pourtalès.
En 1900, los Juegos Olímpicos de París hicieron historia al abrir sus puertas a las mujeres por primera vez, permitiéndoles competir en disciplinas como golf, tenis, vela, croquet y equitación. Hélène y Hermann de Pourtalès, experimentados navegantes, se inscribieron en la regata de la clase de 1-2 toneladas con su velero de 20 pies, Lérina, representando a Suiza.
El 22 de mayo de ese año, Hélène subió a bordo del Lérina como parte de la tripulación suiza y se convirtió en la primera mujer en ganar una medalla en los Juegos Olímpicos por equipos, al obtener el oro en la primera regata. Al día siguiente, su equipo ganó la medalla de plata en la segunda regata, convirtiéndola en la primera mujer en obtener múltiples medallas olímpicas.
A pesar de su éxito, Hélène de Pourtalès no recibió el reconocimiento merecido en su época debido a la mentalidad conservadora que predominaba y a la visión del deporte como un dominio masculino. Sin embargo, su legado perdura, inspirando a generaciones de mujeres a perseguir sus sueños deportivos. Hélène continuó su vida entre Suiza y Francia, donde falleció en Ginebra en 1945 a los 77 años.
En paralelo, Charlotte Cooper, nacida en 1870 en Gran Bretaña durante la estricta Época Victoriana, también rompió barreras en el deporte. Desde temprana edad, desafió las convenciones sociales que limitaban el papel de las mujeres al ámbito doméstico, encontrando en el tenis no solo una pasión, sino también una plataforma para demostrar su habilidad excepcional. En 1893, ganó su primer título en Wimbledon, un logro que marcó el inicio de una serie de éxitos en el deporte.
En los Juegos Olímpicos de París 1900, Charlotte Cooper hizo historia al convertirse en la primera mujer en ganar una medalla de oro en individuales femeninos de tenis, así como en dobles mixtos. Lo notable de su participación radica no solo en sus logros deportivos, sino también en las circunstancias en las que compitió. Charlotte desafió las normas de vestimenta de la época, compitiendo con un vestido largo hasta los pies, cuello alto y corbata, simbolizando su determinación por ser reconocida como una atleta de renombre mundial.
A pesar de enfrentar la sordera a partir de los 26 años debido a una infección, Charlotte continuó compitiendo con un espíritu inquebrantable, logrando múltiples victorias y sirviendo de modelo a seguir para generaciones posteriores de mujeres deportistas. Falleció en 1966 a los 96 años, dejando tras de sí un legado que trasciende las fronteras del deporte.
Helene de Pourtalès y Charlotte Cooper no solo abrieron el camino para las mujeres en sus respectivos deportes y los Juegos Olímpicos, sino que también inspiraron un movimiento que permitió la inclusión femenina en todas las disciplinas olímpicas.