‘En México hay un sistema que desaparece a las personas desaparecidas’: Marcela Turati
Marcela Turati muestra su nuevo libro San Fernando: última parada. Viaje al crimen autorizado en Tamaulipas. Foto: Francisco Castillo / La-Lista.

En México hay una política de ocultamiento y de impunidad que provocó que en el país se registren 110 mil víctimas de desaparición y 52 mil cuerpos sin identificar. Lo dice Marcela Turati, periodista de 49 años que ha investigado innumerables casos de violaciones a derechos humanos, incluyendo el asesinato de al menos 193 personas que fueron sepultadas en más de 40 fosas clandestinas en San Fernando, Tamaulipas, en 2011.

Meses antes de que se diera a conocer el hallazgo de las fosas clandestinas, el gobierno de Tamaulipas y las autoridades federales recibieron reportes de que hombres jóvenes que viajaban en autobuses eran retenidos y desaparecidos por hombres armados en el municipio de San Fernando, a pocos kilómetros de la frontera con Estados Unidos. Pese a los llamados de auxilio, nadie hizo nada para ayudar a toda esa gente.

Las fosas clandestinas quedaron al descubierto en abril de 2011 y, desde esa fecha, Turati no abandonó el tema. Durante 12 años habló con las familias de las víctimas. Entrevistó a sobrevivientes de la ola de violencia en San Fernando. Visitó esa localidad. Leyó miles de páginas de expedientes judiciales. Ató cabos para descubrir que Los Zetas, un grupo del narcotráfico, no actuó solo en la comisión de estos crímenes, sino que contó con la tolerancia de autoridades de los tres niveles de gobierno.

Entrevista en video con la periodista Marcela Turati.

Turati relata esta historia en su nuevo libro San Fernando: última parada. Viaje al crimen autorizado en Tamaulipas, un texto que no solo sirve para conocer la historia de violencia en ese municipio del norte del país, sino para entender el sistema de impunidad que ha llevado a que otros lugares atraviesen por sucesos parecidos.

“Yo digo que el título es San Fernando, pero puede cambiarse el nombre a otros municipios del país que vemos que están tomados con una dictadura criminal”, advierte. 

Meterse a investigar este tema ha traído graves consecuencias para Marcela Turati: fue víctima de espionaje por parte del gobierno federal, mientras la extinta Procuraduría General de la República (PGR) la incluyó en la misma carpeta de investigación abierta para indagar  a Los Zetas. Una experta forense y una abogada corrieron la misma suerte que ella.

El nuevo libro de la periodista, nacida en la Ciudad de México, es de lectura lenta. Cada párrafo destila dolor y son las familias de víctimas, así como los sobrevivientes de la violencia en San Fernando, quienes cuentan en primera persona cómo las autoridades los dejaron en el abandono. “Es de lenta digestión porque leer tanta impunidad atraganta el cuerpo”, expresa Marcela Turati.

Aunque no todo es malo. La reportera dice que su investigación busca “no quedarnos fijados en el horror”, por lo que también echa luz a las cosas que se hicieron bien en la tragedia de San Fernando, acciones positivas que llevaron a que algunas familias pudieran recuperar los cuerpos de sus seres queridos y evitar la tortura de la desaparición.

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Marcela Turati, periodista especializada en derechos humanos, investigó durante 12 años el caso de las fosas De San Fernando, en las que fueron encontrados más de 190 cuerpos en 2011. Foto: Francisco Castillo / La-Lista.

La-Lista (L-L): Has investigado por 12 años el caso San Fernando, ¿qué te motivó a permanecer tanto tiempo en el tema?

Marcela Turati (MT): Estamos acostumbrados a esta cobertura de ‘se encontró una fosa’ y saltar de una noticia a otra, sin responder preguntas sobre quiénes eran estas personas. Mi intención era decir quiénes eran (las víctimas), qué les pasó y no nada más cómo los mataron y por qué les pasó, sino también cuando exhuman estos cuerpos qué les pasa después, qué les pasa antes y después, y como fue posible. Son esas preguntas las que guían (el relato).

Esa era mi intención, que la gente me acompañe como reportera que cubre estos temas, que vea, desde el principio hasta un periodo que ahorita son 12 años, cómo se niega la justicia y este sistema que tortura a las familias y que es una tortura que se podía evitar.

L-L: ¿Por qué es importante seguir hablando de San Fernando 12 años después?

MT: El libro hay que tomarlo por dosis porque es duro, es doloroso y más escuchado en primera persona o leído en primera persona. Siento que en este recorrido que hago, y lo que voy narrando en estas historias, ayuda a no quedarnos fijados en el horror y entender que este sistema tiene que ser cambiado.

En la segunda parte del libro empezamos a ver todas las fallas del sistema, empezamos a ver no solo que hay una intención de ocultar los cuerpos, que no se les dice a las familias que fueron encontrados, que se trata de que no haya escándalo internacional, de desviar la atención, de criminalizar a las personas que buscan a sus familiares, se les ponen obstáculos para tener el expediente. En este sistema quedan secuestradas las personas desaparecidas y las vuelven a desaparecer.

L-L: Dices en tu libro que hay que prestar atención a los “otros San Fernandos”, ¿es igual de grave el problema de la violencia en otros municipios?

MT: Yo digo que el título del libro es San Fernando, pero puede cambiarse el nombre a otros municipios del país que vemos que están tomados como con una dictadura criminal. Pero aquí lo interesante de San Fernando, y de muchos lados, es que siguen operando los poderes, sigue habiendo una presidencia municipal, sigue habiendo regidores. Podemos decir Iguala, de algunas cosas se parece a Lagos de Moreno, a municipios de Zacatecas, de la Tarahumara. Hay esa simulación de que operan los poderes cuando los que mandan son esos grupos criminales y a la población se les deja en el desamparo.

Tenemos un país infestado de desapariciones de personas, ya no se salva ningún estado, tenemos un país lleno de fosas, salvo Yucatán quizá. En general, puedes desaparecer en cualquier momento, a cualquier hora, sea quien sea, claro que hay más riesgo entre jóvenes, hombres y mujeres, incluso adolescentes, niñas, niños, hay mucho más riesgos.

L-L: ¿Se puede hacer una relación entre lo ocurrido en San Fernando y las 110 mil personas desaparecidas y los 52 mil cuerpos sin identificar?

MT: Parte del libro intenta explicar la crisis forense. En este libro trato de contar que el municipio (de San Fernando) no hizo nada. El estado se quedó con parte estos cuerpos, 120 se vinieron a la CDMX, por lo menos 80 se quedaron en Tamaulipas, pero no hay intención ni de hacer pruebas genéticas, ni de revisar los bolsillos del pantalón y hacer una llamada a la familia para decirle “oiga, tenemos a su familiar, venga por él”.

Eso quiero apuntar en este libro, muchas de las personas desaparecidas están secuestradas en las morgues, en los panteones municipales o en las funerarias porque no hay una intención de regresarlas a sus hogares. El problema de las desapariciones siempre decimos es de los cárteles, pero no. Si son 110 mil personas desaparecidas y tenemos al menos 55 mil cuerpos sin identificar, la mitad de esas desapariciones recaen en el Estado, devolverles la identidad y no se hace, no se toma como prioridad.

L-L: ¿Cómo estamos parados en el proceso de acceso a la justicia?

MT: En el caso de San Fernando no hay nadie en la cárcel por homicidio, por las masacres. Está lo de siempre, están por delincuencia organizada, por uso de armas de uso exclusivo del Ejército y tráfico de drogas, esos delitos que se les ponen a todos en paquete, pero no tenemos a un culpable o culpables de las fosas, no tenemos a ningún funcionario público en la cárcel por eso, porque se hicieron cosas criminales y no nada más lo hicieron los llamados Zetas, aquí hay todo un sistema.

L-L: ¿Hay funcionarios identificables que sean responsables?

MT: A lo largo del libro voy dejando pistas de quién firmó un documento, hay un perito que firmó las órdenes de incineración, un Ministerio Público, hay un presidente municipal que dice que no había denuncias de lo que estaba pasando cuando todo mundo indica lo contrario, hay un gobernador, tenemos un secretario de Seguridad Pública que ya está en la cárcel, yo diría que hasta el presidente Felipe Calderón.

L-L: ¿Cómo ha sido para ti vivir con esta historia por 12 años?

MT: Este libro sí ha tenido muchos costos personales, desde el primer momento cuando fui a cubrir las fosas quedé desapalabrada, yo no entendía, fue muy duro saber cómo habían matado a esos jóvenes que estaban siendo exhumados de esas fosas y ver a las familias al pide la fosa para ver si eran sus familiares. Fue el horror, el purgatorio, fue muy duro. 

También sufrí la persecución del gobierno, fue muy fuerte, ha sido muy fuerte, también deja un impacto, no poder publicar todo lo que podía porque tengo una causa judicial abierta, yo y Mercedes Doretti, la antropóloga del equipo argentino, y Ana Lorena Delgadillo, la abogada. Estamos en el expediente de Los Zetas. Desde que hice con mis colegas la página web +72 sufríamos ataques, las comunicaciones raras, todo mundo me decía que era paranoica, pero algo pasaba, algo no iba bien.

Pero como digo siempre: “¡Ay, pobre de mí!”. Esto pasa siempre a quien busca en México, a quien trata de seguir la pista de los cuerpos que quieren ocultar o de las personas desaparecidas que están vivas, esto pasa, y a mí me pasa una mínima parte de lo que sufren las familias.

L-L: ¿Todo esto hizo que te retrasaras en la publicación del libro?

MT: Sí, tuve muchos periodos de amnesia, de vivir casi a salto de mata, entrar a San Fernando me dio mucho miedo, yo moría del susto en San Fernando, y no saber si lo iba a publicar, sintiendo que si publicaba cosas le iban a hacer algo a alguien. Con muchas dudas éticas, cuándo publicar, que sí, que no, si pones a alguien en riesgo, si la descripción que haces es muy brutal y una familiar no sabe toda la historia. Fue constante el cuestionarme y tuve muchos períodos de parálisis para digerir el horror.

L-L: ¿Qué le dices a la gente para invitar a leer tu libro?

MT: Que se animen a leerlo, es de lenta digestión, porque leer tanta impunidad atraganta el cuerpo. Pero de verdad es un libro en el que intento explicar y no quedarme atrapada en el horror, sino movernos y echar luz a lo que falla en el sistema y cómo puede ser cambiado, porque en este caso muchas familias recuperaron a sus familiares gracias a que las cosas se hicieron bien.

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