El Covid obliga a los economistas a buscar pistas en otras disciplinas
Una unidad de tienda vacía en Victoria, en el centro de Londres. Es posible que los consumidores sean mucho más cautelosos cuando se alivien las restricciones que el verano pasado. Fotografía: Dominic Lipinski / PA

La consultora de economía Pantheon publica tres veces a la semana una actualización de los nuevos casos de Covid-19. El banco suizo UBS monitorea las tasas de vacunación. Los científicos que asesoran al gobierno están en contacto regular con el comité de políticas monetarias del Bank of England, el órgano que establece las tasas de interés.

Es probable que Richard Nixon haya dicho o no haya dicho “ahora todos somos keynesianos”, después de que Estados Unidos rompió su vínculo con el oro en 1971, pero una cosa es segura: todos los economistas son epidemiólogos ahora. Y hay un lado bueno y uno malo para esto.

El lado malo es que las predicciones económicas son más complicadas que antes porque incluso los verdaderos (y no los amateurs) epidemiólogos no saben realmente qué pasará después. ¿Habrá nuevas mutaciones del virus? Asumiendo que sí, ¿serán menos susceptibles a las vacunas? ¿Se irá el Covid-19 durante el verano sólo para volver cuando los días se hagan más cortos, como sucedió el año pasado? Nadie sabe la respuesta a estas preguntas.

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El lado bueno es que la pandemia ha obligado a los economistas a ver más allá de sus modelos mecánicos y a aceptar maneras de pensar de otras disciplinas. La epidemiología es sólo una de ellas.

Para empezar, es difícil calcular cómo reaccionarán las personas al relajamiento de restricciones del confinamiento sin la ayuda de los psicólogos. Es posible que haya una explosión de gastos mientras los consumidores, en palabras de Andrew Bailey, “salgan con todo”, pero también es posible que la segunda oleada de infecciones los vuelva más cautelosos que el verano pasado, cuando aún había esperanzas de que el Covid-19 fuera un fenómeno breve.

La conducta de un individuo tampoco se controla completamente por sus circunstancias económicas. Puede afectarse fuertemente por lo que otros hacen. Si tu grupo de amigos decide que después de vacunarse es seguro ir al pub, probablemente eso afectará tu decisión sobre unirte a tus amigos para ir por un trago, incluso si estás algo nervioso. La sociología tiene un papel en la predicción económica.

Igual que la historia, aunque con una extensión más limitada, porque no hay muchos episodios comparables de dónde partir. Ya pasó un siglo desde la última pandemia verdaderamente global y sólo se pueden aprender ciertas cosas del contagio de la gripe española después de la Primera Guerra Mundial. Pero cuando Andy Haldane, el jefe economista del Bank of England, dice que la economía es como un resorte enrollado listo para ser lanzado,  es porque cree que pueden aprenderse lecciones de la veloz recuperación del verano pasado. En aquel entonces, la economía rebatió el colapso de casi el 19% en el segundo trimestre de 2020 con un salto del 16% en el tercero.

Naturalmente, la economía tiene un papel en la valoración de lo que sucederá después. Millones de personas (la mayoría en buenas condiciones económicas) han mantenido el empleo con salario completo durante el último año, pero han batallado para encontrar algo en qué gastar su dinero. Millones de otras personas (aquellos estancados con sólo el 20% de su salario normal, o los autoempleados que han pasado por los agujeros de la red de seguridad de la Tesorería) tienen menos seguridad que hace un año y temen por el futuro de sus trabajos.

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En un mundo ideal, los que están en la mejor posición decidirán que la cantidad de dinero que ahorraron durante el confinamiento fue superior a lo que necesitaban y decidirían gastar mucho: salir a comer, viajar los fines de semana, comprar autos nuevos, redecorar sus casas. Eso proporcionaría empleos e ingresos para aquellos con ingresos más bajos.

Pero puede que no suceda de ese modo. Si los que tienen más seguridad dejan sus ahorros acumulados (o la mayoría de ellos) en el banco, eso significa más desempleo para aquellos que trabajan en empleos de servicio al consumidor, como hoteles y restaurantes, y una economía sufriendo del Covid largo.

De esto podemos sacar dos conclusiones. La primera es que las predicciones precisas de lo que sucederá con la economía durante el próximo año, o incluso los próximos meses, deben tratarse con cuidado. Asumiendo que el programa de vacunación continúa adecuadamente, asumiendo que no hay más oleadas de contagios, asumiendo que se levantan las restricciones paulatinamente desde marzo, y asumiendo que las personas salgan de la hibernación rápidamente y en grandes cantidades, entonces la economía comenzará a recuperarse en el segundo trimestre. Pero hay demasiadas suposiciones ahí: podría tomar hasta el tercer trimestre el comienzo de la recuperación: ésta podría ser mejor o peor de lo que el consenso espera actualmente.

La segunda conclusión es igual de obvia. Si, como es claramente el caso, la existencia de tantos imponderables dificulta más de lo normal la predicción, tienen sentido que los creadores de políticas económicas actúen con precaución. Para el Bank of England, eso significa no apresurarse para asimilar las tasas de interés negativas, lo que no será necesario si el optimismo de Haldane demuestra estar justificado; y para la Tesorería significa extender el apoyo financiero e ignorar llamados para aumentar impuestos, especialmente aquellos que pueden ocasionar el colapso de negocios o el recorte de inversiones.

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Parece que Rishi Sunak llegó a la misma conclusión. Recientemente, han habido menos palabras del canciller sobre la necesidad de reducir el déficit del presupuesto del Reino Unido, proceso que se retrasó hasta el segundo presupuesto de 2021 en el otoño. Para entonces, probablemente Sunal volverá a ser el director de la economía, en lugar de los economistas. Bueno, tal vez.

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