¿Quién es Frank Cuesta, el influencer que confesó que no era veterinario y qué se sabe de su santuario con animales comprados?
Frank Cuesta, conocido como Frank de la Jungla, reveló en un video que su imagen pública fue una farsa: no es veterinario, no rescató animales y fingió tener cáncer.

Frank Cuesta desmiente todo
/Foto-Ig: cuestafrank
Durante años, Frank Cuesta fue considerado un referente en la defensa de los animales. El extenista español, conocido en redes como “Frank de la Jungla”, conquistó al público con una imagen de hombre comprometido con la naturaleza, rescatando animales salvajes y dándoles refugio en su propio santuario en Tailandia. Sin embargo, todo ese relato se vino abajo tras la publicación de un video en el que el propio Frank confesó que esa figura pública fue una construcción llena de mentiras.
“No tengo cáncer, no soy veterinario ni herpetólogo, y los animales del Santuario no han sido rescatados, sino comprados”, declaró Cuesta, reconociendo abiertamente que todo formaba parte de un personaje que se le fue de las manos por su problema de mitomanía y ego. Las declaraciones han causado conmoción en redes sociales, donde durante años se le reconoció como un héroe ambientalista.
Entre otras cosas, admitió que nunca llevó a cabo rescates de fauna silvestre y que las especies que albergaba en su refugio fueron adquiridas por medios no esclarecidos. Afirmó también que fingió tener cáncer, cuando en realidad sufre mielodisplasia, una enfermedad menos agresiva relacionada con la médula ósea. El video, que ya ha sido replicado miles de veces, podría formar parte de un acuerdo tras la difusión de audios comprometedores en los que se habla de envenenamientos y maltrato animal.
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¿Cómo se construyó el personaje de Frank Cuesta?
Frank Cuesta, cuyo nombre real es Francisco Javier Cuesta Ramos, se hizo famoso en la televisión española con programas como Frank de la Jungla, La selva en casa y Wild Frank, donde aparecía manipulando serpientes, liberando reptiles y mostrando comportamientos salvajes en selvas del sudeste asiático. Su discurso siempre fue el de un hombre fuera del sistema, crítico del maltrato animal y defensor de la vida silvestre.
En 2011, incluso fue galardonado con un Premio Ondas a la innovación televisiva, consolidando su reputación como comunicador comprometido con el medio ambiente. Parte de su popularidad creció con la creación del “Santuario Libertad” en Bangkok, un espacio que, según decía, era hogar temporal para animales rescatados del tráfico ilegal o el maltrato. Allí, aseguraba, se les curaba y reintegraba al entorno natural cuando era posible.
No obstante, el video que ahora circula revela que todo eso fue una ficción cuidadosamente armada. Cuesta reconoce que no posee formación veterinaria, que los animales fueron comprados y que en muchos casos murieron por negligencia. Estas revelaciones sacuden profundamente la credibilidad de sus proyectos pasados y abren preguntas sobre los verdaderos fines detrás de su exposición mediática.
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¿Qué motivó su confesión pública?
Aunque Frank Cuesta no ofreció detalles completos, insinuó que su confesión estuvo motivada por presiones externas. Hizo referencia a un acuerdo, sin dar nombres ni explicar condiciones, pero en el mismo video habla de audios filtrados que lo comprometen gravemente. Entre estos se encuentra una supuesta grabación en la que se le escucha decir: “Voy a seguir poniendo veneno hasta que mueran”, refiriéndose a gatos en su propiedad, lo que ha sido interpretado como una admisión directa de maltrato animal.
Además, mencionó a una figura clave: “Chi”, un supuesto examigo y colaborador en Tailandia, quien habría denunciado a Cuesta ante las autoridades por posesión ilegal de fauna. Según la versión del youtuber, Chi le habría exigido confesar públicamente la verdad a cambio de retirar las denuncias. “Me dijo que si no lo hacía, iría hasta las últimas consecuencias”, afirmó.
El contexto de coacción y chantaje no ha sido confirmado por otras fuentes, pero el testimonio pone en duda si la confesión fue totalmente voluntaria o producto de una situación legal insostenible. En cualquier caso, Cuesta terminó por asumir su responsabilidad y ofreció disculpas públicas: “Engañé a todos. Me aproveché de mucha gente. Pido perdón”.
¿Qué ocurrirá ahora con el santuario y los animales?
El “Santuario Libertad”, fundado y promovido por Cuesta como un espacio de rescate, está actualmente cerrado. El propio Frank indicó que la clausura responde a amenazas constantes y al ambiente de tensión generado tras la publicación del video y la filtración de los audios. Sin embargo, no ha detallado qué ocurrirá con los animales que aún puedan encontrarse en el lugar ni si la propiedad pasará a manos de otra persona u organización.
Grupos defensores de los derechos de los animales ya han comenzado a exigir investigaciones más profundas. Las autoridades tailandesas podrían intervenir para evaluar el estado legal del refugio y las condiciones en las que han vivido las especies allí albergadas. Por el momento, no se han confirmado cargos formales, pero el escándalo ha puesto en evidencia la falta de supervisión sobre este tipo de iniciativas.
La historia de Frank Cuesta deja al descubierto los peligros de convertir causas legítimas en espectáculos mediáticos sin supervisión. Lo que parecía una cruzada altruista por los animales salvajes, terminó siendo una farsa marcada por el ego y la ficción. Ahora queda por ver si habrá justicia para los animales afectados y si este caso servirá de lección para otros personajes públicos que instrumentalizan causas sociales con fines personales.
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