Emma Corrin: ‘Terminé apreciando la complejidad de Diana’ en ‘The Crown’
Emma Corrin, retratada este mes en Londres por Phil Fisk para The Observer New Review.

Desde el momento en que empezó a transmitirse The Crown en 2016, una serie de Netflix sobre la realeza inglesa, muy exitosa, admirada y en ocasiones controvertida, el elenco fue impecable, tanto que las estrellas a veces parecen estar hechas para el papel.

Pero esta vez, sí preocupaba a los productores encontrar a alguien que hiciera el papel de Diana. Si se revisan los anales de las historias sobre Diana, las cosas se ven muy complicadas porque es un papel muy tentador pero casi imposible de sacar. ¿Existiría en algún lugar alguien que le pudiera dar vida? Y si no, ¿qué pasaría con la serie?

“Me preocupaba mucho encontrar a alguien que lo hiciera. Prefería cancelar el programa y no continuar la serie que hacerlo mal”, admite su creador y escritor, Peter Morgan.

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Las estrellas de alguna manera se alinearon para Morgan y sus colegas. En 2018, cuando apenas se estaba reclutando al elenco de la tercera  temporada, y Diana no aparecía sino hasta la cuarta, se pidió a una joven de nombre Emma Corrin que ayudara con la “química” en las lecturas para la búsqueda de alguien que representara a Camila Parker Bowles con Josh O’Connor que representa a al príncipe Carlos.

El papel se lo quedó Emerald Fennell. Corrin sabía que esta no era una audición porque su agente se lo había dicho pero le cayó bien al director. Cuando leyó la parte de Diana, él la llevó aparte y le dijo que si le gustaría trabajar un poco el papel, y ocho meses después le hablaron para preguntarle si quería participar en una verdadera audiencia con Morgan. “De alguna forma, es injusto decir que Emma nació para representar a Diana”, me dice en un email. “Porque creo que tendrá mucho éxito representando otros papeles. Dicho esto, creo que, y supongo que parte de ella también, que estaba en su destino la relación con el personaje y nació para representarlo”.

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¿Está de acuerdo ella? En mi computadora, Corrin me habla por Zoom desde su casa en algún lugar en el norte de Londres. Lleva un suéter color crema, muchos anillos, y aunque no quiera se parece a la princesa de Gales. Tiene su sonrisa adorable. No en realidad, aunque le comentó a su agente que “algo cambió en la habitación cuando leyó a Diana la primera vez”. “¡Dios mío! ¡Creo que le gusté! ¡Creo que quiere trabajar conmigo!” dice. Baja un poco la voz para que suene seria. “Pero mi agente dijo: ‘Emma, no te hagas esto. Ni siquiera lo pienses. Conociste a gente importante que quiere trabajar contigo en otras cosas. ¡Eso es todo!’”

¿Y qué piensa ahora de tu papel? Lo único que puede hacer es ofrecerme la respuesta de sus amigos: “Dicen que les preocupaba que no pudieran ver la serie porque eras tú. Pero cuando les enseñé un episodio era como si no estuviera yo en la pantalla”. Esto, explica, es la actuación: tienes que hacerte invisible para poder habitar en realidad en otro personaje”.

Su actuación ha tenido un gran recibimiento. Corrin le roba el show hasta a la impresionante Mrs Thatcher de Gillian Anderson. Cuando vi la serie no podía dejar de pensar en cómo capturó la energía desgarbada de Diana, una vitalidad que te desarma y el hecho de no haber perdido nunca su adolescencia, ni siquiera al final de su vida.

Así es que ¿por dónde empezó? ¿Por el ángulo de la cabeza? ¿Por la voz? “Por la voz. Pero sólo porque en la primera audición ensayaba con mi mamá. Ella es terapeuta del lenguaje y me ayudó a encontrarla. Había visto Diana: In Her Own Words, un documental de 2017, y me cautivó su voz, y me interesó. Es única. Era una Sloane Ranger, una persona de clase media alta o alta en Inglaterra. Para hacer eso hay que dejar caer la mandíbula al final de cada oración o frase, y hacer que todo sea lento y prolongado.

Pero no era sólo eso. Tenía un ritmo increíble. Yo lo percibo como con tristeza siempre. Tiene una cierta cualidad que es importante en el personaje”. ¿Y la ropa? ¿Te ayudó vestir los jumpers de Diana de los primeros años y después los trajes de noche de Catherine Walker de los últimos años? “Yo creo que ese es el toque final. Ya sabes, como esos trajes que te transforman. Es como ponerte uno y subir el cierre. Por dentro tienes la voz, el personaje, todo el contexto, todo lo que investigaste y después te pones un disfraz y queda todo armado. El vestuario es muy importante pero es lo que llega al final”.

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Emma Corrin como la princesa Diana que patina en los salones del Palacio de Buckingham en ‘The Crown’. 
Foto: Des Willie/Netflix

Había muchas otras cosas que aprender. En una escena vemos a Diana con su Walkman patinando por los salones del palacio de Buckingham: una procesión exuberante que presenta su estado de semi encarcelamiento y anticipa su pérdida de libertad. “No sabía patinar, y todavía no puedo”, dice Corrin. “Me dieron una clase. Para lo del baile (pues vemos a Diana practicando ballet sola y bailando en el escenario con Wayne Sleep en el Royal Opera House en 1985) entrené como seis meses. Aprendí jazz y tap y también ballet, había una escena de tap pero la quitaron, yo creo que era muy mala”.

Este era su primer papel principal y a veces es difícil olvidar el hecho. “Con Josh pasé mucho tiempo, todos los días, y agarramos un ritmo para entrar y salir de personaje todo el tiempo. Con Olivia (Colman) sólo tuve una escena sola, Colman interpreta a la reina. Me acuerdo de estar frente a ella, y que alguien dijo ‘acción’ y me impresionó el gran cambio. Ella es muy buena. Fue como una masterclass de actuación. Fue difícil no decir: perdón, ¿puedo tomar notas?”

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Tuvo una sola escena con Emerald Fennell, también. Poco antes de su boda, Diana tuvo un almuerzo tortuoso con Camilla en el Ménage à Trois. El restaurante era uno de los más populares de los 80 y era real. Se cree que el almuerzo es un invento de Peter Morgan. “Me acuerdo muy bien del día”, dice. “Tenía cólicos horribles. Puse una cubeta en el piso porque pensaba que iba a vomitar. Y creo que ayudó porque estaba muy incómoda y me ayudó a realizar la escena porque no tuve que interpretar su angustia”.

En el ensayo, el director, Ben Caron, llevó a Josh O’Connor también, aunque el lunch es à deux, no à trois. “Ben nos pidió a Emerald y a mí que tomáramos la mano de Josh cuando sintiéramos que teníamos más poder. Me di cuenta de que nunca pude hacerlo. Charles es el elefante en la habitación, como si estuviera allí mientras hablan. La dinámica de esa escena es extraordinaria. Camilla se siente tan a gusto como mujer, así como Emerald. Pide postre. Tiene hambre. Diana tiene una relación compleja y emocional con la comida. Camila es dueña de sí misma. Es poderosa y sexy. Diana es una niña”.

En pantalla no es sólo esto. Una filigrana de acero se percibe desde el principio aún cuando sus emociones cambian, la felicidad y la tristeza van y vienen como pasa siempre que eres joven. Se ven destellos de determinación, incluso de ambición. Morgan le recordaba a Corrin que aunque fuera vulnerable Diana siempre peleaba. “Terminé apreciando su complejidad. Me fascina la joven Diana. Todos sabemos cómo es cuando es mayor, pero su infancia.  Qué sola y aislada se sintió durante mucho tiempo. La sacaron del amor y de la calidez de sus amigas en el departamento de Earl ‘s Court para llevarla a un mundo austero. Era adolescente cuando se comprometió. Era muy frágil. A esa edad no sabes quién eres. Estás buscando. Y la lanzaron a la realeza y se esperaba tanto de ella. Todos los días me iba a trabajar pensando en la vulnerabilidad y en la fuerza. Ella era algo más que vulnerabilidad. Aguantó mucho”.

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Con Josh O’Connor como el príncipe Carlos. Foto: Ollie Upton/Netflix

¿Cómo se siente por la controversia que siguió al lanzamiento de la serie en diciembre pasado cuando el secretario de cultura, Oliver Dowden, sembró la idea de que la serie debería venir con una “advertencia de salud” para informar al público que era ficción, no hechos reales? “Creo que era inevitable”, dice. “Hasta cierto punto lo entiendo. Estas personas están vivas. Tiene que protegerlos. Yo sólo creo que no es justo para la apreciación del cine, la televisión, la escritura, y la imaginación”.

Muchas de las escenas en The Crown, sino es que todas, son inventadas y en eso radica su ingenio, su elegancia y la introspección. Retomando a Julian Barnes, la ficción es “un proceso de producción de mentiras grandiosas, hermosas y bien ordenadas que dicen más de la verdad de lo que parece en los hechos”.

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En estos momentos mucha gente habla de ti, te admira, si no es que eres famosa, ya. Y eso es difícil en tiempos normales pero en tiempos de pandemia ha sido doblemente extraño. No hay alfombras rojas ni fiestas y las entrevistas se hacen en línea. Lo irreal del asunto sigue creciendo. “Cuando iba a salir la serie no nos pudimos juntar a celebrar”, dice. “Estamos muy orgullosos pero no nos hemos visto desde antes del primer confinamiento. Es tan raro, y triste. Pero tal vez se trata de una bendición disfrazada. Un amigo me dijo que al menos todos se han concentrado en el trabajo y no en los eventos, por ejemplo en LA, y eso es lo que me parece importante.Además toda la explosión es más controlable. Me he podido acostumbrar, supongo”.

Corrin, de 25 años, creció cerca de Sevenoaks, en Kent, y desde pequeña quiso ser actriz. “No recuerdo haber decidido ser actriz”, dice. “Sólo me importaba mucho”. En primaria fui Toad en The Wind in the Willows, una actuación muy aplaudida, por la madre de otra niña.  Escogió su internado porque tenía un teatro enorme, en donde estelarizó Little Shop of Horrors, como Audrey. Cuando era niña escribía mucho. Mi imaginación era muy loca. Me la pasaba afuera inventando mundos y hacía muchas obras de teatro. Pero fue hasta los 16 que empecé a pensarlo en serio. Tuve que decirle a mi familia que eso era lo que quería hacer. Quería dejar la escuela y buscar un agente. Mis padres no me dejaron hacerlo. Querían que tuviera otra opción y un título bajo la manga”.

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Foto: Phil Fisk/The Observer

La rechazaron dos veces de la escuela de teatro. “Me acuerdo que estaba en la cama con la carta de la escuela. Una voz en mi cabeza me decía, ¿qué tanto quiero hacer esto?. No puedo dejar que me afecte. Necesito encontrar la forma. Escuché una entrevista en la que alguien decía: no hay sólo una forma de hacerlo… la determinación y aferrarse a la creatividad es lo más importante. Así es que terminé yendo a Cambridge. Estudié educación y fueron los mejores tres años de mi vida”. Había gente joven por todos lados “escribiendo sus carreras hacia la existencia”.

Un año antes de ella estaban Toby Marlow y Lucy Moss, los creadores de Six the Musical, un show que empezó su extraordinaria vida en Edimburgo y que llegó al West End y a otras partes del mundo. “Me acuerdo que diario se vendían todas las funciones en Cambridge, y eso nos enseñó mucho sobre lo que puede pasar”. Corrin ayudó en la producción de Jez Butterworth Mojo, y actuó en obras como Coriolanus, Romeo and Juliet, Love’s Labour’s Lost, Philadelphia y La casa de Bernarda de Alba.

No puede decirme qué va a hacer después. Pero parece que se está preparando para lo que venga y tal vez eso no implique aparecer en la pantalla. “Mi amiga Avi y yo estamos escribiendo una película basada en un artículo del que compré los derechos. El año pasado conocí a un productor en un festival y dice: cuando pasa el tiempo te das cuenta de que tal vez no haya partes. No siempre hay buenos papeles para mujeres. Es mejor escribir los tuyos, piensa, si puedes… o buscar las opciones, como hace Reese Witherspoon”.

Emma está muy consciente de que las mujeres, más que los hombres, son juzgadas por su aspecto. “Creo que nunca voy a dejar de sentir eso. Crecimos en una cultura y se mete a tu subconsciente. Pero me molesta y hago todo lo posible para no cambiar sólo para darle gusto a los demás”.

En su trabajo, un gran descanso, o un enorme descanso, no siempre cambia todo. Se dice que se habla de Emmys y Golden Globes para Corrin por su actuación como Diana. Ya la nominaron para mejor actriz de series en los premios Critics Choice. Pero actuar implica que hay rechazos. “La inseguridad y el estrés cambia, pero no se va”, me dice. “Se transforma. Últimamente he visto muchos guiones y me siento como un pequeño pez en el océano. Da miedo. Mi manager me llamó y me dijo: ‘¿Qué pasa? En muchas de las cintas para las audiciones que has mandado me doy cuenta de que no te esfuerzas’. Me sentí muy mal. Pero me dijo algo y tiene razón. ‘Apenas empieza la batalla. No estás en un lugar en donde las cosas sean fáciles. Te enfrentas a gente como Emma Stone.’”

¿Va a ver a su sucesora en la siguiente serie de de The Crown? Elizabeth Debicki va a interpretar a Diana en la última serie. ¡Sï! Lo estoy esperando. Aunque me da tristeza sólo haber hecho una serie. Siempre supe lo que estaba firmando, para hacer el papel entre los 16 y los 28 años. La llevé de niña a mujer y me encanta la trayectoria. Pero también me gusta seguir adelante. A la industria le gusta encasillar. Mientras más pronto me salga de la elegancia inglesa, mejor, aunque yo sea así”.

Su plan, dice, es hacer una especie de Josh O’Connor en reversa. Antes de ser Charles era un granjero de Yorkshire en la película God ‘s Own Country. “Quiero hacer algo difícil, una película independiente, tal vez en Escocia o algo. Voy a tener un acento escandaloso y una cabellera roja”.

The Crown se encuentra en Netflix.

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