‘Está en nuestro ADN’: Costa Rica quiere que el mundo avance hacia el cambio climático
El presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado Quesada: 'Nuestro enfoque es predicar con el ejemplo'. Fotografía: Marco Valle / Bloomberg / Getty Images

En lo que se refiere al medio ambiente, pocos países están a la altura de Costa Rica en términos de acción y ambición.

La pequeña nación centroamericana quiere la descarbonización total para 2050, no sólo un objetivo “neto de cero”. Ya reforestó grandes zonas  de selva tropical después de haber sufrido uno de los índices de deforestación más grandes del mundo en las décadas de los 70 y 80. Los costarricenses juegan un papel muy importante en la política ambiental del mundo, y de manera importante Christiana Figueres, quien logró acorralar a los líderes del mundo para conseguir el acuerdo de París.

Ahora Costa Rica centra su atención en asegurar el ambicioso acuerdo internacional para detener la pérdida de la biodiversidad. En enero, más de 50 países se comprometieron a la protección del 30% de la tierra del planeta y los océanos como parte de la Coalición de Alta Ambición para la Naturaleza y las Personas, o HAC por sus siglas en inglés, que encabeza Costa Rica junto con Francia y Reino Unido.

La coalición espera que el objetivo se convierta en el propósito principal de un acuerdo internacional para detener la pérdida de biodiversidad durante esta década y que se negociará en Kunming, China, este año.

“Nuestra idea es enseñar con el ejemplo. Como dijo Mandela, ‘Siempre parece imposible, hasta que se hace’”, dijo el presidente costarricense Carlos Alvarado Quesada a The Guardian. La conservación es uno de los factores más importantes, según los científicos, para proteger la biodiversidad y también para enfrentar la crisis del clima. Pero no es efectivo si se trabaja solo”.

El mundo no ha cumplido ninguno de los objetivos para acabar con la destrucción de la vida salvaje y de los ecosistemas que nos mantienen con vida. Pero el líder de 41 años de edad cree que esta vez será diferente.

Quesada llegó al poder en abril de 2018 tras derrotar a un pastor evangélista que se oponía al matrimonio entre personas del mismo sexo. Se trató de una extraña victoria para un candidato de centroizquierda en tiempos en que el populismo de derechas se mantiene al alza. El premio Nobel de economía Joseph Stiglitz concluyó que Costa Rica es un faro que ilumina por su compromiso con la razón, discurso racional, ciencia y libertad.

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Pero la pandemia llegó y el golpe al ecoturismo de Costa Rica obligó a Quesada a entrar en negociaciones dolorosas con el FMI que despertaron el temor a los recortes en un país que antepone el desarrollo humano y el medio ambiente.

Costa Rica es ahora miembro de la OCDE, no tiene ejército, invierte en educación y presume un sistema universal de salud. Ante el prospecto de austeridad obligada, la gente se rebeló en octubre pasado, y Quesada se retiró de las negociaciones. En enero, el FMI y el gobierno de Costa Rica llegaron a un acuerdo de un paquete por 1.75 mil millones de dólares y de alguna manera logró zafarse de las propuestas más controvertidas.

A pesar de las difíciles decisiones, el presidente dijo que lo anima que de la pandemia resultará la acción global por el medio ambiente, especialmente tras la elección de Joe Biden como presidente de EU, con quien habló recientemente.

“Fue una conversación muy cálida. Tenemos muchas cosas en común. Hablamos de trabajar juntos para enfrentar la crisis del clima”, dijo Quesada. “Creo que el mensaje de nombrar al senador John Kerry como embajador en este tema es muy fuerte. Va a ser una prioridad”.

Quesada no habló con Trump durante la presidencia anterior. Pero el presidente de Costa Rica dijo que la crisis del clima y los daños a la naturaleza ya estaban causando suficientes problemas en la región, incluyendo las caravanas de migrantes que se dirigen a la frontera de EU que suelen ser una de las mayores preocupaciones de los republicanos de EU.

“Más y más, el impacto real se hace evidente en la crisis del clima en nuestras sociedades. Tan sólo el año pasado, dos huracanes azotaron consecutivamente a Centroamérica: Iota y Eta. Especialmente en Nicaragua y Honduras, no sólo en términos de muertes, sino también en términos de producción y el potencial en términos de desempleo, las migraciones que se pudieran producir indican que las tormentas no sólo tienen que verse como huracanes”, dijo.

“Los científicos dicen que los huracanes en la región son cada vez más frecuentes y más fuertes. Esto va a tener repercusiones en nuestras sociedades en términos de crecimiento económico, trabajo y desigualdad, de género y de migración”.

Junto con otros socios más grandes, Costa Rica seguirá fomentando que otros gobiernos actúen en favor de la biodiversidad en Kunming por medio de HAC. Pero el camino no va a ser fácil. Las negociaciones abarcan la conservación y el uso sostenible de la naturaleza, un tema que implica decisiones difíciles en cuanto a agricultura, uso de químicos y extracción de recursos realizados por poderes más influyentes.

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Quesada está consciente de estos retos pero dice que aunque esos temas también existen en Costa Rica, continuará tratando de dar el ejemplo.

Las políticas ambientalistas no necesariamente alcanzan un consenso unánime. Durante las últimas décadas, han sido el ADN dominante en Costa Rica pero hay gente que dice que tal vez tendríamos que explotar más. Pero, aún así, creo que eso está lejos de nuestro ADN”.

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