‘El box me define, pero disfruto compartir mi gloria con los menos afortunados’: José Ramírez
José Ramírez ostenta los campeonatos de peso welter ligero WBC y WBO. Fotografía: Cortesía de Top Rank

José Ramírez puede ser considerado el boxeador más políticamente activo desde Mohammed Alí y, al pasar un tiempo con él, uno entiende que hay profundidad y verdad en la declaración que al principio podría sonar a una simple frase hecha. Ramírez, el campeón mundial de peso welter ligero de la WBC y de la WBO, se enfrenta a Josh Taylor de Escocia, que tiene los títulos de la IBF y la WBA, para la unificación del título en una pelea el sábado en la noche en Las Vegas. El ganador se convertirá en el único e indiscutido campeón mundial. Ramírez sabe que es un gran reto enfrentarse a Taylor y piensa que va a ganar. Pero empecemos con las razones de su activismo.

Ramírez es estadounidense de ascendencia mexicana y su etnicidad y sus raíces familiares han formado sus creencias políticas. Explica que en 2007, cuando tenía 14 años, vivía en Aval, una pequeña ciudad en el valle de California. Este cinturón de tierra provee la mitad de fruta y vegetales a todo EU. Pero la gente es pobre allí. La mayoría son mexicanos. El joven José conoce el trabajo agotador que realizan las personas en las granjas para cosechar. Él quería unos tenis nuevos pero no quería pedir dinero a sus padres. Se consiguió un trabajo allí durante las vacaciones escolares.

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“Fui con un amigo porque su tío era capataz y manejaba el autobús que iba a las granjas”, explica Ramírez. “No fue fácil. Hay que levantarse a las 4 de la mañana, estar listos a las 4:30, caminar hasta la tienda de licores en donde nos recogía. En la granja trabajábamos 10 horas agachados y recogiendo pimiento morrón por 7.50 dólares la hora. 70 dólares diarios menos 5 dólares por el transporte. Era difícil porque la planta del pimiento mide como 60 cm de alto así es que hay que agacharse, echarlos en una cubeta y después en la máquina. Así empecé a apreciar lo que todos hacen en la comunidad.

“Yo era muy atlético y tenía buena condición. Mi cuerpo era nuevo en comparación con el de la mayoría de la gente que trabajaba allí. Después de 4 días mi espalda me dolía tanto que no sabía si quería volver a trabajar. Pero me iba a perder 70 dólares si no regresaba. O sea, unos zapatos. Me movían cosas pequeñas y quería comprarlas yo, no que me las comprara mi papá. Los otros trabajadores se veían viejos. Había mujeres de 47 años, y hombres de 54. Pero nunca se quejaban. Llegaban todas las mañanas y hacían su trabajo. Me inspiraba y me motivaba su lealtad al trabajo, a la industria, a su familia. Fue una hermosa experiencia”.

Las semillas del activismo de Ramírez estaban allí y las nutrió otro día difícil bajo el calor de la plantación. “Eran cerca de las dos de la tarde”, recuerda Ramírez. “Empezamos a las 5:30 porque hace mucho calor. Las primeras cinco horas están bien y hay un descanso para almorzar a las 11 am. Después de esa hora, el calor alcanza los 43 grados centígrados. Las primeras dos horas después del almuerzo te sientes bien pero después la espalda duele y el calor te sofoca”.

“A las dos de la tarde una mujer de 50 años se desmayó. Estaba a dos hileras de mi y de mi amigo y corrí para ayudarla. Las señales de deshidratación eran evidentes. La llevamos a la sombra. Empezamos a ayudarla para que no se atrasara. Queríamos que le pagaran completas sus horas pese a que durante hora y media no pudo hacer nada. Mi amigo y yo inventamos un sistema y nos repartimos su hilera de pimientos. Pudimos hacer su trabajo entre los dos, y completar el nuestro”.

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Ramírez sonríe como si estuviéramos entre las plantas de pimiento bajo el sol ardiente. “Me sentí bien”, dice. “Estaba pensando en ella y todo lo que pasó para poder alimentar a su familia. Cuando llegué a casa ese día y cenamos, le dije a mis padres: ‘Hombre, este trabajo no es fácil’. Les conté lo que pasó con la señora y eso abrió mi mente  hacia todo lo que hacen para cuidar a sus hijos”.

José de 28 años ríe suavemente cuando le pregunto sobre la señora que ayudaron. “¿Adivina qué? La mañana siguiente regresó a trabajar. Cuando me subí al camión a las 4:30 allí estaba junto con todos. Sonriendo y platicando con otra señora sobre cualquier cosa. No se asustó por el colapso. Nadie le preguntaba cómo se sentía. Hablaban como si nada, riendo y haciendo bromas”.

Ramírez tenía la mitad de los años que tiene ahora y yo le pregunto qué cree que piensa que pasó con toda la resistencia y la fuerza que absorbieron sus ojos de adolescente. El peleador, quien presenta estos atributos en su carrera de 26 victorias, 0 derrotas en el ring profesional y sacude la cabeza antes de acomodar sus pensamientos en una simple oración de claridad y fuerza: “Aprecio a estas personas”.

Ese aprecio es lo que lo llevó al activismo. Reúne fondos y crea conciencia y habla con congresistas y políticos locales para cambiar las condiciones de trabajo, para ofrecer agua y ayuda a las comunidades de migrantes. Durante la larga y terrible sequía que afectó al valle central de California hasta 2016, Ramírez hizo campaña para conseguir agua mientras construía su carrera como boxeador. “No hay muchas presas para las granjas o nuestras comunidades”, dice. “La mayoría se construyen con propósitos ambientales, para balancear el agua de las montañas y el océano. Pasamos por una sequía de siete años y tuvimos muy poca ayuda para sobrevivir. Todas estas tierras de cultivo y nuestras comunidades sufrían porque el agua que salía de la llave estaba sucia”.

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José Ramírez lanza un puñetazo durante su victoria sobre Viktor Postol en septiembre de 2020. Fotografía: Mikey Williams / Top Rank Inc / Top Rank / Getty Images

Ramírez trabajó con la Coalición Latina de Agua de California para “hacer ver a los políticos que se necesita una ley que les proporcione dinero para construir presas. En 2014, pasaron una como Propuesta 1 con 76% de los votos en favor del bono, que generó 7 mil millones de dólares. Yo iba a Sacramento para hablar con los políticos y apoyar este plan porque necesitábamos estar listos para otra crisis de agua. Manejé muchas horas para ir a juntas en Sacramento y hablar con senadores y congresistas. Eso ayudó pero muchos agricultores invirtieron en esto para que se realizara. Nuestro trabajo era crear un equipo de ingeniería y yo donaba dinero para el proyecto en general, para construir la nueva presa de Temperance”.

Pero la política local puede ser tan complicada como el boxeo y el esquema fue bloqueado por un choque entre ambientalistas y agricultores. “La mayor parte del dinero se fue a proyectos ambientales”, explica Ramírez. “California es un estado con conciencia ecologista y mucha gente no quiere construir presas para cuidar a los animales que viven en la zona. La gente necesitaba mucho el agua y lo lógico parecía ser que se construyera una presa. Otros lo consideraban un error ambiental. Pero, además de proporcionar el 58% de las cosechas que se consumen en EU, exportamos un 38%. En Asia, todas las almendras y los pistaches y la mayoría de los cítricos llegan del centro de California.

“Tuvimos un problema, pero afortunadamente, empezó a llover, y los granjeros sobrevivieron y transformaron la tierra. Pero seguimos trabajando porque la pelea no ha terminado. Mientras no tengamos una presa siempre vamos a tener ese miedo. ¿Qué pasa si deja de llover? Cuando no hay agua no hay trabajos agrícolas ni construcciones”.

Durante la sequía, 162 mil hectáreas  de tierra se quedaron sin cultivar y cerca de 17 mil personas perdieron su empleo. La realidad hace que Ramírez siga peleando por el apoyo para el agua. También pelea por las reformas migratorias solicitando al Congreso que apruebe leyes que ayudan a extender programas de trabajadores invitados para trabajos agrícolas y otorgan estatus permanente o ayudan a los migrantes a obtener la ciudadanía.

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“Todo es para proteger a nuestra gente”, insiste. “Una forma de hacerlo es asegurándo que van a tener trabajo, y otra es asegurarles que van a poder trabajar sin miedo de ser deportados. La mayoría de las familias migrantes llevan ya varios años en EU. EU es su hogar. Tienen familia aquí. Tenemos que cuidarlos. Los políticos juegan desde hace varios años con el tema de migración para obtener votos. Es horrible para los migrantes que pagan sus impuestos, aportan tanto a la economía, y aún así los pueden echar. Es por eso que tenemos esta campaña para un acuerdo bipartisano para que el partido Demócrata y el Republicano sean justos con la gente que lleva aquí muchos años”.

Ramírez creó un fondo para ayudar a los migrantes jóvenes con su educación universitaria y trabajó para promover la lucha en contra del cáncer después de que perdió a su abuelo por esta enfermedad. “Voy a hacer lo que pueda para quedarme en este camino”, dice. “Es fácil decir: ‘Ok, apoyo la migración y los derechos del agua’, y mandar mensajes en las redes sociales. Pero si creen en el cambio hay que salir y hablar con los políticos locales para decirles lo que necesita tu comunidad exactamente. Así es como peleo por estos asuntos. No soy un político que tenga que jugar bien sus cartas. Soy directo y sé lo que es importante para estas familias. Puedo decir la verdad”.

Taylor no es un boxeador con consciencia social. Aceptó y se disculpó por los insultos racistas y homofóbicos que dirigió a un cedenero en un club en Edimburgo en 2019 y el año pasado pasó mucho tiempo cuestionando la amenaza del Covid-19 e hizo campaña en contra del confinamiento. Taylor es lo opuesto a él fuera del ring, pero Ramírez dice: “Yo me quedo en lo mío y no necesito hablar mal de nadie para sentirme mejor. No estoy seguro de Josh Taylor. Para ser honesto no sé mucho de otros boxeadores o artistas porque les gusta ser exhibicionistas y se transforman frente a la cámara. Yo estoy feliz conmigo mismo. ¿Que si le gusta a la gente? Bien. ¿Piensan que soy aburrido? Ok. Al menos soy yo mismo”.

No puede negarse el talento excepcional de Taylor y su voluntad. Podría ser la pelea más difícil para Ramírez. “En el papel, sí”, dice Ramírez, “pero no creo que se haya enfrentado a alguien como yo”. Tuvo una gran pelea en contra de Regis Prograis, en octubre de 2019 cuando Taylor apenas y pudo ganar una de las peleas de ese año en Londres. Pero si Prograis hubiera estado en mejor forma habría ganado. Yo estoy en mejor forma y soy más fuerte que Prograis”.

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Ramírez pelea por algo más profundo que sólo la gloria del boxeo. “Estoy tratando de llegar a mucha gente. Todas las personas tienen la oportunidad de hacer algo bueno en el mundo y ojalá lo hagan. Sé que soy afortunado. Tengo una hermosa familia y el apoyo de personas que me importan mucho en mi comunidad. El boxeo me define pero también me gusta compartir mi gloria con los menos afortunados. Creo que tendrán más esperanza  después de esta pelea en contra de Taylor. Van a tener frente a ellos al campeón mundial indiscutible”.

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