‘Existe una mala percepción de que los legisladores solo se dedican a levantar el dedo’: Fernando Dworak
Para el analista político, las labores de un legislador no se limitan a la votación de iniciativas o reformas a ley. Detrás existe un complejo aparato.
Para el analista político, las labores de un legislador no se limitan a la votación de iniciativas o reformas a ley. Detrás existe un complejo aparato.
Por increíble que parezca: en México existe una escuela para personas que quieran conquistar un cargo público o influir en la toma de decisiones. Paralelo al proceso electoral 2021 que renovará 500 diputados federales y la recompondrá de 30 congresos estatales, el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) ofrece el diplomado Planeación y operación legislativa.
A decir de Fernando Dworak, analista político y coordinador académico del curso, las labores un legislador no se limitan únicamente a la votación de iniciativas o reformas a ley. Detrás existe un complejo aparato que permite impulsar las labores en cualquier Congreso. Entre ellas, técnica legislativa y jurídica, las labores políticas, atención a medios, elaboración de acuerdos, estrategias de cabildeo, formación de coaliciones, mesas directivas, reelección y otras.
“Existe una mala percepción de que los legisladores únicamente se dedican a levantar el dedo”, añade. “Pero eso es un estereotipo”.
Dwoark afirma que las elecciones más grandes y complejas en la historia de México, en la que se pondrán en disputa 21,000 puestos de elección popular, es una oportunidad para conocer los mecanismos en el proceso de toma de decisiones que serán determinantes para el país. La escuela es para personas que quieran conocer los mecanismos del aparato legislativo en México.
¿Cuál es el objetivo de este proyecto?
Este diplomado ya lleva 12 ediciones; de hecho, el curso que iniciará el 27 de abril empezaremos la 13 generación. Cuando empezamos mi compañero Xiuh Tenorio y yo, nos dimos cuenta que había muchos cursos sobre el Congreso que hablaban de derecho parlamentario y agenda legislativa. En realidad ninguno de estos dos temas es necesario para que se pueda formar un buen legislador o para impulsar el trabajo de nuestro otro público, personas que trabajan en el Congreso o quieren influir en la toma de decisiones.
El objetivo es conocer cómo funciona el proceso legislativo y, claro, el proceso de toma de decisiones. No es una escuela para ser un buen legislador sino para tener herramientas y una gestión exitosa. Ponemos mucha atención en gestión y atención política, proceso de toma de decisiones, cabildeo, diseño de instituciones. El objetivo es orientar un plan: para dónde van, para qué sirven (todos tiene habilidades distintas) y quién decide el futuro de la carrera. Hasta hace poco los partidos decían el futuro de cualquier parlamentario, pero con la relección los ciudadanos tendremos más control sobre la carrera política de nuestros legisladores.
¿Cuáles son las preguntas que suelen formular sus alumnos?
En primer lugar, cómo intervenir en el proceso de toma de decisiones; cómo funciona el Congreso real time. Lo primero que van aprender es a desaprender los prejuicios que tenemos sobre una buena carrera legislativa. Por ejemplo, medir el éxito con el número de iniciativas. Un legislador no presenta iniciativas necesariamente para ser aprobadas. Las presentan muchas veces para posicionarse. Hay legisladores que sí, tienen una agenda y la impulsan pero son muy pocos.
También aprenderán cómo la reelección consecutiva va a hacer un Congreso más sólido y más profesional. Por ejemplo, en esta legislatura, los personajes políticos sabían que su encargo duraría tres años, e hicieran lo que hicieran no eran vigilados. Ahora saben que su trabajo va a influir para quedarse con un escaño o curul. Eso va a influir en la composición de un Congreso más profesionalizado.
En términos políticos una cosa significa ganar una elección y otra muy diferente ejercer como legislador. ¿Cómo engarzar estos dos objetivos?
Más allá de la técnica existen ciertos aspectos que son mucho más importantes. Creo que ahora se confunde mucho la experiencia profesional, con la competitividad política y la capacidad de operar en el Congreso. Son cosas distintas. Por ejemplo, la opinión pública tiende a pensar que cuando un candidato es doctor en derecho, o es experto en tal tema, va a ser automáticamente un gran legislador. Eso es falso.
Primero esa persona debe demostrar que es capaz de ganar una elección, capacidades para operar electoralmente. Nuestro personaje puede ser un excelente profesionista, pero desconocer totalmente el proceso de toma de decisiones. La mayoría de las cosas se definen en táctica. Por ejemplo: sin un presidente de mesa directiva quiere que avance una iniciativa, pero la manda a varias comisiones va a atorar el proceso. ¿Qué debe de hacer? Implementar técnicas de negociación. Todo esto implica conocimientos más allá del derecho o de la técnica legislativa.
¿Tú crees que hacen falta estadistas o personajes que cumplan con el perfil estratégico, técnica, jurídico, político, etcétera?
La gente suele creer que un buen legislador es quien reúne todas esas cualidades en una misma persona, pero no necesariamente. Un grupo parlamentario exitoso debe tener un buen orador, un buen operador político, un conocedor jurídico, buenos técnicos, e incluso, buenos golpeadores y concertadores, es como tener un policía malo y uno bueno. En el caso de Porfirio Muñoz Ledo, es un personaje que tiene una capacidad de estrategia. Es alguien que tiene una historia política muy amplia. Experiencia. Es el personaje que planteó la reforma del Estado. Pero insisto, no es todo lo que hace o debe tener un legislador.
Por ejemplo, la mesa legislativa es un cargo que rota anualmente y es un cargo que se divide entre los partidos políticos. Pero con la reforma del año 2013, un legislador tiene capacidad de extenderse hasta 12 años. Nuestro personaje político puede iniciar como miembro de una comisión, luego secretario de la mesa directiva y quizá luego presidente. Hemos tenido políticos con una carrera muy brillante, pero esos roles están basado en posiciones muy distinguidas. En resumen: existen 46,000 legisladores en el mundo y no todos cumplen las mismas funciones, ni pueden algunos considerarse exitosos y otros no.
Lo que nosotros buscamos es que cada legislador que llega al Congreso pueda definir qué perfil quiere tener, qué desea y cómo pueden potenciar sus cualidades para ser exitosos.
Una crítica que formula la ciudadanía es que muchos legisladores van al Congreso a “levantar el dedo”. ¿Qué piensas sobre este juicio?
Es un estereotipo. Esa percepción se basa en que muchos legisladores hacen un trabajo no visible. Muchos se quejan de los diputados de representación proporcional, pero la mayoría de ellos son los que hacen un trabajo más fuerte. Son aquellos que se encargan de las comisiones de Hacienda, que presidente comisiones técnicas, que son operadores políticos y conciliadores.
Muchos de los llamados “levanta dedos”, la ciudadanía tiene esa percepción, porque una vez tomado el puesto no vuelven a sus distritos. Muchos también llegaron ahí por cuotas partidistas. No tienen un incentivo. Su trabajo no es visible o saben que están ahí de paso.
¿Seguirán? Lo que va a hacer la reelección es que tomen otro tipo de prácticas. Creo que ningún sistema electoral del mundo puede impedir que lleguen a un curul o escaño con personajes de mal desempeño. Pero la reforma incentivará la competencia continua entre las mismas personas. Va depurar y hacerlas más eficaces. ¿Cómo lograrlo? Eso es lo que vamos a ver en el diplomado.