La educación sexual infantil debe incluir las emociones
Las autoridades francesas sí están a favor de promocionar el uso y feminización de varios términos. Foto: Alicja/Pixabay

Por Nico Barya

Hablar de sexualidad es hablar de la vida diaria, de individuos y sus sentires; de comportamientos y expresiones; de relaciones interpersonales y comunitarias. Sin embargo, la educación sobre esta importante área del ser humano se ha centrado principalmente en cuestiones biológicas, como en las partes del cuerpo, el sexo o las enfermedades de transmisión sexual, entre otras.

Esa visión sesgada, unida a la sociedad de consumo y normalización de la violencia, ha desvinculado en cierta medida la sexualidad de los aspectos relacionales: afectividad, deseos y sentimientos. Por tal motivo, es común que muchas personas confundan hablar de sexo, cuando en realidad quieren hablar de sexualidad.

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Sin embargo, una educación sexual integral debe abarcar desde aspectos biológicos, hasta psicológicas y sociales, y los sentires son básicos en cualquier relación con nosotros mismos y los demás. “Todos los mamíferos, salvo nosotros, tienen una emoción e inevitablemente la ejercen, la expresan, realizan la conducta. El ser humano tiene la capacidad de tener una emoción y no expresarla”, explica Rafa Guerrero, psicólogo y doctor en educación.

El autor de Educación emocional y apego señala que la velocidad cotidiana puede nulificar lo que sentimos, así como el construir narrativas en torno a ello. Por tal motivo, invita a los padres y madres a estimular en sus hijos e hijas la reflexión sobre sus emociones, para que sepan qué las provoca y puedan compartir sus ideas al respecto.

Identificar emociones y sensaciones

“Vivimos, desgraciadamente, en una sociedad en la cual la reflexión, el pensar y el estar parado pensando en tus cosas, está mal visto”, dice Guerrero, quien recalca la importancia de estimular la comunicación en niños y niñas para que estos vayan más allá de respuesta como “bien” o “mal” cuando les preguntan cómo se sienten.

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Vale la pena señalar que, en México, la educación sexual ha sido calificada como magra y apegada a una cuestión biológicas por instituciones de evaluación educativa. De igual manera, en la mayoría de los hogares y en las escuelas, los menores son sometidos a una cantidad de reglas que impactan su autonomía y la validación de sus emociones.

Enseñarles a los pequeños sobre las emociones es tan importante como capacitarlos sobre su cuerpo y las partes que lo integran.

Una educación sexual infantil integral implica que los menores identifiquen lo que sienten, para que así sepan que les gusta y que no, y que aprendan a poner límites, es decir, alejarse de aquello que les genera malestar.

Para el llamado padre de la pedagogía, Juan Amos Comenio, el primer paso para el aprendizaje, es la sensación. De esta forma, resulta fundamental, para brindar educación sexual, que niños y niñas sepan qué cosas les genera ciertas emociones, que las identifiquen por su nombre y reconozcan qué otras acciones o situaciones las provocan también.

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Lo anterior puede sonar como algo sencillo, pero durante la actual pandemia notamos la importancia, y a veces dificultad, de desarrollar una inteligencia emocional que permita identificar toda esa maraña de sentimientos y resistir climas adversos.

De esta forma, para que tus hijos o hijas se pongan en contacto con sus emociones, es posible usar un sinnúmero de oportunidades que brinda la vida diaria. Lo importante es tener una escucha activa e incentivar la comunicación.

Algunos detonantes de educación sexual-emocional

  • Videos y películas: ponernos en los zapatos de otros personajes puede ser una oportunidad perfecta para que identifiquen sus emociones. Es decir, al ser testigos de ciertas situaciones, es posible preguntarles qué sienten al respecto y qué harían ellos o ellas. La película Intensamente (Disney-Pixar, 2015) es perfecta para que sepan que todas sus emociones son válidas y se presentarán en diversas situaciones.
  • Cuentos y lecturas: al igual que los videos, estos les permitirán ser un ojo externo que analice las decisiones que toman otros y las implicaciones que pueden conllevar. Un libro interesante es Ati y su caja de besos (Ed. Uranito), de Elena Laguarda, que explica cómo se siente el pequeño Dragón cuando su mamá lo obliga a saludar de beso a su tía aunque este no quiera.
  • Emoticones, fotografía y dibujos: puedes hacer algo tan simple como dibujar en una cartulina caritas con diferentes emociones. Después, pregúntale a tu pequeño o pequeña qué emoción se imagina que es y qué cosas las provocan en él o ella.
  • Mímica e imitación: de forma divertida podrás crear toda una escena, para que ellos y ellas se den a la tarea de describirla e imaginar qué es lo que sucede con base en sus conocimientos y en las emociones que han experimentado en su vida.

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Cuando los y las menores aprenden a identificar sus emociones y qué las generan, es importante que los mayores a su cargo las validen, que eviten recriminarlos o censurarlos. De esta forma se sentirán seguros al expresarlas y podrán tomar de decisiones más acertadas ante las situaciones que se presenten cotidianamente.

Este artículo se publicó originalmente en Baby Creysi. Consúltalo aquí.

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