¿Hombres que le temen al feminismo? Esencia de los seguidores de la ‘píldora roja’
La píldora roja es un movimiento de hombres que se dicen oprimidos por el feminismo y que promueve discursos machistas. En entrevista, Esmeralda Correa explica su auge y anticipa sus riesgos.
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La píldora roja es un movimiento de hombres que se dicen oprimidos por el feminismo y que promueve discursos machistas. En entrevista, Esmeralda Correa explica su auge y anticipa sus riesgos.
¿Un espacio seguro para recriminar la traición y el desprecio de las mujeres? y ¿un “gurú” que te invita a tomar la píldora roja para encontrar la fórmula secreta de la seducción? No es un chiste. Así promociona Luis Castilleja, mejor conocido como Temach, su canal de YouTube, desde donde asesora a hombres jóvenes que repudian el feminismo.
El creador de contenido se presume como un “experto en relaciones interpersonales”, afirma que el rol de la violencia y el maltrato ahora lo encarnan las mujeres, niega (o desconoce) el privilegio masculino, rechaza la liberación feminista y promueve un modelo de autosuperación en el que la familia tradicional tiene un rol preponderante.
Con un discurso conservador disfrazado de empoderamiento, Temach y otros creadores de contenido martirizan a los varones que “están siendo oprimidos por el feminismo”, atribuyen al marketing y al capitalismo la mala imagen de los hombres y sin tener formación psicológica aconsejan -semanalmente- a miles de espectadores bajo la tendencia ideológica de la píldora roja o “the red pill”.
La píldora roja es una metáfora con la que se invoca una escena de la taquillera película Matrix, en la que al protagonista, Neo, le piden escoger entre una verdad inquietante y la comodidad de permanecer en la ignorancia. Al decidir entre la píldora roja o la píldora azul, Neo realmente escoge si desea abrir los ojos a la realidad o si prefiere mantenerlos cerrados.
La esencia de esta escena fue utilizada por un grupo de hombres que invita a sus iguales a “darse cuenta” de la supuesta opresión en la que viven en pleno siglo XXI y con la que pretenden socializar la manera correcta de manipular mujeres.
Esmeralda Correa*, especialista en estudios sobre juventud y cultura de la Universidad de Guadalajara, desmenuza para La-Lista los factores que desataron este movimiento digital, caracteriza a sus seguidores y advierte que este contenido se ha convertido en “un verdadero riesgo” para los niños y las juventudes que lo consumen.
¿A qué atribuyes la tendencia al alza del movimiento de la píldora roja?
El movimiento feminista creció a partir del #MeToo y su efecto creció a la par: hubo un cambio en las relaciones amorosas, un cambio en las relaciones de amistad, e incluso en las relaciones laborales. Ya no fue tan fácil saludar de beso a una chica y manosearla por la espalda. Es decir, empezaron a haber cambios en la vida cotidiana que comenzaron a ser también perceptibles para los hombres.
Estos cambios que podían ser pequeños o grandes, dependiendo de la mujer y su entorno, los empezaron a percibir los hombres como un ataque, como si se les estuviera acorralando y así resurge con fuerza un movimiento que aboga por la masculinidad tradicional y hegemónica, y promueve la misoginia y el machismo.
Hay quienes aseguran que el Temach y otros personajes buscan empoderar al hombre sin menospreciar a la mujer, ¿qué hay de cierto en esto?
En realidad el movimiento es muy heterogéneo, y puede haber fracciones de grupos que tengan otra perspectiva. Pero es obvio que los influencers que promueven esta ideología no se van identificar explícitamente como misóginos. Y algunos que consumen su contenido podrían replicarlo por ignorancia y desconocimiento de la tenencia ideológica que hay detrás.
¿Quiénes se sienten atraídos por el discurso para frenar la “opresión del hombre”?
Los chicos que se identifican con el movimiento de la píldora roja en su mayoría también se identifican con ideología de derecha, abogan por la familia tradicional, son homofóbicos o transfóbicos, y están en contra de del aborto libre. Pero lo más peligroso es que algunos incluso celebran la violencia contra la mujer. Sobre esto último, he documentado infinidad de casos en el entorno digital, que hoy en día es el medio por el que se comunican, comparten contenido y popularizan el movimiento.
Entonces, ¿el grupo de la píldora roja sí se configura como un movimiento violento?
No solo es machista y misógino, también es un movimiento violento. Algunos de sus seguidores no ven con buenos ojos ciertas expresiones en contra de la mujer, pero aquí el riesgo es con las nuevas identidades, con nuestros jóvenes y hombres más pequeños que apenas empiezan a interactuar en las redes sociales y que se acercan a este tipo de contenido.
¿Qué intereses hay detrás de este grupo?
El origen de la red pill se remonta a grupos de política de ultraderecha en Estados Unidos, pero aquí es bien interesante identificar que detrás del movimiento existe un interés económico. Por un lado, camina el movimiento ideológico, pero por otro lado, no sabemos en qué medida los influencers creen en esto o son una figura pública creada para vender el producto a un nicho en específico. No debemos de perder de vista que esto también es un negocio.
Personas como el Temach empiezan como influencers, logran ganar seguidores y la mayoría termina cobrando por tutoriales, libros y hasta asesorías, que se imparten de manera ilegal, mediante la usurpación de profesiones. ¡Cobran por asesoría individual! Y pueden hasta cometer estafa en el sentido de que no son profesionistas. O sea, es un chavo cualquiera que se pone a ‘coachear‘ sobre un tema que no sabe y además orienta sobre cuestiones emocionales o psicoemocionales.
¿Qué características poseen los jóvenes que consumen contenido de la píldora roja?
Al inicio era más fácil delimitarlos porque el movimiento era más pequeño y abogaba por el cuidado del físico. Una premisa era que tenías que hacer ejercicio “porque a las mujeres les gustan los musculosos”. Entonces, inicialmente el nicho si era de hombres deportistas, con ideas un poco racistas y clasistas, que apostaban por la acumulación de capital precisamente “para atraer mujeres”.
Sin embargo, ahorita ha crecido tanto el movimiento que ya se ha vuelto mucho más heterogéneo y encontramos ahí a cualquier persona, sin importar su estrato económico o apariencia física, así que más bien han empezado a identificarse por prácticas que llevan a cabo con las mujeres: ignórala, no la busques, no ‘le dispares nada’. Tienen una especie de decálogo, pero en realidad su ideología está un poco borrosa y se contradice. Por un lado, se quejan de ser proveedores, pero por el otro lado buscan mujeres sumisas que estén en casa.
¿Comparten una “especie de principios”?
En esta estructura hay subgrupos que se diferencian del resto, como los incels, que son los célibes involuntarios, que encarnan la misoginia y odian a las mujeres por “haberles arrebatado” lo que consideran un derecho natural: el de tener sexo. Pero en la generalidad han optado por clasificar a las mujeres en dos niveles: casaderas y no casaderas.
Las “mujeres casaderas” son mujeres vírgenes, sumisas y trabajadoras, pacientes y que perdonan la infidelidad, que aportan a la familia, pero que también son capaces de atender todo el sistema de cuidados en solitario: la crianza de los hijos, lavar, planchar, cocinar, etcétera.
En su ideología los hombres entre más experiencia sexual tengan alcanzan un mayor valor, pero con las mujeres ocurre a la inversa: a mayor experiencia sexual menor valor tendrán. A ese grupo de mujeres les llaman mujeres con “alto kilometraje”. Y entre sus reglas también destaca que “nunca buscarán a una madre soltera”.
Ahora, no conformes con etiquetar a las mujeres se etiquetan ellos mismos: Sigma, Alfa, Beta, Simp y esta clasificación existe con base en el tipo de conducta que tienen cuando interactúan con las mujeres.
¿Es un grupo que se aglutina por su desprecio a las mujeres, pero que a la vez tiene como fin último seducir mujeres?
Sí, fíjate lo curioso de este movimiento. Su propia evaluación de éxito está sostenida en la habilidad que desarrollan para “conquistar mujeres”. De ello, dependen para escalar en su pirámide de poder. Todo un caso.
Pero lo que sí vale la pena destacar es que es una tendencia de mucho riesgo. Sí las mujeres de alto valor con las que aspiran a relacionarse deben ser vírgenes, Entonces, ¿a que grupo de mujeres desean acercarse? En México, las adolescentes pierden la virginidad en promedio a los 15 años o 16 años. Así que pongámoslo de esta forma: estamos hablando de hombres de 40 años que andan buscando niñas de 14 para establecer una relación.
¿Podemos decir que el movimiento de la píldora roja nació para hacerle al feminismo?
Sí, por supuesto que tiene como objetivo combatir el feminismo. En la medida en que las mujeres vayamos ganando derechos, ellos se van a ir organizando para hacerles frente. Se debe al miedo de no saber relacionarse. Son hombres que no se saben interactuar con las nuevas formas de feminidad y de ser mujer y que tampoco han sabido evolucionar e ignoran las nuevas masculinidades.
Aunque ahora permanecen en el entorno de lo digital, en Estados Unidos han logrado accionar en las calles. Intentando legitimar el movimiento van diciendo algunas cosas que si las escuchas sin contexto, corres el riesgo de darles la razón. Por ejemplo, afirman que muchos hombres han sido acusados de violación pese a ser inocentes y eso no es falso, pero tampoco justifica la misoginia ni borra el hecho de que estuvimos excluidas del desarrollo social durante siglos.
*Esmeralda Correa Cortés es doctora en Ciencias Sociales, coordinadora de la Cátedra UNESCO de la juventud y profesora investigadora del Departamento de Políticas públicas de la Universidad de Guadalajara