Retroceso de derechos LGBTQ+: Hungría, Bulgaria y Georgia imitan agenda rusa contra la diversidad en la Unión Europa
Hungría, Bulgaria y Georgia replican leyes rusas que criminalizan a personas LGBTQ+; este retroceso golpea a la democracia en Europa.

Un informe de la Fundación Friedrich Naumann advierte que el retroceso a los derechos LGBTQ+ en Hungría, Bulgaria y Georgia atenta contra la democracia en Europa.
/La-Lista
La igualdad LGBTQ+ en Europa, un símbolo de progreso democrático, enfrenta hoy un retroceso alarmante en países como Hungría, Bulgaria y Georgia. En lugar de consolidar avances, estos Estados adoptaron un modelo autoritario que criminaliza la diversidad sexual y de género. De acuerdo con el informe “Russia’s Copycats” de la Fundación Friedrich Naumann, estas medidas no surgen de preocupaciones locales espontáneas, sino de un patrón transnacional inspirado directamente por el Kremlin.
En vez de fomentar el respeto a los derechos humanos, los gobiernos de estos tres países han utilizado narrativas de protección infantil y valores tradicionales para censurar expresiones LGBTQ+. Esta ola de regresión está estrechamente ligada a un contexto geopolítico: el uso de la cultura y la moralidad como armas para erosionar la democracia y consolidar el poder de regímenes autoritarios.
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Tal como advierte el estudio, el retroceso LGBTQ+ es parte de una estrategia más amplia de “guerra híbrida”, que busca dividir a las sociedades europeas desde adentro.
Desde la aprobación de la ley de propaganda anti-LGBT en Rusia en 2013, se ha expandido un modelo legal represivo hacia Europa del Este. Hungría, Bulgaria y Georgia replicaron este esquema con matices locales, en algunos casos incluso superando la represión rusa en su velocidad y severidad.
Hungría: censura y vigilancia al estilo Kremlin
El gobierno de Viktor Orbán ha convertido a Hungría en el laboratorio más avanzado de políticas anti-LGBTQ+ en la Unión Europea. Desde 2020, este país ha prohibido el reconocimiento legal de las personas trans, restringido la adopción para parejas del mismo sexo y aprobado la infame “Ley de Protección Infantil”, que en realidad impide mostrar cualquier representación de identidades LGBTQ+ a menores de edad.
En 2025, el Parlamento húngaro fue más allá al prohibir las reuniones públicas que “infrinjan” la ley de protección infantil, lo que se traduce en la práctica a eliminar las marchas del Orgullo. Orbán declaró públicamente que organizar un Pride sería “una pérdida de tiempo y dinero”, una afirmación que buscó disuadir cualquier forma de resistencia visible.
Estas leyes han tenido un efecto paralizante sobre la sociedad civil, promoviendo la autocensura en escuelas, medios de comunicación y espacios culturales. Además, permiten el uso de tecnología de reconocimiento facial para castigar infracciones menores, introduciendo una lógica de vigilancia estatal alarmante.
Bulgaria: retroceso cargado de ultranacionalismo
En Bulgaria, el declive de los derechos LGBTQ+ ha estado marcado por una creciente inestabilidad política. Aunque es miembro de la UE desde 2007, el país nunca ha implementado leyes robustas contra los crímenes de odio por orientación sexual o identidad de género. A partir de 2018, el rechazo a la Convención de Estambul y la proliferación de movimientos anti-género marcaron un punto de inflexión.
En 2024, el Parlamento búlgaro adoptó un paquete legislativo promovido por el partido ultranacionalista y pro-Kremlin Revival. Esta ley prohíbe toda “propaganda” sobre orientaciones sexuales “no tradicionales” o identidades de género distintas a la biológica en el sistema educativo. Aunque no especifica sanciones claras, permite castigos disciplinarios a maestros, trabajadores de la salud y funcionarios públicos.
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El impacto fue inmediato: organizaciones LGBTQ+ fueron expulsadas de escuelas y espacios comunitarios. Las narrativas de odio, como el término “Gayropa”, se normalizaron en el discurso público y mediático. El Parlamento Europeo ha criticado duramente estas medidas, pero la respuesta institucional de la UE ha sido, hasta ahora, tibia.
Georgia: del avance al colapso democrático
Georgia experimentó avances iniciales después de 2012, incluyendo leyes antidiscriminación y mejoras en el código penal; sin embargo, desde la invasión rusa a Ucrania y el giro autoritario del partido Sueño Georgiano, el país ha revertido esos logros.
En 2024 se aprobó la “Ley de Valores Familiares y Protección de Menores”, que prohíbe marchas del Orgullo, muestra de símbolos LGBTQ+, cambios legales de género y hasta procedimientos médicos de reafirmación de género, todos castigados con prisión.
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Además, Georgia aprobó su propia Ley de Agentes Extranjeros —una réplica directa de la ley rusa que obliga a organizaciones y personas que reciban fondos extranjeros a registrarse como “agentes del exterior”.
La represión es tan intensa que asociaciones LGBTQ+ informan un incremento en la emigración, la violencia y el miedo. Como señala Mariam Kvaratskhelia, de Queer Initiative, “lo que a Rusia le tomó una década, Georgia lo hizo en menos de dos años”.
El patrón ruso y la amenaza democrática
Según el estudio de la Fundación Friedrich Naumann, lo que une a estos tres países no es únicamente la homofobia institucional, sino su imitación del modelo ruso. Las leyes contra las personas LGBTQ+ son solo la punta del iceberg: el verdadero objetivo es desmantelar los marcos democráticos, silenciar la disidencia y consolidar un poder autoritario.
Conceptos como “familia”, “tradición” o “soberanía nacional” se usan estratégicamente para marginar a minorías y retratar a sus defensores como enemigos del Estado. Esta narrativa polarizante busca dividir a la ciudadanía, distraer de las fallas en la gobernanza y perpetuar la permanencia en el poder.
Resistencia queer frente al autoritarismo
A pesar de la represión, las comunidades LGBTQ+ no se han rendido. En Hungría, activistas como los de Háttér Society continúan organizando el Pride como forma de resistencia. En Bulgaria, colectivos como Bilitis y Single Step han lanzado campañas de información y recursos de salud mental ante el incremento de ataques.
En Georgia, pese a la censura, líderes como Tamar Jakeli y Mariam Kvaratskhelia siguen denunciando la persecución y organizando redes de apoyo. “Nadie quiere cambiar este gobierno tanto como las personas queer”, afirma Kvaratskhelia. La lucha LGBTQ+ es también una lucha por el futuro de la democracia.
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La Fundación Friedrich Naumann alerta que las políticas antiderechos, exportadas desde Rusia, son parte de una estrategia más amplia que busca socavar a las democracias liberales desde adentro y llama a la comunidad internacional —en especial la Unión Europea— a responder con firmeza.
Como concluye el informe de la Fundación, proteger los derechos LGBTQ+ no es solo un asunto de justicia, sino un baluarte imprescindible para preservar las libertades democráticas en Europa.