Infancias trans en México: Samantha dijo sí a la transición de género a los 8 años, el arte la ayudó a abrazar su identidad

Lunes 23 de junio de 2025

Infancias trans en México: Samantha dijo sí a la transición de género a los 8 años, el arte la ayudó a abrazar su identidad

Samantha es una adolescente trans de 13 años, que encontró en el arte la fortaleza para vivir su transición de género y abrazar su identidad.

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Samantha Galván es una adolescente trans de 13 años, que encontró en el teatro y la danza un refugio para vivir su transición de género.

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La-Lista

Samantha Galván es una adolescente trans de 13 años, que encontró en el teatro y la danza un refugio para vivir su transición de género.
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Samantha Galván viajaba en la parte de atrás del auto de su papá, cuando se armó de valor para decir algo que llevaba días rondando su cabeza: “Soy una chica trans”. En ese momento, aún no era Samantha para el resto del mundo, pero ella ya se autopercibía como una niña. Semanas atrás había acudido a un picnic de la diversidad sexual y allí pudo dar nombre, por primera vez, a lo que sentía.

Sam tenía ocho o siete años de edad cuando “se confesó”, pero su identidad se había expresado desde mucho antes. Según Emmanuel, su papá, desde los cinco años Sam se dibujaba usando vestido o colitas y esa inquietud se fue haciendo cada vez más evidente conforme pasó el tiempo.

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Le gustaba jugar a las barbies o a que era bailarina y en las caricaturas que veía los personajes femeninos, especialmente las villanas y las brujas, eran sus favoritas. Sam jugaba a imaginar que era una de ellas. Para Emmanuel no pasó desapercibida esta actitud, así que decidió acercarse a la Asociación por las Infancias Transgénero, a fin de poder orientar a Samantha.

Él no le dijo qué tenía que hacer o qué tenía que decir, muchos menos quién debía de ser, pero sí le dio los recursos y la contención para que ella solita pudiera hacerlo.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género, del Inegi, en México vive una población de 908 mil personas trans, es decir, que consideran que su sexo asignado al nacer no corresponde con su identidad. De ese total, el 62% admite haber reconocido su verdadera identidad de género durante la primera infancia, tal y como le pasó a Sam.

El picnic, donde encontró palabras para lo que sentía, fue organizado por la asociación y le abrió los ojos a un nuevo mundo. En ese ambiente de libertad, entendimiento y soporte se sintió con la confianza de decir que ella era una niña y ese día todo cambió.

“Me acuerdo que fue muy raro, pero muy lindo. En ese momento, yo me asumía como gay y por convivir terminé diciendo ‘soy chica trans’, pero me empezaron a hablar con pronombres femeninos y ¡wow! me sentí muy cómoda, aunque al mismo tiempo muy rara, porque era ‘salirme de la norma’”, confiesa.

Sam solo se había sentido así de plena bailando o cantando en su cuarto, y más tarde entendería que el arte le gustaba tanto porque le permitía fluir o dejar atrás cualquier estigma, censura, o señalamiento sobre su identidad.

Transición de género: orgullosa niña trans

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Samantha recibió el apoyo de su papá al momento de reconocer que su identidad de género no coincidía con su sexo asignado al nacer. / Francisco Castillo (La-Lista)

La confesión en el coche quedó grabada en la memoria de Samantha, porque también fue el día en el que decidió mudar de piel y dar el sí a la transición de género.

Transicionar es un proceso que puede incluir cambios sociales, legales y físicos, o médicos (como terapia hormonal y cirugía), pero varía de persona a persona. Si alguien dice que está “transicionando”, puede significar una combinación de estas tres, o incluso solo una de ellas. Pero el resultado en la mayoría de los caos ayuda a la persona a sentirse más cómoda con lo que es.

Samantha no sabía del todo lo que era hacer una transición, pero su papá le explicó con paciencia y cariño. “Me acuerdo que yo estaba súper nerviosa, porque una cosa es hablarlo y otra cosa es hacerlo, ¿no? Venía atrás, me acuerdo, y era de noche. Habíamos ido al cine y yo no tenía mis manos quietas, pero mi papá me dijo ‘te apoyo’ y fue muy bonito”, comparte.

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Emmanuel terminó la charla con su hija preguntándole que quería hacer a continuación y ella no lo dudó. La transición de género era una opción sobre la mesa y era también la oportunidad de poder mostrarse tal cual quería. Así que no pasaron muchos días para que Sam llegara formalmente a la familia. Aunque, Emmanuel piensa que en realidad siempre estuvo allí.

El arte como refugio de personas trans

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Samantha es co-protagonista de la obra Les Desertores, una puesta en escena que refleja la realidad de las infancias transgénero. / Cortesía

A Sam siempre le gustó bailar, hacer gestos y muecas, tirarse al drama y experimentar con la pintura, la música o las telenovelas. Desde antes de reconocer que era una persona trans, sus padres la llevaron a clases en las que pudiera expresar sus emociones y allí aprendió que el arte no tiene etiquetas.

A los nueve años ingresó a la Escuela de Iniciación Artística “Guillermo Padilla” y la maestra la escogió para protagonizar Xipetotec, la historia del Dios azteca cuyo nombre significa “Nuestro señor desollado”.

Esta deidad mesoamericana es asociada con la fertilidad y la agricultura, pero también con la curación y la renovación. Su representación desollada significa que se despide de la piel vieja para dar paso a una piel nueva.

Samantha encontró en la puesta escena muchas similitudes con su propia historia y aunque la maestra no lo sabía, la ayudó a entender su proceso de transición y los cambios que llegaron a su vida.

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“La obra trataba de que el Dios cambiaba de piel y se transformaba en otra cosa, y creo que eso me hizo despegarme de quién era en ese entonces”, explica la adolescente, quien ahora es co-protagonista de la obra Les Desertores.

Las artes y muchas de las personas que trabajan en el mundo de lo creativo, han sido cómplices de Samantha, porque le han ayudado a transportarse a un mundo en donde puede ser “ella y nada más”.

“Yo creo que fue por el teatro y la danza, tratando de mover el cuerpo y con todo el tema de la expresión, donde me reconocí”, dice.

En el escenario, Sam siente que su cuerpo le arrebata las palabras. “Parece que las hace a un lado y solo muestra lo que quiere decir mi cuerpo: es como mostrarme feliz y orgullosa de cómo me muevo, y cómo me siento”, concluye.

Frenar la transfobia en las escuelas

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Samantha Galván sufrió bullying en su escuela primaria incluso de los maestros y la directora. / Cortesía

Aunque Samantha se sintió mucho más feliz con su cambio –tal y cómo lo documentó un estudio sobre la satisfacción de vida de las personas trans– no todos a su alrededor lo entendieron igual. Lamentablemente, el rechazo, los señalamientos y hasta la violencia en sus múltiples modalidades, es algo común para las personas trans.

Sam recibió el apoyo incondicional de su papá, quien tiene una maestría en género y derechos humanos, pero con su mamá las cosas no fluyeron de la misma manera. Ahora, mantienen comunicación y ella respeta la identidad de género de su hija; sin embargo, en un inicio no ocurrió así.

Además, en la escuela se convirtió en víctima de bullying, pero no solo de las y los estudiantes, sino también de docentes y personal de la Dirección.

Un informe de la Asociación por las Infancias Transgénero documentó que 8 de cada 10 centros educativos a los que acuden niños, niñas y niñes trans no cuentan con información suficiente sobre diversidad sexo-genérica, lo que se traduce en reglas que violentan su identidad autopercibida.

Además, revela que 5 de cada 10 familias tuvieron impedimentos para que la escuela respetara los procesos de reconocimiento de identidad de género de las infancias. Y precisamente, eso le pasó a Samantha.

“Cuando iba en la primaria sí fue muy difícil, yo era la primera niña trans que había tenido toda la escuela y fue horrible. Al final no me llamaron como yo quería que me llamaran y me hablaban por otro nombre que ni era mío, por parte de la Directora, las maestras, los compañeros”, comparte la joven.

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Samantha no la pasó bien, se nota cuando rememora esa época, pero hoy se consuela con su vida en la secundaria, ya que logró inscribirse al Centro de Educación Artística “Diego Rivera”, una escuela que integra la formación básica y asignaturas provenientes de cinco áreas artísticas.

“Siempre me quisieron correr de esa escuela, cuando me empecé a mostrar como quien era en realidad, y fue un obstáculo súper difícil, pero ahora en el CEDART he conocido a personas más conscientes, que entienden quién soy yo”, subraya.

Ahora que cursa la secundaria, las materias favoritas de Samantha son teatro y ballet.

Arte LGBT+ para entender quién eres

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Samantha Galván escogió como su nombre artístico Samantha Channel; actualmente estudia en la secundaria del CEDART. / Francisco Castillo (La-Lista)

Han pasado cinco años desde que Samantha se reconoció como una chica trans. En perspectiva, lo más difícil fue entenderse a sí misma, sobre todo en un contexto que rechazaba su existencia o la juzgaba por convenciones sociales, pero ahora el mundo exterior ya no le roba la sonrisa.

El teatro –que está muy presente en su vida– su papá y el cariño de sus seres queridos le ayudaron a vivir una transición pacífica, pero cuando reflexiona lo que en verdad la sostuvo todo este tiempo, afirma que fue ella misma.

“Yo creo que más que nada me sostuve de mí misma, de ese no me siento cómoda aquí, entonces no voy a permanecer en un lugar donde no me siento cómoda. Al final, te das cuenta que llegaste sola al mundo y te irás sola y eso te hace sentir tu propia fuerza”, explica.

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Les desertores es la primera obra con la que tiene el reconocimiento de “actriz y adolescente trans” y también es la obra que le ayuda a reconocerse todos los días como una mujer valiente y resiliente.

“Con mis co-presentadores fue llegar a un nuevo mundo. Elles ya tenían más tiempo siendo trans y estando en las disidencias, y para mí fue como abrirme a nuevos espacios. Siento muy bonito, o sea, siento que mi cuerpo se entrega al momento de estar en el escenario y abraza mi diversidad sin miedo a lo que digan o piensen los demás”, confiesa.

En el contexto del retroceso de los derechos de las personas trans en países como Estados Unidos, Sam llama a meterse en el papel de “solo voy a ser yo y voy a existir como yo quiero existir”, porque solo así, dice, se puede defender la diversidad y combatir los prejuicios.

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