México fue alguna vez líder climático, ahora retrocede con el carbón
Foto: Bence Balla-Schottner/Unsplash.com

Los hombres de turno de la media noche fumaban y contaban chistes alumbrados por la luz de sus cascos mientras se preparaban para bajar a la mina. Cargaban el equipo de seguridad y rollos de tubería en barriles para un segundo turno que empezaría a trabajar más adelante en la semana.

“Estamos reactivando la industria”, dijo Arturo Rivera Wong, quien acaba de contratar 40 trabajadores más para la mina que tiene en las tierras llenas de matorrales en el estado fronterizo de Coahuila.

“Se van a reactivar cuatro hornos en la planta termoeléctrica “, explica. “Con esto se van a disparar las ventas de carbón”.

Al empeorar las crisis climática y al caer los precios de las energías limpias, los gobiernos de todo el mundo están liberando a sus economías del carbón y de otros combustibles fósiles.

México se mueve en la dirección contraria.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, conocido comúnmente como AMLO, presentó sus planes de comprar casi 2 millones de toneladas de carbón térmico de pequeños productores como Rivera. También quiere reactivar un par de plantas de carbón en la frontera con Texas, que se han ido parando porque el gas natural y las energías renovables tienen un papel más importante en el panorama energético de México.

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No sólo está apostando en grande por los combustibles fósiles, López Obrador también está deteniendo el avance de las energías limpias.

El presidente populista promueve una visión de soberanía energética en la que las compañías que pertenecen al estado, PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad, son los proveedores de petróleo y de la generación de electricidad. Las compañías privadas, que han invertido enormemente en la energía limpia, quedan relegados a un rol secundario en la visión de López Obrador, y las emisiones y los compromisos climáticos no parecen estar presentes.

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Un minero en México emerge de un pozo de un mina de carbón en Agujita, Coahuila en noviembre de 2012. Foto: Yuri Cortéz/AFP/Getty Images

“En lugar de pensar en una transición del carbón y los combustibles fósiles está pensando en usar más carbón y petróleo”, dijo Adrián Fernández Bremauntz, director de Iniciativa Climática de México, una organización ambientalista.

“Ningún otro país del G20 tiene políticas energéticas tan anormales y retrógradas como este gobierno”, agregó. “No nos va a llevar hacia nuestros objetivos climáticos”.

Las políticas de AMLO contrastan en gran manera con las de la administración de Biden, quien declaró que la crisis climática supone “una amenaza existencial” y dio a conocer una serie de políticas para liberar a la economía de EU de los combustibles fósiles.

El actual plan de inversión de la CFE deja de lado completamente los proyectos de energía limpia. Y un proyecto de ley que se acaba de presentar al congreso obligaría a la CFE a comprar energía de sus propias instalaciones, incluyendo las plantas de carbón, antes de que las energías renovables.

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López Obrador dice que su gobierno remodelará las instalaciones hidroeléctricas, lo que permitiría que México cumpliera con sus compromisos climáticos de generar el 35% de su electricidad vía renovables.

Pero para dar prioridad a los combustibles fósiles y al restablecimiento de la industria eléctrica que dirige el estado, el gobierno mexicano ha expresado sus dudas repetidamente sobre la dependabilidad de las energías renovables, argumentando que las energía solar y eólica no son confiables y aseguran que se les ha dado prioridad por encima de los proyectos de las hidroeléctricas de la CFE.

A pesar de los poderosos huracanes, las sequías y el clima extremo que afligen a la región, se ha mantenido el silencio sobre la crisis climática.

Después del apagón de diciembre que dejó en la oscuridad a 10.3 millones de usuarios, la CFE culpó en parte a la CFE a los niveles récord de energía renovable que saturó la red eléctrica.

En tiempos pasados México era líder climático. Fue el primer país en desarrollar un plan de acción climática antes del acuerdo de París, pero esas ambiciones se ven amenazadas ahora por la falta de interés del gobierno.

“El acuerdo de París no tiene relevancia en lo que se está hablando ahora en el sector eléctrico”, dijo Jeremy Martin, vicepresidente de energía y sostenibilidad del Institute of the Americas.

López Obrador tiene una visión de los combustibles fósiles y de las compañías gubernamentales que surge de su crianza en el estado de Tabasco, rico en petróleo, en momentos en que PEMEX era considerada el vehículo para el desarrollo nacional. Se ha excluído a  compañías privadas y extranjeras del sector energético desde la expropiación de 1938.

Pero en 2013 se abrió un resquicio en la industria que abría la puerta a las inversiones, sobre todo en renovables. México introdujo las subastas de energía limpia, que “establecieron precios récord por lo bajo que estaban apostando los desarrolladores para incluir a los renovables en la mezcla”, dice Martin.

Estas subastas se detuvieron cuando López Obrador asumió el cargo en 2018. Anaid Velasco, director de investigaciones del Centro Mexicano de Ley Ambiental, describe la nueva política gubernamental como “Voy a poner obstáculos en el camino del sector privado, que invirtió en renovables y voy a poner todos mis esfuerzos, y al menos el 80% del presupuesto, en los combustibles fósiles”.

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Aunque la miseria ha aumentado en México a causa de la pandemia del coronavirus, López Obrador ha seguido invirtiendo en PEMEX y no ha detenido la construcción de una refinería masiva con valor de 8 mil millones de dólares.

“Vamos a rescatar a PEMEX y a la CFE”, dice AMLO con frecuencia, apelando al nacionalismo e impugnando a sus antecesores por abrir el sector energético a los inversionistas privados y extranjeros.

George Baker, un analista veterano de PEMEX, comparó la retórica sobre energía de AMLO con la de Trump y su fijación de restablecer la industria del carbón. “Está al nivel del ‘Make America Great Again’ que sirve para hacer sentir bien a la gente”, dijo.

López Obrador se ha mostrado también muy entusiasta con el carbón, que produce apenas el 9.5% de la electricidad de México. En octubre, viajó a las regiones mineras de Coahuila, para anunciar la reactivación de las plantas de la CFE que funcionan con carbón. Dijo que la energía limpia es un “sofisma” que sirve para dar prioridad a las empresas privadas sobre las públicas”.

El compromiso del presidente con el carbón fue recibido con alivio por mineros como RIvera, cuya familia ha trabajado las minas desde hace tres generaciones.

La minería casi se para en 2019 cuando la CFE dejó de comprar por los planes de transición a energías más limpias. Cerca de 10 mil mineros perdieron su trabajo.

Para mantenerse a flote, Rivera cerró la mina y vendió 20 vacas y la casa que había heredado de su madre. Algunos de sus empleados tenían que pizcar nueces para alimentar a sus familias.

Ahora su empresa extrae 700 toneladas de carbón a la semana de su mina que se encuentra bajo un terreno de cactus y mezquite.

La región está llena de minas de todos tamaños, aunque van de los pocitos artesanales hasta las operaciones de gran escala y las fosas abiertas. “Si cavas 30 metros encuentras carbón”, dijo Javier Gómez Acuña, director de Prodemi, una agencia del gobierno que promueve la minería. “Está en todas partes”.

Las condiciones son peligrosas. El 19 de febrero se conmemora el décimo quinto aniversario del desastre de Pasta de Conchos en el que murieron 65 mineros. Si la planta reabre más hornos, Rivera espera aumentar la producción a 1900 toneladas de carbón a la semana.

“¿Qué quiere el presidente? Reactivar la economía porque el 50% de la región depende de la minería,” dice Rivera.

Rivera no niega la crisis climática y dijo que la sequía ha afectado a la región durante 3 años. “Definitivamente creemos en el cambio climático y en formas alternativas de producir energía. Pero tenemos que avanzar poco a poco”, dijo.

Los trabajadores que se preparan para la reapertura de las minas están más preocupados por el trabajo que por el clima.

“Dicen que ya no van a comprar carbón por las lámparas solares y cosas así”, dijo Luis Alberto García. “Pero espero que siempre podamos vender carbón porque de eso vivimos”.

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