Fuentes fósiles: Lo (no) barato sale (mucho más) caro y ensucia

Hay cosas que a nivel global se están debatiendo y que a nuestro establishment local le importa poco, sobre todo cuando hay un empecinamiento para borrar todo lo que huela a historia reciente, como es el caso de la política energética.

La semana pasada hubo tremendo enojo en la 4T por la sorpresiva determinación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de bloquear algunas partes de la política eléctrica gubernamental. 

Fue sorpresiva por la composición de la SCJN, a la que muchos catalogan como más cercana a las posturas de AMLO (que no de izquierda ni progresistas). 

La Corte determinó que algunas medidas que había trazado el gobierno federal son inconstitucionales, pues le dan a Comisión Federal de Electricidad una ventaja exclusiva e injusta a la producción y distribución.

En sentido estricto, lo que el gobierno actual busca es enterrar cualquier atisbo de lo que hizo la administración anterior en cuanto a reformar el sector, independientemente de los méritos o fallas que pudiera tener la llamada “reforma energética”.

En específico, una de las líneas de la Corte es que la política que quiere implementar la 4T, enarbolada Port la secretaria de Energía, Rosario Nahle, contraviene los derechos constitucionales a la competencia en la generación de electricidad, sobre todo en cuestión de energías limpias.

Independiente de la decisión de la SCJN, a nivel global se han reforzado los argumentos en contra de las apuestas por la generación de energía a partir de las fuentes tradicionales, o fósiles. 

Una de las voces más fuertes al respecto es la de Fatih Birol, el director general de la Agencia Internacional Energética (AIE), quien urgió, también la semana pasada, a las principales economías a terminar con su adicción a la generación de energía por medio de las fuentes fósiles.

El riesgo de no hacerlo, dijo Birol, es que se pueden comprometer los objetivos para un futuro más verde y limpio. De acuerdo con Birol, en declaraciones a The Guardian, muchos países creen que la generación de energía por medio de carbón y demás fuentes fósiles es barata y genera empleos.

Es decir, es una política energética populista de la cual no se puede excluir a México. Con 61 megaproyectos de infraestructura en energía de fuentes fósiles, México figura entre los primeros 15 mercados del mundo en esta categoría, refiere el Global Energy Monitor.

Algunos de estos proyectos figuran, dice el Centro para la Investigación de Energía y Aire Limpio (CREA) entre los principales emisores de Co2 del mundo.Inclusive Cantarell, que como megayacimiento ya no ocupa una posición relevante en cuanto a la producción de petróleo a nivel mundial, era, hasta 2019 el quinto mayor emisor de Co2. 

De hecho, dice el CREA, las emisiones antropogénicas de Co2 en México no sólo se mantuvieron en 2019 (primer año de gobierno de AMLO), sino que se incrementaron ligeramente tras haber disminuido los tres años previos. La fuente principal de estas emisiones es, en 90%, la combustión de petróleo y gas; es decir, fuentes fósiles.

Como México dejó de pertenecer a las mayores economías que han reducido las emisiones de dióxido de carbono, ahora el país es el quinto emisor global de este gas, responsable en mayor medida del calentamiento global. Y peor, dice el CREA, los campos petroleros mexicanos figuran entre los mayores puntos de emisión del mundo. Cantarell y Reforma, por sí mismos, generan casi la mitad de lo que el país emite en Co2.

Otra advertencia flota en el aire: dice el CREA que los otros mayores emisores en México son el sistema nacional de refinación y las plantas generadoras de electricidad basadas en combustóleo. Lo peor, la actual administración quiere ampliar la refinación y la generación con combustóleo.

El riesgo: ciudades con peor aire para la vida local y  que México, que fue el primer país emergente en presentar un camino claro a un futuro energético más verde, será un apestado global por apostarle a lo más sucio y caro en aras de la supuesta creación de empleos y generación con fuentes baratas.