Satélites, telefonía y agricultura, Luxelare conjuga todo para mejorar la producción del campo
Foto: Luxelare

El campo necesita de la tecnología para mejorar su productividad. Luxelare, fundada por Julio López y Manuel Richter en 2015, es una empresa de agroTech e insurTech que ofrece una solución para el mercado agrícola mundial a través de sensores en campo, análisis de imágenes satelitales que da a los agricultores una herramienta para maximizar el rendimiento de sus cultivos y evitar pérdidas.

Para ello, lanzaron Captum Digital Extensionism, una plataforma de mensajes SMS para áreas agrícolas sin acceso a internet, que envía información climática geolocalizada de los cultivos, pronósticos, alertas, los precios de mercado y tips para mejorar los resultados en el campo. Su costo depende del volumen de mensajes que recibe el productor y las parcelas que tenga.

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La empresa trabaja con agricultores de todo el país y monitorea más de 300 mil hectáreas. Y su actividad se extiende además a Costa Rica.

Uno de sus clientes es Roberto Garza, director de la agropecuaria El Arranque, con más de 40 años de experiencia y con 280 hectáreas de papa ubicadas en medio del desierto de Saltillo.

Durante los últimos 15 años han visto cómo la fecha de siembra se ha movido del 15 de marzo a los primeros días de mayo, casi 60 días. Pero este cambio no es el único, también ha notado el aumento de plagas y de enfermedades que antes no existían.

Para él, Luxelare ha sido más que un servicio, una guía para mejores prácticas y la implementación de nuevas tecnologías.

“Es una herramienta de supervisión, apoyo y soporte que no sustituirá los conocimientos de los ingenieros. Si quieres ahorros económicos, se puede hacer, pero realmente te previene de errores que te pueden costar millones”, cuenta Garza en entrevista para La-Lista.

Herramienta para evitar pérdidas

Roberto es la segunda generación dedicada al campo y desde que se involucró en el negocio decidió hacerlo más eficiente a través de la implementación de tecnología. Al principio, en 2010, usaba drones e imágenes satelitales; sin embargo, quedaban muchos huecos en la recopilación de información y no se tenía certeza de que esta fuera confiable. 

Tras investigar, participó en un foro virtual de drones, en 2015, donde conoció a Julio, quien le ofreció tecnología de alta resolución por una décima parte de lo que costaba en el mercado.

Sin embargo, implementarla no fue cosa sencilla. Además de lidiar con la familia, también tuvo que enfrentarse a la resistencia al cambio de parte de su equipo. “Fue una batalla de más de dos años para convencer de invertir y a los ingenieros”, dice Garza.

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Roberto señala que la tecnología de Luxelare le ha servido como una herramienta para evitar pérdidas como las que tuvo hace tres años cuando, debido a un error de fumigación, una plaga afectó su sembradío. “Esto se pudo haber prevenido, sin embargo, nos costó 20 millones de pesos”, reconoce.

Julio, al igual que Roberto, proviene de una familia dedicada al campo. Es la tercera generación de agricultores sinaloenses que cultivan granos básicos como maíz, frijol y garbanzo. Y aunque no le atraía la agricultura, descubrió que como ingeniero en aeronáutica podía hacer algo para impulsar esta actividad.

“Un día mi papá me cuestionó sobre qué podía hacer en pro de la agricultura, investigué y me di cuenta de que los satélites para monitorear cultivos, uso de GPS y otras tecnologías relacionadas podrían mejorar el rendimiento de los cultivos y evitar pérdidas”, comenta López, en entrevista para La-Lista.

Su proyecto llamó la atención de Manuel Richter, cofundador y CFO de Luxelare, un economista alemán con experiencia en inversión en industrias del sector primario y que llegó a México hace 20 años. “Vimos que es necesario hacer un cambio en el campo para un futuro mejor para todos”, dice Richter a La-Lista.

La oportunidad y los retos

De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los emprendimientos AgroTech en la región son muy recientes. Más del 60 por ciento han sido creados en los últimos 5 años, y más del 70 por ciento se concentra en la digitalización de la agricultura enfocada en tres áreas: mejorar la productividad, gestión del negocio y los mercados.

Para Luxelare, el negocio se vislumbra prometedor. Tan solo en México las actividades agrícolas representan el 2 por ciento del PIB; en tanto que a nivel mundial, según el BID, se espera que haya 9 mil millones de habitantes en 2050 lo que requerirá un aumento del 50 por ciento en la producción de alimentos para cubrir la demanda global. Y es ahí donde México y Latinoamérica tienen el potencial de continuar en el liderazgo de la producción y exportación de alimentos para abastecer al resto del mundo. “Luxelare puede ser pieza clave para la región”, confía Richter.

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Sin embargo, el campo enfrenta desafíos: barreras culturales, cambio climático y la ineficiencia del mercado. “Los conceptos del pasado hacen que el rendimiento sea bajo, además de que el funcionamiento del mercado está formado por una cadena larga de personas que no crean un valor, sino que viven de la misma y eso hace que no haya precios justos para el agricultor y el comprador final”, critica Manuel.

El cambio climático juega un papel crucial, pues se ha manifestado en cambios como la modificación de las fechas de siembra, donde el retraso de lluvias puede provocar que las semillas se pierdan, lo que genera presión económica o un impacto en un inventario destinado a la familia o animales. Pero esto se puede prevenir con información.

Dentro de los beneficios que ofrece la implementación de tecnología está el ahorro de tiempo, pues gracias a la información que reciben los productores, hacen recorridos con tiempos y rutas específicas, lo que les permite realizar otras actividades como estar con la familia o atender otros negocios. “La tecnología impacta en muchas verticales la vida de los agricultores y no solo en lo económico”, alega Julio.

“El campesino es la pieza más importante en todo porque es el que produce, y aunque tiene el riesgo más grande de la cadena, es el que gana menos y eso es injusto. Ahí es donde vemos una oportunidad para evitar pérdidas y aumentar la productividad de 8 a 12 por ciento”, dice Manuel.

No obstante, cambiar la forma de trabajar el campo de un día para otro es muy complicado, pues el proceso debe ir acompañado de una guía, explicaciones y demostrar que lo que da la tecnología es tangible.

“El agricultor ve al campo como un estilo de vida, no tanto como un negocio. Es algo de mucha tradición y llegar con cambios radicales por la tecnología crea un choque contundente. La tecnología que les damos es para eficientar los recursos”, justifica Julio.

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