‘Cuatro años de propaganda’: el bloqueo a Trump en redes llegó muy tarde, expertos
Foto: EFE

En las 24 horas que siguieron a la toma del Capitolio por parte de los seguidores de Trump para protestar por el resultado de las elecciones de 2020, las compañías de redes sociales de EU sacaron al presidente de sus plataformas por divulgar falsedades e incitar a la multitud.

Facebook, Snapchat y Twitch suspendieron a Donald Trump indefinidamente. Twitter bloqueó su cuenta temporalmente. Muchas plataformas retiraron sus mensajes.

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Estas acciones, que se dan unos días antes de que termine la presidencia de Trump, llegaron un poco demasiado tarde, consideran expertos en desinformación y en derechos civiles que desde hace tiempo habían advertido sobre el aumento de la información errónea y de la retórica de la derecha en sitios de redes sociales y sobre el papel de Trump para fomentarlo.

“Esto es exactamente lo que esperábamos”, dice Brian Friedber, investigador del Technology and Social Change Project del Harvard Shorenstein Center y que estudia movimientos como el de QAnon. “Todo es muy consistente con la coalescencia de diferentes facciones responsables de lo que pasó ayer que operan en línea, y por el cómo han fracasado los previos intentos de las plataformas para enfrentar el asunto”.

Durante la última década, las plataformas tecnológicas no han querido moderar las publicaciones de Trump, ni cuando en repetidas ocasiones violó el discurso de odio. Retuiteó a sus 10 millones de seguidores el video de uno de sus seguidores gritando “white power” en junio de 2020. Incitó la violencia en contra de los manifestantes del Black Lives Matter en un mensaje que se compartió en diversas plataformas que incluía la frase “when the looting starts, the shooting starts”, cuando empieza el vandalismo, empiezan los disparos.

Las mentiras de Trump y su retórica encontraron audiencia en línea, una audiencia que no va a desaparecer cuando acabe su administración. Los expertos advierten que las plataformas se van a seguir usando para organizar y perpetuar la violencia. Dan como ejemplo el fracaso de Facebook y YouTube para detener la proliferación de movimientos conspiracionistas como QAnon, que tienen la creencia infundada de que una secta secreta está controlando el gobierno y traficando con niños y que heroicamente Trump lo está deteniendo. Algunos de los participantes en la toma del Capitolio para impedir la certificación de las elecciones que perdió Trump usaban parafernalia de QAnon, incluyendo gorras, y playeras. La acción se venía discutiendo en los grupos y foros relacionados con QAnon desde hace varias semanas.

Las teorías de QAnon y sus comunidades florecieron este año en Facebook. Para el momento en que la compañía prohibió los grupos con temas de QAnon, o páginas o cuentas, en octubre, ya se habían sumado más de 3 millones de seguidores y miembros a estas páginas y grupos.

YouTube retiró “decenas de miles de videos de QAnon y cerró cientos de canales” casi al mismo tiempo que Facebook hacía lo propio. Actualizó sus políticas para acabar con más videos conspiracionistas que promovían la violencia en el mundo real, pero nunca prohibió del todo el contenido de QAnon. Un vocero de YouTube dijo que la empresa tomó algunas medidas para controlar el contenido de QAnon, incluyendo paneles de información sobre QAnon desde 2018.

La capacidad de Trump para difundir propaganda en redes sociales no estuvo controlada a causa de una serie de leyes que regulan el discurso del gobierno en las redes sociales, dijo Jennifer M Grygiel, profesora adjunta de comunicaciòn de la Universidad de Syracuse y experta en redes sociales.

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Grygiel citó el Acta Smith-Mundt de 1948, que controla la distribución de propaganda del gobierno, como ejemplo de una ley que limita la comunicación del gobierno. Pero esa regla no aplica para la cuenta de Twitter del presidente, dice Grygiel. En vez de eso asumimos que el presidente no iba a utilizar las redes sociales para incitar a la insurrección.

“Lo que sucedió esta semana es producto de cuatro años de propaganda sistemática para la presidencia”, dijo Grygiel.

Ante la ausencia de reglas verdaderas, las empresas de tecnología no tuvieron incentivos para regular estas plataformas masivas y redituables, ni frenaron la divulgación de mentiras que producen la participación ni moderaron al presidente.

¿NUEVAS PATRIAS?

Es por esto que los expertos consideran que las cosas deben cambiar. En 2020, republicanos y demócratas ampliaron los llamados para regular a las grandes tecnológicas. Los eventos de esta semana indican que el ajuste de cuentas con las grandes tecnológicas deben incluir medidas destinadas a enfrentar riesgos que consideren que existen líderes que mienten y promueven la violencia en sus plataformas, consideran algunos.

“La violencia que presenciamos hoy en la capital del país es una respuesta directa a la desinformación, las teorías de la conspiración y al discurso de odio que se divulgaron en plataformas sociales como Facebook , YouTube, Twitter, etc”, dijo Jim Seyer, quien encabeza la organización en favor de los derechos de los niños Common Sense Media que ayudó a organizar la campaña Stop Hate for Profit junto con la SDL y otras organizaciones de derechos humanos, que piden a los anunciantes boicotear Facebook por el discurso de odio para que eso le cueste millones a Facebook.

“Las plataformas de redes sociales tienen que pagar por su complicidad con la destrucción de la democracia”, agregó, argumentando que ante la ausencia de una regulación importante de las redes sociales, el Congreso debería pasar una ley para controlar el discurso de odio en estas plataformas.

Facebook y Twitter no respondieron a solicitudes de comentario.

Grygiel dice que es hora de abandonar la idea de que un presidente utilice Twitter. Adam Mosseri, director de la subsidiaria de Facebook, Instragram, dijo el jueves en Twitter que “Facebook siempre ha creído que la regulación de contenidos dañinos es buena”. Reconoció que Facebook “no puede acabar con los contenidos dañinos sin considerar que los que están en el poder son una fuente potencial”.

Grygiel dijo: “No necesitamos trabajo partidista. Necesitamos una ley que asegure que ningún otro presidente pueda hacer propaganda de nuevo con los estadounidenses de esta misma forma”.

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