El volcán Nyiragongo está por estallar pero el viejo Herman no se quiere ir
Foto: Guerchom Ndebo / AFP

AFP.- Dice tener 94 años, y sus ojos blancos de cataratas y su piel arrugada muestran su venerable edad. Ahora que la ciudad de Goma, al este de la República Democrática del Congo (RDC) se vació de casi todos sus habitantes por miedo al volcán Nyiragongo,  Herman Paluku dice que no se irá.

“¡Yo no puedo irme de aquí en esta situación. ¡No puedo!”, dice en su lengua materna suajili este excampesino, pese al peligro de una nueva erupción.

En Goma, una parte de la cual fue abandonada, Paluku habla con toda la dignidad de su edad, sentado en una silla de plástico blanco.

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En el patio de su modesta vivienda, cuyo suelo tiene el típico color negruzco de las tierras volcánicas sobre las que se construyó Goma, un familiar le arregla su viejo traje y se asegura de que no le dé frío, poniéndole con cariño una vieja capucha de lana gris.

“Esta nueva erupción es la tercera que veo”, dice haciendo un gesto con las manos.

Cerca de 400,000 personas evacuaron desde el jueves Goma por orden de las autoridades.

Dominando desde sus escarpadas alturas a la ciudad y a las riberas del lago Kivu, el volcán Nyiragongo entró en erupción el sábado pasado, provocando un primer éxodo. 

Dos ríos de lava salieron de sus flancos, uno de los cuales se detuvo al noreste de la ciudad, un “verdadero milagro”, según el vulcanólogo italiano Dario Tedesco, quien vivió varios años en Goma.

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En esta erupción, murieron 32 personas. El anterior estallido de envergadura del Nyiragongo, el 17 de enero de 2002, causó un centenar de muertos. La erupción más mortífera de este volcán dejó más de 600 muertos en 1977.

‘Todo se detiene lejos de aquí’

Cada vez que ocurre, “todo se detiene lejos de aquí”, afirma Paluku. “Siempre llega hasta donde están los misioneros y ahí para”, asegura.

“Al lado de aquí hay una pequeña colina que impide que la lava llegue hasta donde estamos. Y eso nos protege un poco”, señala menos seguro.

Pero según las autoridades, siempre hay que temer las erupciones. Y ahora tal vez podrían producirse dentro de la misma ciudad, bajo la que pasaría el magma y donde se han abierto impresionantes fracturas en el suelo, al ritmo de poderosos e incontables sismos que sacuden la región.

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La ciudad de Goma cuenta oficialmente con más de 600,000 habitantes y la aglomeración urbana suma 2 millones, según las autoridades.

A diferencia de los últimos cuatro días, la noche del jueves al viernes fue tranquila al pie del volcán, donde los temblores fueron menos numerosos e intensos, según constató un corresponsal de la AFP.

Al iniciarse el día, la ciudad estaba casi desierta y no se veía ningún despliegue militar o policial. Los comercios estaban cerrados y apenas se veían algunos peatones y mototaxis en las calles.

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