Andy, el de la voz Bouvier

“Soy artista porque soy feo y es lo único que puedo hacer”.Andy Warhol

En el mundo del arte, y no tanto, la referencia de un personaje de apariencia fantasmal, pelo alborotado con una voz infantil y pausada, inmediatamente remite a Andy Warhol, artista plástico, actor y escritor que antes de ser uno de los máximos representantes del pop art, vivió una vida poco gloriosa y valorada, bueno, podríamos decir que al final ese fue el sello de sus días.

Al hurgar en la vida de Andrew Warhola, ese era el nombre real de nuestro personaje, sale a la luz ese carácter obsesivo, rencoroso y magnético, hay tantas versiones, anécdotas y biografías como aquella que cimbró por su crudeza de Jean-Noël Liaut, la cual deja mal parado al hijo de inmigrantes eslovacos que se desdibujó para transformarse en un mito con sus reinterpretaciones de piezas propias de la publicidad, apropiaciones que al principio no le hicieron ganar puntos en el famoso universo del uptown y downtown, no hay que olvidar que era el Nueva York de finales de los años 50.

Con una extraña relación con su madre y una nube negra que parecía que no dejaría de estar sobre él, de repente, Warhol tuvo una epifanía y entonces al joven, que tenía su estudio en el número 1342 de Lexington Avenue, le quedó claro que su mayor obra era el mismo, así que se puso a ello, dejo de buscar encajar en los estándares de belleza, estaba claro que sería un raro e ingenioso personaje que marcaría a toda una época y seguiría con su estela creativa décadas después de su muerte.

Toda una reflexión que surge en el 2022 a través de la plataforma Netflix y Los diarios de Andy Warhol, serie documental producida por Ryan Murphy y dirigida por Andrew Rossi que se metió y miro con lupa los diarios del propio artista, al tiempo que realizó entrevistas con algunos de sus amigos y colaboradores para dar forma a una propuesta audiovisual dividida en seis episodios que rebasan los 60 minutos y, la verdad ni se sienten, ya que revelan a Andy comiéndose a mordidas a la famosa gran manzana e incluso hinca el diente más allá.

Una meticulosa selección de materiales de archivo, a los que se suma la voz de Andy Warhol recreada a partir del uso de inteligencia artificial, da la oportunidad de sumergirse en datos no tan conocidos como su propia filosofía de vida, la relación con la religión, ese poco compromiso como icono LGBTIQ+, así como esas cargas afectivas que lo maniataron y se volvieron su propia condena.

Retrato poliédrico de un artista que se volvió eterno, tal y como en algún momento vaticinó: “La idea no es vivir para siempre, la idea es crear algo que sí lo haga”.