Opinión

La importancia de representar bien

La obra de Nan Goldin dio visibilidad a las minorías que englobaban a la comunidad LGBTTTIQ+.

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La estadounidense Nan Goldin documentó, de manera íntima y cruda, la escena queer underground de las décadas de los 70 y 80 y la revolución sexual de la época. Por su parte y una década antes, Diane Arbus cambió la fotografía de moda para recorrer los barrios marginados de Nueva York y retratar a enanos, gigantes, nudistas, strippers, travestis, prostitutas y fue una de las primeras fotógrafas en publicar trabajos con personas trans. Esto la llevó a ser conocida como la “fotógrafa de los freaks”.​​

Aunque ambas trabajaron con personas de la misma escena y su obra ha sido comparada constantemente, la manera de abordarla no fue el misma.

Goldin presenta los espacios más íntimos de sus protagonistas, en los que no invadía con la cámara. Con sus fotografías es innegable la relación que tenía con ellos, ya que no era una espectadora, sino “una más”.

Mientras que Arbus optó por desnudar a los “modelos” y retratarlos como hombres, lo que generó una aversión a su proyecto fotográfico, conocido como “monstruos y marginados”.

Para mí, decía Nan, “las reinas no eran hombres”. Su trabajo era más respetuoso: “nunca he pensado en una drag queen como un hombre. Eso es realmente lo último en lo que pienso cuando los miro. Tampoco eran mujeres, por cierto, eran de otra especie”.

De acuerdo con el curador de arte Gerald A. Matt, a ambas les interesan “los individuos situados en la periferia de la sociedad, las personalidades extraordinarias y lo excéntrico”.

Cada una expresa, a su manera, el “diálogo entre el fotógrafo y su modelo de una forma totalmente nueva, combinando el aspecto documental con un enfoque subjetivo”, ha dicho el también director del Instituto de Arte de Viena.

En dicha subjetividad es donde radica la diferencia entre sus miradas. Diane nació en 1923 y vivió en una sociedad cero tolerante a cualquier cosa que se presentara fuera de la norma. La homosexualidad no era aceptada, por ello, Arbus definía a los gays como objetos a través de su cámara, reduciéndolos a entretenimiento. Nunca sabremos si ella pensó en estas personas como monstruos, pero su cámara sí. Probablemente no se trataba de su propia opinión y, quizá, sus fotos fueron vistas a través de las creencias de la sociedad. Sin embargo, es un hecho que Goldin fue más empática en sus retratos: humanizó a la comunidad queer, abriéndola a nuevos públicos y legitimando su lucha y existencia.

Actualmente, la obra de Nan Goldin puede ser visitada en el Museo Tamayo de la Ciudad de México.

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