Miedo al futuro

Apenas el 25 de octubre, la empresa Airbnb, dedicada a promover la renta en línea de espacios de alojamiento, anunció la firma de un convenio con el Gobierno de la Ciudad de México (CDMX) y la Unesco para promover a este destino como la “capital del turismo creativo”, con el que busca impulsar a emprendedores y facilitar la llegada de más nómadas digitales a esta ciudad que, de por sí, ya está saturada en algunas zonas por extranjeros que trabajan aquí de manera remota.

Ante los reclamos de la opinión pública por la sospecha de que esta medida podría elevar las rentas en la CDMX y empeorar el fenómeno de la gentrificación, la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, negó que este fuera el caso, al mismo tiempo que admitió que se está llevando a cabo una revisión para que esto no suceda en colonias de la alcaldía Cuauhtémoc, como la Roma y Condesa. Es decir, que sí está pasando, pero nomás tantito… y que tal responsabilidad recae exclusivamente en los anfitriones.

Las declaraciones de Ángel Terral, director general de Airbnb México, son la prueba de que las empresas siempre se lavan las manos, pues en lugar de hablar de que se tomarán medidas para una regulación, expresó que los precios los determinan los dueños de los inmuebles y que lo que se pretende con este convenio es distribuir la derrama económica para que se extienda a zonas como Xochimilco e Iztacalco… claro, porque en su mente estos son los lugares en los que los jóvenes nómadas digitales piensan vivir.

Dependiendo a quién se le pregunte, este tipo de iniciativas económicas son una buena noticia o son el horror en un país golpeado por la crisis y por la inflación. Los propietarios de los inmuebles están felices con este anuncio, mientras que los mexicanos que aún buscan precios justos para rentar espacios en las grandes ciudades y no ser desplazados hacia lugares que complicarían su trabajo y su movilidad, se hunden en la incertidumbre.

Acabamos de celebrar las fiestas de Halloween y Día de Muertos, pero la verdadera historia de terror apenas comienza. Recientes escándalos, como los de Airbnb y Twitter, también sirven como muestra de nuestro temor hacia el cambio. Es lo que en inglés se conoce como tech scare: un sentimiento o evento que detona nuestro miedo a la tecnología y a los avances que llegan con ésta.

La compra de Twitter por el magnate Elon Musk cimbró al mundo empresarial y político, a los medios de comunicación, a los activistas por los derechos humanos y a otros “defensores” de la libertad de expresión. El temor es que, frente al historial de polémicas que rodean al billonario, esta red social pueda convertirse en una herramienta que fomente el fascismo y que promueva aún más el odio y la división (como si no lo hiciera desde siempre).

El pánico y la paranoia que este tipo de eventos desencadenan han quedado bien retratados en series como Black Mirror, que habla precisamente de nuestro miedo a la tecnología y al cambio. Visionaria en este sentido, la producción de Charlie Brooker ya anunció una sexta temporada que aún no tiene fecha de estreno pero que seguramente tratará temas como los que hemos vivido recientemente y nos volverá a poner los pelos de punta.

La influencia de Black Mirror se dejó sentir con la abundancia de películas de terror, suspenso y ciencia ficción que se han realizado con las mismas temáticas tras el éxito de la serie. ¿Nos da pánico Twitter? Ya hay películas que tratan sobre esto, como The Columnist (2019) y Hater (2020), documentales como The Social Dilemma (2020) y series como Clickbait (2021). ¿Tenemos miedo de usar Airbnb? También hay películas sobre esto, como The Rental (2020), The Weekend Away (2022), Gone in the Night (2022) y Barbarian (2022).

Cualquier herramienta tecnológica que nos provoque algún tipo de suspicacia seguramente tiene una película que confirma nuestros más oscuros temores. ¿Celulares y dispositivos móviles? Searching (2018), Lakewood (2021), Kimi (2022), Mr. Harrigan’s Phone (2022); ¿Redes sociales? Ingrid Goes West (2017), The Hunt (2020); ¿Uber? The Toll (2020), Spree (2020); ¿Zoom y videollamadas? Megan is Missing (2011), Paranormal Activity 4 (2012), Unfriended (2014), Host (2020), Unsubscribe (2020), Dashcam (2021); ¿Drones? Hover (2018), Night Raiders (2021), Boite Noire (2021), Deep Water (2022); ¿Robots? Blank (2022), M3GAN (2023); ¿Gaming? Nerve (2016), Escape Room (2019); ¿Influencers? Funhouse (2019), El cerro de los dioses (2019), La Verónica (2020), Follow Me (2020), Follow Her (2022); ¿Apps de ligue? Sequin in a Blue Room (2019), The Tinder Swindler (2022); ¿Onlyfans y camgirls? CAM (2018), 18 & Over (2022) y la lista continúa… 

El mejor ejemplo de esta “tecnofobia”, o miedo a la tecnología, existe desde 1818 con la publicación de Frankenstein o el moderno prometeo, de Mary Shelley. Pero esto de ninguna manera sirve para insinuar que nuestros temores están infundados. Desde siempre, la literatura y el cine de ciencia ficción se han adelantado a escenarios que terminan por convertirse en realidad. Hacia finales de los años 90 vivimos otro tech scare con películas como Sliver, The End of Violence y Enemy of the State que hablaban de la normalización del uso de cámaras y presagiaban un Estado de vigilancia totalitario que casi se volvió real tras el ataque a las Torres Gemelas de 2001 y que continúa evidenciándose con casos como el spyware de Pegasus.

En lo referente al anuncio de Airbnb y su alianza con el Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum puede fingir demencia y argumentar que el trabajo remoto de los extranjeros no es un factor que dispare el precio de las rentas en esta ciudad, pero especialistas en temas de vivienda, como la activista Leilani Farha, la han desmentido diciendo que el trabajo remoto y la “vivienda de inversión” acaban con las opciones de vivienda a largo plazo para los ciudadanos locales, además de violar leyes internacionales.

En psicología, la tecnofobia va muy de la mano de la ansiedad anticipatoria (o miedo al futuro), que algunos psicólogos definen como miedos irracionales hacia cosas específicas que no representan ninguna amenaza real. Pero a través de los siglos, desde la Revolución Industrial, siempre han surgido movimientos sociales que vigilan los avances de la tecnología y que nos dejan claro que sí puede llegar a afectar nuestra calidad de vida como seres humanos, cuando no está bien regulada y se les da carta blanca a los empresarios.

BREVES

Observada (Watcher), una de las mejores y más estilizadas películas de suspenso de 2022, estrenó en salas de cine desde el 3 de noviembre.

El norte sobre el vacío, la nueva película de la directora Alejandra Márquez Abella (Las niñas bien), ganadora como el mejor largometraje mexicano en el Festival de Morelia, ya se puede ver en Prime Video.

El estreno de Weird, la película inspirada en la vida del comediante “Weird Al” Yankovic que interpreta Daniel Radcliffe, anunció su estreno para México este 4 de noviembre a través de The Roku Channel, otro servicio que ya está disponible en nuestro país.