Opinión

Las mujeres se sienten más discriminadas al buscar empleo

Las mujeres se sienten más discriminadas al buscar empleo que en cualquier otro ámbito de la vida pública, de acuerdo con datos del Inegi.

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Las mujeres se sienten más discriminadas al buscar empleo que en cualquier otro ámbito de la vida pública, de acuerdo con la segunda edición de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS, 2022), que publicó en días pasados el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

De forma personal, no me sorprende que las mujeres se sientan discriminadas cuando buscan trabajo, porque a la gran mayoría nos ha tocado someternos a prácticas excluyentes (e incluso ilegales), como los estudios médicos que me hicieron antes de entrar al periódico Reforma hace años. Estos incluyeron análisis de sangre para saber si estaba embarazada o las preguntas de cuántos tatuajes no visibles tenía. 

Lo que realmente me sorprendió fue que la incidencia reportada fue superior que en otros rubros como salud, educación, etc. La encuesta muestra los siguientes datos:

Las mujeres se sienten más discriminadas en:

  • Búsqueda de empleo 19.7%
  • Oficinas de gobierno 11.8%
  • Tribunales o juzgados 11.7%
  • Servicios de salud 7.4%
  • Negocios o restaurantes 4.4%
  • Escuelas 4.2%

Aunque el informe del Inegi no hace diferencia entre discriminación en el ámbito público o privado en el particular rubro del empleo, es una señal de alarma que ambas partes deberían considerar para prevenir y atender los casos en que esto suceda.

Para empezar, de acuerdo con la encuesta, la discriminación que se vive en los centros de trabajo obstaculiza la oportunidad de empleo, ascenso y acceso a los derechos laborales más básicos, como en el caso de las trabajadoras del hogar que aún no consiguen que patrones les otorguen seguridad social de forma igualitaria sin importar en qué región se encuentren o el tipo de trabajo que les soliciten hacer dentro de la definición de trabajo del hogar.

La Organización Mundial del trabajo señala que la discriminación que sufren las mujeres puede darse de forma directa o indirecta, así como antes, durante y después de la relación laboral. 

Por ejemplo, cuando es antes de la contratación es porque se excluye del proceso de reclutamiento a candidatas mujeres o cuando se fijan requisitos que son irrelevantes para el trabajo en cuestión y que generalmente favorecen más a los hombres como el que no sean madres y tener disponibilidad para viajar, etc. Además, la OIT también señala que solicitar pruebas de embarazo antes o durante un contrato laboral es otra forma de discriminación, ilegal e inconstitucional, pues viola el derecho a la intimidad de la trabajadora, así como el libre desarrollo de su personalidad.

Durante la contratación, se produce eso que muchas mujeres denuncian en el campo laboral: la brecha salarial por género, que hace que mujeres que se desempeñan en las mismas posiciones que sus pares hombres ganen menos que ellos, o se subvaloran las actividades que desarrollan principalmente las mujeres, como la labor de limpieza, educación y enfermería, (lo que se conoce como la feminización de la pobreza.

También se sabe que las mujeres acceden a menores ascensos y menores oportunidades de capacitación, pero sobre todo, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) ha advertido que la principal causa de maltrato y despido injustificado tiene relación con el embarazo y la maternidad, sin que respeten la máxima jurídica de que ningún contrato privado está encima de la ley. 

A esto le sumamos el hostigamiento laboral, el acoso sexual y la omisión o negligencia de autoridades públicas y privadas para prevenir y erradicar estas situaciones de violencia. Entonces, leyendo todo esto, genuinamente me pregunto por qué las mujeres querríamos trabajar si nos vamos a enfrentar a esto. Sin embargo, la respuesta es sencilla: por independencia financiera y por un desarrollo integral de nuestra persona.

¿Por qué deberíamos trabajar en escenarios tan desalentadores? Cada vez veo más publicaciones de mujeres que platican abiertamente sobre condiciones desventajosas, ilegales o indignas que viven durante sus procesos de trabajo, lo que ayuda a que otras sepan que lo que están atravesando NO ES NORMAL y NO ESTÁ BIEN (cuando yo accedí a hacerme los estudios de sangre para entrar a trabajar a Reforma no sabía que era ilegal, por ejemplo). También he visto a empleadores como Saúl Lomelí que buscan mejores condiciones para sus empleadxs a través de certificaciones que blinden y garanticen la optimización de estos procesos de selección de personal. 

Paso a paso, testimonio a testimonio. 

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