Con Fernando Valenzuela no tengo una foto, tampoco su autógrafo y mucho menos lo entrevisté. De la “santísima trinidad” del deporte mexicano, Hugo Sánchez, Julio César Chávez y Valenzuela, las hazañas del “Toro” no definieron, ni de cerca, mi gusto por las disciplinas deportivas. Tampoco pudieron hacerme aficionado al béisbol.
Para un futbolero de toda la vida (hace seis años dejé el vicio) que tuvo como primer ídolo deportivo a un portero gordo llamado Jorge Marcín y después a un tal Hugo Sánchez, la muerte del lanzador sonorense me ha pasado casi de largo.
No me malentiendan. La desafortunada muerte de Fernando Valenzuela justo ahora que, después de 43 años, se volverá a jugar una Serie Mundial entre los Dodgers de Los Ángeles y los Yankees de Nueva York, no deja de ser una cruel broma de la vida, tan hija de puta que se llevó al “Toro” un día antes del cuadragésimo tercer aniversario de su única victoria en una serie por el campeonato del béisbol de las Grandes Ligas.
Admiro las sentidas publicaciones en que amigos y colegas, a través de redes sociales, lamentaron la muerte de su ídolo; envidio a los que postearon sus fotografías con Valenzuela y más aún a los que lo entrevistaron. No tuve esa fortuna.
Grité los goles del “Niño de Oro” con Pumas, el Atlético de Madrid y el Real Madrid; traté de imitar sus chilenas en los jardines de la unidad habitacional donde pasé mi infancia, tomaba chocolate Milo, me cepillaba con pasta de dientes Colgate y tuve un autógrafo que le el “Pentapichichi” le dio a mi papá en una servilleta. Como adolescente vibré con los letales ganchos al hígado y los potentes cruzados de Chávez, pero antes que el “César del Boxeo” tuve otro ídolo: Salvador Sánchez Narváez.
Fernando Valenzuela es un buen recuerdo de mi infancia, cuando gracias al “Toro”, JC y Hugo, “los niños y jóvenes mexicanos sentíamos que podíamos hacer cualquier cosa”, como escribió el colega Ricardo Otero, en uno de los mejores textos que leí un día después del deceso del pelotero nacido en Etchohuaquila, Sonora.
Como escribí alguna vez en este espacio, la familia de mi papá era muy beisbolera, pero salvo aquellos partidos de la ANABE (Asociación Nacional de Beisbolistas) que nos llevó a ver mi viejo, que fue simpatizante de los peloteros disidentes, nunca fuimos al parque de béisbol en familia. Recuerdo, eso sí, que mi primo Enrique llamaba a casa para avisarnos por cuál canal o estación de radio transmitirían el partido del “Toro”.
En mi casa nunca hubo una franela con el número 34 en la espalda ni una gorra de los Dodgers –mis hermanos tenían de los Cubs, la mía era de los White Sox y mi viejo tenía una de los Tigres de Detroit en honor a Magnum, aquel investigador privado que resolvía asesinatos en Hawaii mientras ligaba güeras discotequeras a bordo de su Ferrari 308 GTS rojo-, pero sí existió una chamarra con los colores azul y blanco de la novena angelina. Claro, también hubo de los Yankees, los Cardenales y los Atléticos porque mi papá coleccionaba chamarras de la marca Starter, pero nunca tuvo una devoción especial por Valenzuela.
Cuando el doctor Arturo García, uno de mis compañeros de entrenamiento de CrossFit, me preguntó si escribiría algo acerca de la muerte de Valenzuela, traté de recordar el lineup de los Dodgers en la Serie Mundial de 1981, pero no pasé de Scioscia como receptor; Pedro Guerrero en uno de los jardines; el short stop Steve Sax; el primera base Steve Garvey, a quien los comentaristas mexicanos le llamaban el “Señorito” y el antesalista Ron “Pingüino” Cey.
La ‘Fernandomanía’
A pesar de que la mayor parte de mi carrera como periodista la he pasado en redacciones deportivas, esta semana caí en la cuenta de que desconocía casi todo de Valenzuela. Recordaba su victoria en la Serie Mundial, el premio Cy Young y el del Novato del Año, pero no su racha de blanqueadas y sus impresionantes números de juegos completos. Además, siempre pensé que el “Toro” ya ocupaba un lugar en el Salón de la Fama de Cooperstown.
Como escribió Otero, la contratación de Valenzuela por parte de los Dodgers pasó de ser una estrategia de marketing a una importante declaración política.
“Tras el desplazamiento de la comunidad mexicana de Chavez Ravine para construir el estadio, llevar a Fernando Valenzuela fue una estrategia para ampliar el mercado de los Dodgers, pero también resultó ser un acto de reconciliación. Desde entonces, aún a la fecha, se habla español en Dodger Stadium, que es el tercer estadio más antiguo de los que están vigentes en las Grandes Ligas”.
Complementa la idea el historiador Juan José Sánchez Bracamontes, otro de mis referentes beisboleros a pesar de ser 18 años menor que yo.
“Fernando fue el embajador de México en la nación chicana. Su screwball fue una reivindicación para los dos pueblos, fue ganarle a los yanquis en lo que mejor sabían hacer”.
El ‘Toro’ en la cultura popular
“San, San, San Fernando, San, San, San Fernando…” Después de la Serie Mundial de 1981, cuando aquel pitcher sonorense ya era toda una realidad por sus poderosos y esquivos lanzamientos con el brazo izquierdo, la Fernandomanía se extendía por todo California y en México entero.
“En la liga mexicana, como a 300 ponchó y en las Ligas Mayores a todo mundo ya impresionó… Fernando, Fernando, grita la gente, Fernando, Fernando, con emoción, Fernando, Fernando, lanza la bola Fernando, ya los ponchó…” cantaba Raúl Olivo, vocalista de la agrupación tropical Los Gatos Negros de Tiberio, que también modificaron la letra de otra canción llamada “San
Fernando” para homenajear al zurdo lanzador.
Otro icono de la cumbia ochentera, el tabasqueño Francisco José Hernández Mandujano, Chico Che, compuso unas de su acostumbradas canciones simplonas llamada “Valenzuela va a pichar” y desde el norte del país, Cornelio Reyna también cantaba “El corrido de Fernando Valenzuela”. Aunque no fue en los 80, otro cantante de música regional mexicana, el regiomontano Lalo Mora, le compuso otro corrido al “Toro” de Etchohuaquila.
Para los que crecimos mientras Valenzuela engrandecía su leyenda con los Dodgers, es imposible no recordar aquella parodia que del “Toro” hacía Charly Valentino en “La Carabina de Ambrosio”: Frenando Valesuela.
No conozco mucho de béisbol, pero tengo la certeza que los Dodgers de Los Ángeles van a ser campeones de la Serie Mundial.
“Un gran homenaje para Fernando Valenzuela sería que los Dodgers ganaran la Serie Mundial, especialmente porque es contra Yankees”, me dijo Jesús Ortega, otro de mis Pepe Grillos beisboleros. Por el recuerdo del gran “Toro”, que así sea.