Splinternet: Cómo la Regulación Fragmenta la Innovación Global

Sábado 22 de febrero de 2025

Ingrid Motta
Ingrid Motta

Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

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Splinternet: Cómo la Regulación Fragmenta la Innovación Global

En un mundo donde la tecnología avanza mucho más rápido que la regulación, las empresas tecnológicas podrían adoptar un enfoque “regulatory-first”.

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La regulación tecnológica en la era de la hiperconectividad y la transformación digital, marcada por la creciente adopción de la inteligencia artificial, representa un reto crucial para las empresas que operan en un mundo dividido por enfoques regulatorios divergentes. Mientras que en Estados Unidos predomina un marco flexible y tendiente a la mínima intervención, la Unión Europea se rige por estrictas normativas como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) y la Ley de Servicios Digitales (DSA). A diferencia del mercado norteamericano, estas regulaciones europeas, aunque centradas en proteger a los usuarios, desaceleran la innovación tecnológica al exigir a las empresas rediseñar productos e invertir en infraestructura local.

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Este panorama refleja el avance del “splinternet”, término que describe la fragmentación de Internet en múltiples ecosistemas digitales separados, cada uno regido por diferentes normas, regulaciones, barreras tecnológicas y valores culturales. En lugar de un espacio virtual unificado y globalmente accesible, el splinternet muestra cómo las políticas nacionales o regionales, junto con intereses comerciales y políticos, están creando “versiones” distintas de Internet. Esta fragmentación no solo limita el acceso a una experiencia digital universal, sino que también incrementa los costos operativos, ralentiza la innovación y dificulta la colaboración global.

El debate entre ambos modelos regulatorios se centra en un conflicto entre velocidad y precaución. La Unión Europea prioriza la ética, la privacidad y los derechos individuales, buscando proteger a los usuarios incluso a costa de desacelerar la innovación tecnológica. Por otro lado, Estados Unidos fomenta la rapidez en la innovación, especialmente en áreas como la inteligencia artificial y el blockchain, bajo un enfoque de autorregulación. A esta dicotomía se suma un tercer actor: China, con un marco regulatorio mucho más restrictivo y controlado por el Estado, diseñado para beneficiar a sus empresas locales. Esta dinámica añade una capa adicional de complejidad para las empresas que operan globalmente.

Competir en tan distintas regulaciones representa, especialmente para las pequeñas y medianas empresas tecnológicas, un desincentivo significativo para expandirse en Europa, por ejemplo, lo que les implica la posible pérdida de acceso a un mercado de aproximadamente 450 millones de consumidores potenciales. Esta disparidad regulatoria también afecta a las grandes compañías tecnológicas (Google, Meta y Amazon), que enfrentan multas significativas en la UE debido a normativas como la Ley de IA, la cual clasifica los riesgos y exige certificaciones específicas para ciertos algoritmos, limitando el potencial de innovación en la región. Al mismo tiempo, en su país natal, estas empresas son presionadas para responder a la guerra geopolítica con China, centrada en áreas clave como la inteligencia artificial, el desarrollo de semiconductores y la infraestructura 5G.

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Este escenario obliga a las empresas estadounidenses a redoblar esfuerzos para mantener su liderazgo global mientras enfrentan normativas internacionales divergentes que encarecen sus operaciones y dificultan su capacidad de adaptación a un entorno tecnológico en constante cambio. En este contexto, el splinternet se consolida como una realidad cada vez más evidente, donde la fragmentación digital redefine las prioridades estratégicas de las empresas. Superar esta división no es solo una cuestión de armonización normativa, sino una necesidad urgente para preservar un Internet verdaderamente inclusivo, accesible y global, capaz de fomentar la colaboración y la innovación sin barreras.

En un mundo donde la tecnología avanza mucho más rápido que la regulación, las empresas tecnológicas podrían adoptar un enfoque “regulatory-first”. Este modelo les permitiría anticiparse a las normativas y diseñar productos que cumplan con los estándares globales desde el inicio. Además, implicaría establecer equipos especializados en cada región para garantizar el cumplimiento normativo, minimizando riesgos y facilitando su adaptación a los diferentes marcos legales internacionales.

En beneficio de todos, empresas, reguladores y líderes globales deben aprender a hablar el idioma común de la innovación y la protección de los usuarios. Solo eliminando los desafíos regulatorios podremos avanzar hacia un Internet que verdaderamente supere la fragmentación digital global.