Super Bowl: no lo veas por convivir
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

Super Bowl: no lo veas por convivir Super Bowl: no lo veas por convivir
Super Bowl 2025. Foto: Roberto Vargas

Hay pocas cosas que me molesten más el fin de semana del Super Bowl que personas que no vieron un maldito partido toda la temporada escriban para preguntar: ¿Dónde vas a ver “la final”? Mi enojo crece exponencialmente por aquellos personajes que sólo quieren ver el espectáculo de medio tiempo, aunque entiendo a mercadólogos y publicistas que esperan el estreno de los nuevos comerciales durante el partido de campeonato de la NFL.

¿Por qué quieren invadir nuestro espacio? Esa gente ya tiene los Mundiales de futbol, la Champions o el Clásico de Clásicos; “La Casa de los Famosos”, la entrega del Óscar o los Grammys; la Navidad o el 14 de febrero. ¿Por qué juntarse para “ensuciar” la hermosa convivencia de los que comenzamos a vivir cada temporada, desde abril, con el Draft?

No ven partidos de pretemporada, no conocen a los nuevos jugadores de su equipo (¿tienen equipo?), no ven futbol americano colegial, mucho menos siguen las ligas estudiantiles de México; se ponen la gorra de los 49ers con una camiseta del Real Madrid; confunden a Tom Brady con Patrick Mahomes y celebran cada vez que en la pantalla aparece esa rubia soberbia llamada Taylor Swift, que en la red social X tiene 94.5 millones de seguidores y no sigue la cuenta ni de su novio, el ala cerrada de los Chiefs, Travis Kelce.

Detesto a esos aficionados de ocasión que siguen a los equipos de moda, ganadores, por supuesto, como los Patriotas de Nueva Inglaterra, la década pasada, o a Kansas City, en la actualidad. Ahora resulta que gente que en su miserable vida ha visto un partido, se compra el jersey de Mahomes o Kelce (como pasaba con Brady o “Gronk”) para juntarse a ver el Super Bowl, comer cantidades insanas de comida chatarra y embriagarse. Por supuesto, en esas reuniones, nunca falta el tío “sabelotodo” (“es que Toño de Valdés dijo”) o el mamador de ocasión, que presume sus hazañas dentro de un emparrillado, aunque no jugó ni con su caquita. A saber: el mamador de ocasión siempre fue linebacker, ala defensivo o safety. Algunos atrevidos dicen que jugaron como quarterbacks, corredores o receptores, pero nunca como linieros defensivos y mucho menos ofensivos. Afortunadamente los “gordos” no somos tomados en cuenta por tan despreciables personajes, que tienen nulos conocimientos de lo que es una formación y apenas saben interpretar algunas reglas, pero eso sí, repiten términos como “mariscal de campo”, “autoanotación” o a los Browns de Cleveland les dicen “cafés”.

Hace 22 años que Raiders no juega un Super Bowl, se entiende mi amargura, y hace 41 años que ganó el tercero de su historia. Por eso, esta tarde quiero con todo mi ser que ganen las Águilas de Filadelfia. Como rival de división y dis derrotas ante los Chiefs esta temporada, no me queda otra opción que desear una derrota de Kansas City, al igual que millones de estadounidenses fuera del estado de Missouri. Un tricampeonato de ese equipo, el primero de la historia del Super Bowl, sería inaceptable.

Una temporada diferente

No soy un aficionado promedio al futbol americano, es decir, no participo en ligas de fantasy (equipos virtuales); nunca he jugado Madden ni otro videojuego de football; no apuesto; nunca coleccioné tarjetas y pocas veces me reúno con amigos a ver los partidos. Tampoco me gustan las alitas ni las costillas barbecue y no visto la ropa de mi equipo fuera de la temporada, aunque en el brazo izquierdo luzco cuatro tatuajes de Raiders. Pero esta temporada fue diferente por dos personas, Ángela y mi primo Abraham. Hasta el verano, la “Mostra” no tenía equipo y no veía partidos completos. Ahora sigue la actualidad de Raiders y heredó mi odio hacia equipos como Kansas City, San Diego y Denver. Me da risa cuando le dice “Gayners” al equipo que juega en San Francisco y “Clownboys” a los de la Estrella Solitaria.

Para compartirle mi gusto por el football tuve que repasar, de manera general, la historia de la NFL; para disfrutar más el juego, volví a leer gran parte del reglamento para poder explicarle detalles de algunas jugadas. Y eso me sirvió porque, ocasionalmente, Abraham me escribía durante los partidos para preguntarme cosas como cuánto dura un tiempo fuera o por qué los Redskins de Washington ahora se llaman Commanders. Para explicarle a Ángela mi fanatismo por Raiders fueron necesarias muchas horas de video.

Desde hace algunos años dejé de ver los partidos con el capítulo mexicano del Black Hole, el club de aficionados de Raiders que fundé junto a otros tres locos, y esta temporada extrañé comentar los partidos con mi amigo Jorge Lara, que murió en julio. Aunque vi un par de partidos con mis hermanos, durante cinco meses lamentamos la desastrosa campaña de Raiders a través de mensajes de texto. Cuando veía los partidos solo, reía todo el tiempo con las ñeradas de mis “viejos” compañeros de la Horda Dorada en nuestro grupo de WhatsApp. Nunca me alejé, pero 2024 ha sido una de las temporadas que más he disfrutado.

El Super Bowl es el evento deportivo que más espero año con año aunque mi equipo no lo juegue y en el show de medio tiempo nuca veré a AC/DC. Además, la banda de rock más grande de la historia, The Rolling Stones, ya lo hizo en el halftime de la edición XL, el 5 de febrero de 2006, en el Ford Field, de Detroit, Michigan. Aquel en el que los Steelers de Pittsburgh dieron cuenta de los Seahwaks de Seattle 21-10.

Inevitablemente el Super Bowl me recuerda a mi papá. No sé cuántos vimos juntos, pero sí que el primero fue el XIV, cuando Pittsburgh levantó su cuarto trofeo Vince Lombardi al derrotar 31-19 a los Rams de Vince Ferragamo, cuando ese apellido era algo más que una marca de zapatos de “mirrey” y en su roster jugaba un tal Fred Dryer, antes de que se convirtiera en “El Cazador”. Afortunadamente disfruté las victorias de los Raiders en los Súper Tazones XV y XVIII, contra Filadelfia y Washington, respectivamente.

Tengo tan arraigados los números de mi equipo en el Super Bowl que cuando juego Melate en mi quiniela marco las casillas 2, 11, 15, 18, 37 y el 56, porque hasta ahí llega. Se me acabaron los números esperando otra aparición en el “juego grande” de un equipo del que soy fanático desde 1981 y que perdió gran parte de su identidad al mudarse a Las Vegas.

Si ya están ahí, si fueron con el compadre, primo amigo o vecino que ve football toda la temporada, disfruten, pregunten, pero no abran la boca para decir barbaridades ni hagan la ola como si estuvieran en un estadio de futbol. ¡No vean el Super Bowl por convivir, de favorcito!

Síguenos en

Google News
Flipboard