Grecia, casi un ojo menos y un año más

Sábado 28 de junio de 2025

Ligia Oliver

Grecia, casi un ojo menos y un año más

Un año más entre pérdidas, aprendizajes y paisajes griegos. Un alto para la reflexión cumpleañera...

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Cumplo un año más con el corazón lleno, la mirada incompleta y las manos abiertas.

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Foto: Syl Oliver

Esta semana no traigo entrevista, pero les comparto una pausa, una mirada hacia adentro de un año (mío) más a cuestas. A veces, en lugar de escuchar a alguien más, hace falta tomarse enserio y escucharse. Sentí que era momento de quedarme un rato conmigo, con lo que este año me enseñó a través del cuerpo, del tiempo y del amor.

Este 30 de junio cumpliré un año más: 54, para ser exacta. Estas líneas salen publicadas el 28, justo mientras —eso espero— estaré en la famosísima marcha LGBTQ+ de la Ciudad de México, caminando con esa comunidad de la que formo parte.

Este año caminaré solo un poco. Algunos pasos. No todo el recorrido. Espero hacerlo con mi hermana Blanca y acompañarla con sus amigas diversas. Apenas planeo pedirle que caminemos juntas unas cuadras, sin detener su paso 14 años más joven que el mío.

Haré lo que mi cuerpo —distinto, lastimado, pero con la misma terquedad de siempre— me permita.

Aprender a detenerse

No fue un año sencillo. Mi cuerpo dejó de ser certeza y se convirtió en un territorio frágil, incierto. En gasto del 2024 tuve un microinfarto en el ojo izquierdo debido al estrés laboral y en agosto, 15 días después, salí en un recorte laboral de la empresa y me quedé sin mi estresante y devastador empleo; ¿la vida sabia, la sabia vida? ¡Ja!

Perdí gran parte de la visión. Desde entonces todo lo miro distinto. Veo menos, sí. Pero también, curiosamente, más profundo. Me asusté, me pasmé. Pero aquí estoy, mirándome con nuevos ojos.

En esos días de miedo y dolor, mi esposa fue un hogar más que nunca. Me cuidó con paciencia infinita, con esa ternura feroz que sólo ella sabe dar. Aceptó mis malos ratos, mis silencios, mi tristeza y compartió conmigo las pequeñas alegrías que se filtran incluso en medio del naufragio. Su amor fue firme, sin estridencias. Así es mi Osa: aunque la cosa se ponga fea, no huye.

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Celebro tener a mi esposa. / Foto: Selfies Lix Oliver.

¡Los afectos verdaderos van por un año más!

Este año también aprendí que tanto la familia real como la amistad verdadera no hace ruido, pero tampoco se desvanece. Descubrí a quienes se quedan cuando todo se pone difícil.

Mis primos Manrique de Lara, primos y tíos Guerrero y mi De la Vega; mis tíos Silvia y Fer.

Omar y Alex, mis hermanos de la vida. Licho, mi hermana del alma. Mi hermana hermana Blanca.

Val, mi siempre Val, que aunque lejos, siempre está tan cerca.

Reafirmé tener gente que no se va cuando el mundo se tambalea y que, por si fuera poco, me abre su vida y me permite celebrar y celebrale.

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¡Los festejos no han faltado! / Collage: Lix

“¡Gracias, familia, por un año más juntos!”
Ligia Oliver, columnista

Grecia, mi lugar

Regresé a Grecia. Ese país que es mi patria emocional. Aunque esta vez estuve del lado del Mediterráneo, mis pensamientos siempre vuelven al Egeo, sobre todo a Rodas, donde sueño terminar mis días.

Allí, frente a ese mar azul que parece comprenderlo todo, recordé la belleza de estar viva. Grecia es y será siempre mi metáfora para renacer. Aunque vea poquito.

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Un año en el que regresé al Mediterráneo. / Foto: Syl Oliver.

En Atenas nos recibieron Vay y Eva. Anfitrionas cálidas, de esas que te llenan el plato sin preguntar, que ofrecen su tiempo sin reloj. Me traje de ellas la fuerza necesaria para aguantas la lejanía hasta que volvamos a reunirnos, las comidas generosas, los interminables paseos y la certeza de que aún hay rincones en el mundo donde la amabilidad no es un lujo. ¡Ahora somos familia!

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La familia elegida. / Foto: Syl Oliver

Un año que se sigue andando

Y para cerrar, porque a veces sólo la poesía sabe decirlo, dejo un verso de Kaváfis:

“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca, pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias”.

Este año fue largo. Difícil. Hermoso. Me dio un microinfarto por estrés. Me despidieron y no por maleta. Me fui a Grecia porque ya estaba rota. Volví encontré dos empleos. El cuerpo no da tregua, pero ahí vamos.

No celebro desde la ingenuidad ni desde la alegría simple. Celebro desde la resistencia, desde la herida que no se cierra, desde el amor que no se fue. Celebro haber sobrevivido. Haberme cuidado distinto. Haber aprendido a ver más hondo.

Cumplo un año más con el corazón lleno, la mirada incompleta y las manos abiertas. Celebro tener a mi esposa, a mis amigos verdaderos y a Grecia, siempre Grecia, recordándome lo hermosa que puede ser la vida, incluso con cicatrices.

P.D. Conocí a mi cantante favorita, Vanesa Martín, y me firmó su disco. La vida sí es linda. ¡Vamos por un año más!

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Conocí a Vanesa Martín. / Foto: Cortesía Universal Music.

Yo soy y me llamo Ligia Oliver y espero que sigas mi columna en este medio. Soy filósofa y apasionada de la cultura griega. Mantengamos contacto vía:

Instagram: @lixoliver

Facebook: @lixoliverligia

Mail: lixoliver@gmail.com

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