¿Llegamos todas? Mujeres ven oportunidad histórica en el gobierno de la primera presidenta
Mujeres indígenas, adultas mayores, jóvenes, comerciantes, madres buscadoras y víctimas de violencia acudieron al Zócalo de la CDMX a escuchar el primer discurso de Claudia Sheinbaum como presidenta de México.
Mujeres indígenas, adultas mayores, jóvenes, comerciantes, madres buscadoras y víctimas de violencia acudieron al Zócalo de la CDMX a escuchar el primer discurso de Claudia Sheinbaum como presidenta de México.
El corazón de la CDMX retumbó este 1 de octubre con la primera celebración masiva para Claudia Sheinbaum. Pero a diferencia de otros años, la multitud rugió “Presidenta, presidenta”.
Un grupo de mujeres indígenas encomendó la suerte de la primera mandataria a la tierra y a la naturaleza a fin de que cumpla de manera satisfactoria su encargo, pero no fue el único. Miles de mujeres alrededor de la plancha del Zócalo le desearon éxito, y defendieron su autonomía y su capacidad, pero además se dijeron seguras de que con su llegada se abre otra puerta del empoderamiento femenino.
Lizeth Huerta fue una de ellas. A escasos pasos del palacio del Ayuntamiento y junto a su madre, hizo votos porque la renovación del sexenio signifique un mayor esfuerzo para cerrar la brecha de género no solo en el aspecto político, sino en lo laboral y lo social.
La joven de la alcaldía Coyoacán rechazó que Sheinbaum esté subordinada a uno o varios hombres y destacó que en sus otras encomiendas ha demostrado ser una mujer líder con ideales y principios.
“Más allá de lo que se pueda especular acerca de que detrás de ella hay una figura masculina, creo que ha demostrado que tiene un criterio propio y lo hizo desde que fue jefa de gobierno. Ella puede tomar decisiones por sí misma y así nos lo hará saber ahora que gobierne”, señaló.
Entre las calles del Centro Histórico, teñidas de guinda y blanco, resonaron la voces de sus iguales que no pudieron evitar mostrarse conmovidas por el momento. Tal y como le pasó a Dulce Bautista, quien es comerciante ambulante en el primer cuadro de la ciudad, y que aprovechó la ocasión para mostrar su simpatía con el movimiento.
Mientras sostenía llaveros y muñecos miniaturas con la cara de López Obrador, así como calcetas con la imagen de Sheinbaum, Dulce se declaró aliada de los morenistas y subrayó que estaba allí no solo por trabajo, sino por convicción.
“Qué bueno que nos dieron la oportunidad a las mujeres, ahora tenemos más voz y voto, antes no éramos escuchadas. Y hoy ya hay oportunidades”, dice.
Con la voz entrecortada, refirió que la presidencia de Sheinbaum impactará positivamente la vida de su hija y de otras niñas y adolescentes en México, y celebró que a partir de ahora podrán decir “sueño con ser presidenta”, sin que su meta se vea tan distante.
Valentina, de siete años, es reflejo de este anhelo. De la mano de su madre, brinca mientras espera que Sheinbaum salga ante la multitud. Y aunque no alcanza a ver las pantallas ni fue testigo de los sexenios previos, sonríe cuando se le pregunta si se siente emocionada.
La niña dice que entre hombres y mujeres no hay diferencias y le pide a la primera mandataria del país que construya más escuelas.
A unos metros de Valentina y su mamá, Selomit Ayala posa orgullosa un traje típico oaxaqueño y asegura que la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia se suma al esfuerzo de miles de mujeres que pelean por no ser invisibilizadas en la casa, el trabajo y la vida pública.
La joven expresa que muchos apuestan a que Claudia Sheinbaum falle solo por el hecho de ser mujer, pero ella confía en lo contrario.
“Quizá no tengamos la misma fuerza física, pero sí tenemos la misma fortaleza mental y eso es lo que se requiere para gobernar una nación”, sentencia al comparar las habilidades entre hombres y mujeres.
Y aunque la verbena estuvo llena de colores y aplausos, la llegada de la primera mujer presidenta en México no fue ajena a las problemáticas que enfrenta el país, como la violencia y las desapariciones.
Ana María, originaria de Michoacán, manifiesta su apoyo a la presidenta, pero también le hace un llamado para que se aboque a ponerle un alto a los grupos criminales que atemorizan a las comunidades de su estado.
“Esperemos que vaya atacando más al narco, que es el que nos preocupa, porque ahorita Michoacán está muy feo. Hace seis meses secuestraron a una sobrina y no hemos sabido nada de ella. No podemos salir en nuestro pueblo porque los delincuentes se balacean entre ellos, y a veces les toca a los que no deben nada”, lamenta.
Ana María, que acudió al Zócalo acompañada de su hija, no pierde oportunidad en destacar que Sheinbaum romperá los estigmas que pesan sobre las mujeres e insiste en que su gobierno hará visibles muchas luchas, pero le pide dar prioridad al tema de la seguridad.
Mientras que Juanita Centeno se une a su petición solo que desde la calle Madero, donde en medio de una batucada relata la desaparición de su hijo hace tres años en Coacalco, Estado de México. La madre del desaparecido se debate entre el sentimiento de júbilo y nostalgia, pero le da su voto de confianza a la morenista y le reconoce sensibilidad al atender este fenómeno.
“Ella (Sheinbaum) me va a ayudar a encontrar a mi hijo. Es una persona preparada, que sabe lo que quiere. Con la bondad que tiene ella nos escucha y va a ser una gran presidenta. Yo le pido que me ayude a encontrarlo”, expresa la mujer mientras sostiene la foto de su familiar desaparecido.
En medio del barullo, pasadas las cuatro de la tarde, el ritual empieza, el silencio se hace presente y la energía envuelve a la masa. En las pantallas, la gente mira a una presidenta que por primera vez se muestra vulnerable.
“Tú eres la voz de las que no tuvimos voz por mucho tiempo, la voz de nuestros pueblos. Las mujeres indígenas y todas las del país estamos de fiesta porque por primera vez una mujer llega a este lugar tan preciado para nosotras. Claudia, que los elementos sagrados te acompañen y que el aire siempre esté contigo”, fueron las palabras que una mujer indígena dirigió a la capitalina, quien terminó haciendo un visible esfuerzo por contener el llanto en la garganta.
La ceremonia continúa con la entrega del bastón de mando por parte de 70 pueblos indígenas y afromexicanos, con la que reconocen a Claudia Sheinbaum como su máxima autoridad. Y la presidenta con todo y la banda presidencial a cuestas, alza el bastón elaborado con cedro rojo ante más de 300 mil personas.
“Le entregamos con amor y esperanza el bastón de mando, seguros de que con su sabiduría habremos de construir un mejor país”, expresó otra representante del grupo indígena.
“No llego sola, llegamos todas”, fue la frase que Sheinbaum Pardo repitió a lo largo de la jornada y que la acompañó en toda su campaña presidencial, pero que realmente tomó sentido esta tarde para Ana María, Juanita, Valentina, Selomit y Lizeth.
Algunas mujeres esperan expectantes su gestión, pero otras muchas califican como un triunfo el solo hecho de que una mujer llegue al cargo más importante de toda una nación.