El PRI cumple 94 años: De la hegemonía a casi ser ‘satélite’

El PRI, uno de los partidos más longevos en actividad en nuestro país, cumple este sábado 94 años como instituto político, marcado por un declive en las preferencias electorales y la pérdida de estados gobernados.

Desde sus inicios como Partido Nacional Revolucionario (PNR) y después Partido de la Revolución Mexicana (PRM), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) es uno de los partidos de mayor influencia de la política en México por el poder que aglutinó durante prácticamente todo el siglo XX.

Sin embargo, la influencia de este partido considerado hegemónico se ha ido mermando de 2018 a la fecha, principalmente por la irrupción de Morena y la victoria del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

No obstante, dentro del PRI la visión es otra. Miguel Álvarez, representante del PRI de Radio y Televisión, asegura que el partido “se encuentra en un estado de crecimiento electoral, donde se está recuperando de la caída electoral de 2018, para empezar a volver a ser competitivo, eso es lo que se vio reflejado en 2021, donde volvimos a tener una buena presencia en el Congreso que se había perdido en 2018, y así mismo en 2022, con la victoria que se tiene en el estado de Durango”.

Actualmente, el PRI no gobierna ni una cuarta parte de estados ni municipios del país y apenas es la tercera fuerza política en el Congreso.

Elecciones 2018: La debacle tricolor

El 1 de julio de 2018 fue un parteaguas para el PRI, no sólo porque perdió la presidencia de la República, sino que marcó el inicio de la pérdida paulatina del poder político que tenía

El partido tricolor no ganó ni una sola de las nueve gubernaturas en juego de aquella elección. Desde aquellos comicios a la fecha, pasó de gobernar en 14 estados, casi la mitad del país, a sólo tres – incluyendo Durango, pues Esteban Villegas es surgido del partido, aunque ganó en alianza con el PAN y PRD. Y de esos tres, dos (Estado de México y Coahuila) están en disputa este año.

En cuanto al Poder Legislativo, pasó de ser mayoría con 202 diputados en San Lázaro a ser la tercera fuerza con 49 legisladores en sus filas, una disminución del 75%.

Lo mismo le paso en el Senado de la República, pues pasó de tener 54 senadores a contar con solo 13 en la presente Legislatura, lo que también representa una disminución del 75%.

Aunque en las elecciones federales de 2021 recuperó más curules en la Cámara de Diputados, principalmente por la alianza Va por México, al pasar de 49 a 69 legisladores (un incremento del 41%), todavía se mantiene como la tercera fuerza de dicho poder, muy por detrás de Morena.

Sobre los Congresos locales, el PRI llegó a 2018 con 357 diputados de los mil 124 que había en total para ese momento y era mayoría parlamentaria en 16 de las 32 entidades. Actualmente tiene 188 legisladores estatales de los mil 113, que apenas representa el 17%, y sólo es mayoría en el Congreso de Coahuila.

En cuanto a gobiernos municipales, el PRI también era la principal fuerza pues gobernaba en 888 municipios en el 2018, que representaba el 44% del total de demarcaciones del país. Ahora, cinco años más tarde, gobierna en 464 municipios, por lo que redujo su presencia en poco más de un 50%.

Elecciones de 2023 y la posibilidad de perder

Actualmente el PRI gobierno en Durango, Coahuila y el Estado de México. En las últimas dos entidades habrá elecciones para renovar la gubernatura el 4 de junio de este año, por lo que el partido tricolor podría entrar al 2024 con menos gobiernos que los que tiene en la actualidad.

Para evitar ese desenlace, para estas elecciones el partido tricolor logró recuperar su alianza con el PAN y PRD, las cuales estuvieron momentáneamente suspendidas luego de que el PRI impulsó la reforma constitucional al artículo quinto transitorio en materia de Guardia Nacional, que extendió hasta 2028 la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública.

Ese partido que gobernaba en todos los estados y controlaba desde los municipios hasta la presidencia de la República, quedó reducido a una pequeña fuerza que necesita de la alianza con los partidos que antes fueron sus rivales para poder hacer frente al nuevo partido hegemónico: Morena.

Ante este panorama, la expresidenta de ese partido, Dulce María Sauri, consideró que el PRI debería pedir perdón a la ciudadanía, “por no haber entendido que la confianza que le dio el electorado en 2012 era una confianza para hacer lo que sabemos hacer mejor, no sólo gobernar, que lo hacemos bien, sino impulsar los grandes cambios que requiere el país”.

Sauri aceptó que alrededor de 60% de los mexicanos dicen ahora que nunca votarían por el PRI, es decir “hay un rechazo que rebasa la mitad de los posibles votantes, ese es un reto gigantesco”. 

Sin embargo, para otra parte del PRI el panorama es visto como el vaso medio lleno, al compararse con los resultados que está dando el actual gobierno.

Miguel Álvarez, representante del PRI de Radio y Televisión, afirma que tienen una “militancia leal. Hay un voto duro, un voto sólido” que sigue ahí.

–¿Cómo le han afectado al PRI los escándalos?

-El priismo es el partido más viejo, que más ha gobernado, y evidentemente el poder desgasta. Estar en el poder provoca a menudo, que los que cometen errores, que tienen nombre y apellido, afecten la imagen de una institución, pero la institución es mucho más que las personas que pudieran afectarlo… Los escándalos que le quieren adjudicar al PRI, son simplemente distractores de lo que realmente está pasando en el país: tenemos un país en crisis económica, en crisis de seguridad, en crisis en términos del tejido social, que está totalmente dividido, una polarización brutal. Y así podríamos hablar de cada indicador, no hay un solo indicador en el que el gobierno actual esté haciendo mejor de lo que el PRI lo ha hecho.

Uno de esos escándalos es el que desde inicios del año pasado comenzó la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, al hacer públicas las conversaciones del dirigente del PRI, Alejandro Moreno, a quien se le ha escuchado insultando a expresidentes o diciendo que a los periodistas hay que “matarlos de hambre” y no a balazos, en compras de autos o drones y gestionando acuerdos para coberturas a modo.