Meghan se dio cuenta de que la monarquía se construye sobre linaje, ancestros y castas
No puedo decir que me sorprende por completo que un miembro de la famila real expresara su preocupación por el impacto en la “reputación” de tener a un niño de piel oscura entre ellos". Foto: Anwar Hussein/WireImage

El trato que le dio la familia real a la duquesa es una señal de que desde su centro, Gran Bretaña no es capaz de integrarse al mundo moderno

Querían saber qué tan oscura sería su piel. Un niño que todavía no nacía dentro de la familia real ya se estaba convirtiendo  en una preocupación en potencia, e incluso en un lastre, porque una de sus abuelas es afroamericana, y esto podía dejar una “mancha” en su piel y había reputaciones que considerar, y había que estar preparados.  Estas fueron algunas de las revelaciones en la asombrosa entrevista que dieron Meghan y el príncipe Harry a Oprah Winfrey.

No me sorprende mucho que un miembro de la familia real exprese su preocupación por el impacto  que podría tener en la “reputación” tener un hijo con la piel oscura, considerando la larga historia de exclusión de cualquier católico romano, no aristócrata o discapacitado, en ese mundo enrarecido. Además, para aumentar la sensación de rechazo, Archie no recibió ni título ni seguridad.

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La intensidad de este drama real es asombroso considerando la cantidad de días felices en torno al compromiso y boda de Harry y Meghan hace tan sólo tres años. De hecho, cuando se empezó a hablar de Meghan Markle con Harry, se parecía mucho a su futura concuña, Kate Middleton. Y yo, como mucha otra gente, no sabía que Meghan tenía ancestros de raza negra. El cabello lacio, la piel clara, la estructura delgada y el estilo costoso la hacían ver igual a otras novias europeas. Pero empezaron los tabloides a sacar sus encabezados de “directo de Compton” y a hablar de los “antecedentes de esclavitud” de su madre para dejar claro que no la iban a tratar igual que a Kate. La sola idea de que genes de raza negra iban a entrar a la sangre de la dinastía de Sajonia-Coburgo-Windsor empezaron a desbaratar a este pequeño y frágil país.

Meghan se convirtió en el fantasma en la mesa. En un recuerdo no deseado de que este país no tiene la capacidad de avanzar hacia el mundo moderno en donde las mujeres tienen opinión propia y deseos, y en donde el sistema de castas se desmantela, y en donde los “negritos” de la imaginación obtusa de nuestro primer ministro representan a nuestro país en el extranjero.

Como republicana me duele tener que salir a defender a un miembro de la familia real, pero siento que Meghan, duquesa de Sussex, está siendo objeto de ataques de ira destinada a un grupo más grande de mujeres jóvenes de raza negra que han logrado arrasar dentro de instituciones que antes eran muy cerradas. Ya perdí la cuenta de las veces que me han dicho que yo tenía que haber entrado a Oxford a causa de la discriminacion positiva, como si la universidad alguna vez fuera a adoptar esa política, como indica su registro de admisiones nada diverso.

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Me han dicho que sólo me publican porque soy exótica, y que los premios que recibo son una señal de “progresismo”, o porque no hay discernimiento entre los jueces. Todos estos comentarios revelan claramente más de las inseguridades y resentimientos de aquellos que los hacen que sobre mi, pero me hacen entender el por qué Meghan quiere retirarse de un ambiente tan tóxico.

El escándalo en contra de la “cultura cancelada” claramente no es para tratar de proteger a las mujeres negras de ataques coordinados e implacables  en contra de su aspecto, de su capacidad y de su motivación. El instinto de cuidarse la espalda para defender los privilegios y la exclusión por encima de todo lo demás es algo muy difícil de vencer.

Es fácil para mi y para otros adoptar una postura de defensiva silenciosa, de no hablar del costo de vivir, de estudiar y trabajar en ambientes en los que somos las únicas. Cuando estás dentro, en el momento en que alzas la voz, te tachan de ingrata, intrigante, sucia o simplemente de que no vales la pena.

Veo que hay ataques regulares, casi ferales en contra de Meghan por parte de figuras públicas como Piers Morgan y otros y me pregunto qué haría con su furia en otras situaciones, por ejemplo, si diera clases en una universidad con alumnos diversos y con diferentes opiniones, o si trabajara en un hospital en el centro de la ciudad. Su furia es tan desproporcionada que mucha gente sólo se haría bolita si tuviera que enfrentarla. Otras figuras públicas al parecer se desentienden de los comentarios sobre el color de la piel como si se tratara de “racismo casual”, como si eso fuera aceptable.

Recuerdo que desde muy pequeña aprendí a morderme la lengua, a reír con incomodidad, a ignorar el racismo “casual” en algunas situaciones en particular, para después desahogarme con amigos que habían pasado por situaciones similares.

La conversación entre Meghan y Oprah es fascinante por la forma sincera en la que hablan. Una enorme audiencia global observa mientras dos mujeres de raza negra hablan sobre las terribles experiencias de una de ellas con todo y los detalles más escabrosos que se habían guardado hasta entonces. Oprah casi se ahoga mientras escucha todo lo que tuvieron que aguantar Meghan y Harry.

Una antigua institución británica tiene que enfrentarse al escrutinio público de dos mujeres famosas de raza negra. Jamás esperé ver algo así, las silenciadas se convirtieron en las silenciadoras.

Hay discusiones en torno a quién o qué es Meghan, si es una “mujer negra”, o no, si se está enfrentando al racismo o no.  No importa. La verdad es que la sangre y todo el significado que conlleva esa palabra sigue siendo muy importante en Gran Bretaña y en otros lugares. Tu apariencia, tu parentela, te hace pertenecer a algún lugar, si tienes suerte, o enfrentarte al rechazo, si no la tienes.

La crianza, los ancestros, las castas son los bloques que construyen la monarquía y la aristocracia y determinan el que creamos que alguien es superior o inferior. Me da miedo pensar en lo que hubiera pasado si Meghan hubiera osado casarse con el heredero en lugar de con el otro.

*Nadifa Mohamed es una novelista británica somalí.

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