‘Ningún lugar es seguro’: Colombia enfrenta alarmante aumento de feminicidios
Una mujer fue asesinada por su esposo en Oaxaca. Foto: Iose / Wikimedia Commons

Cuando las autoridades sacaron el cuerpo sin vida de María Ángel Molina de cuatro años de un río en Colombia el 13 de enero, la comunidad sudamericana lamentó lo que fue el caso de feminicidio número 14 documentado este año. 

Su asesino, Juan Carlos Galvis, también secuestró a la hermana de María, y después admitió a las autoridades que él cometió los crímenes brutales para castigar a la madre de las niñas por ver a otro hombre. 

Con cinco más feminicidios, asesinatos relacionados directamente con el género de la víctima, documentados desde el de María, 18 en total, con 13 más que se tienen que verificar, los grupos de derechos están preocupados por la seguridad de las mujeres y niñas una vez más encerradas con hombres abusivos por la nueva ronda de confinamiento estricto para frenar los brotes de coronavirus. 

“Tristemente cuando hablamos sobre violencia contra las mujeres en Colombia, no hay ningún lugar que se pueda considerar ‘seguro’”, dijo Juliana Castillo Rodas, que trabaja con la Fundación Feminicidio Colombia, una ONG que le da apoyo a mujeres y rastrea la violencia de género. “Pero podemos decir que el hogar se ha vuelto uno de los lugares más peligrosos para las mujeres”. 

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En el año pasado, con seis meses de confinamiento, la fundación confirmó 229 feminicidios, de los cuales 35 fueron niñas, y tratan de verificar otros 260 casos de muertes violentas de mujeres y niñas que podrían definirse como feminicidios. 

Aunque los casos confirmados no aumentaron, los grupos de derechos dicen que los números probablemente son mucho más altos, por los casos que en muchas ocasiones no reportan las mujeres por temor a represalias. También es poco probable que las mujeres busquen ayuda cuando están atrapadas en casa con sus abusadores. Cuando se contacta a las autoridades, suelen ser de poca ayuda. 

“Nos preocupa que cuando las mujeres informan a las autoridades, no las escucha el estado ni sus instituciones”, dijo Castillo. “Tal vez no vimos un aumento de casos el año pasado, aunque sí vimos un aumento de actos violentos hacia las mujeres, como desapariciones, inmolaciones y desmembramientos, además de violencia sexual”. 

Medidas como mejor educación de género y ciudades más seguras e iluminadas harían a Colombia más segura para las mujeres, dijo Castillo. Otras activistas dicen que las medidas contra el coronavirus como restricciones a la venta de alcohol y toques de queda que limitan las fiestas y reuniones sociales pueden reducir algunos riesgos para mujeres y niñas que viven con hombres abusivos. 

La vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez, habló de la situación alarmante de las mujeres el martes en su visita a Medellín. “Tenemos que llegar a cero feminicidios”, dijo en un discurso sobre programas de oportunidades para las mujeres. “Tenemos que terminar con el machismo y con cualquier tipo de violencia en contra de las mujeres”. 

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Los asesinatos escalofriantes de mujeres y niñas no son raros en Colombia, y a veces los cometen figuras de autoridad. El último junio, el escándalo envolvió a la milicia después de que siete soldados violaron en grupo a una niña indígena de 13 años

“Sabemos que este no es un problema aislado, es estructural”, dijo Aida Quilcue, asesora de derechos humanos en la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC). 

Mientras tanto, el país sigue con el recuento de la violencia sexual que se cometió durante su larga guerra civil contra el grupo rebelde de las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC). Se estableció un tribunal especial después del tratado de paz de 2016 que trabaja con miles de casos. 

Aún así con cada caso terrible que se hace noticia, se hace poco para cambiar la manera en la que la sociedad colombiana ve a las mujeres, dicen las activistas. 

“El feminicidio es el último recurso que tienen los abusadores, pero antes de eso está la violencia simbólica, sexual, económica y las amenazas”, dijo Daniela Lozano, una activista que trabaja con la violencia de género en Bogotá. 

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“Tenemos que preguntarnos por qué suceden todavía estos feminicidios. Aunque la respuesta está clara. Es la manera en la que los hombres ven a las mujeres en Colombia. Es el machismo.

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