El escándalo de la sangre infectada de VIH: el gobierno sabía del plasma contaminado ‘mucho antes de admitirlo’
Jason Evans con su padre, Jonathan, quien murió después de recibir sangre contaminada. Foto: Jason Evans

Un ministro expresó en privado su preocupación de que se estaba transmitiendo SIDA por medio de productos contaminados con sangre mientras el gobierno insistía públicamente que no había “evidencias concluyentes”, demuestran documentos de 1983 que se descubrieron recientemente.

Entre las víctimas del escándalo de la sangre contaminada que es objeto de investigación pública, están 1240 pacientes británicos con hemofilia, que ya murieron en su mayoría. Se infectaron de VIH en la década de los 80 por medio de un producto de sangre no tratada conocido como Factor VIII.

En 1983, Ken Clarke, entonces ministro de salud, negó que el Factor VIII conllevara riesgo alguno. En algún momento del 14 de noviembre de 1983 dijo al parlamento: “No existen evidencias concluyentes de que el SIDA se transmite por medio de productos sanguíneos”.

Sin embargo, Jason Evans, fundador de la campaña Factor VIII, descubrió documentos en los archivos nacionales que pintan un cuadro contrastante. El padre de Evans murió tras recibir sangre contaminada.

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En una carta con fecha del 4 de mayo de 1983, Hugh Rossi, entonces ministro en el Departamento de Salud y Seguridad Social, DHSS por sus siglas en inglés, aseguró a los constituyentes: “Es una situación extremadamente preocupante, particularmente si leo en la prensa del fin de semana que la enfermedad se transmite ahora por medio del plasma de la sangre de Estados Unidos”.

El monitoreo de toda la sangre donada en Reino Unido empezó a hacerse hasta el 14 de octubre de 1985.

La carta de Rossi era lo suficientemente grave como para que el gobierno el gobierno evitara su publicación en 1990, cuando se estaban aplicando las medidas legales por el escándalo durante el tiempo en que Clarke era secretario de salud.

En otra carta que presentó Evans, con fecha del 22 de marzo de 1990, un oficial del departamento de Salud escribió a los abogados del gobierno para decir que quería retener la carta de Rossi, a pesar de que aceptaba que la base para hacerlo era “cuestionable”.

Explicaba: “El problema con esta carta es que el ministro parece estar diciendo, o reportando lo que leyó en la prensa, que el SIDA se transmitía por medio del plasma de la sangre en momentos en que se hacían declaraciones de que no había evidencias concluyentes de esto”.

El oficial también expresó su deseo de retener un documento de 1978 porque hacía referencia a “una singular falta de atención” de parte del Departamento de Salud hacia el laboratorio de los productos sanguíneos en Gran Bretaña.

Evans, quien presenta evidencia de la investigación sobre la sangre infectada el 11 de junio, dijo: “Estos documentos demuestran que el gobierno sabía que el SIDA se transmitía por medio del Factor VIII mucho tiempo antes de admitirlo y años antes de haber hecho algo al respecto. Esta carta prueba de manera concluyente que los ministros estaban conscientes del peligro.

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“Creo que Ken Clarke tiene que contestar serias preguntas en esta investigación. Esto se trata de tener el beneficio de una revisión. Clarke estuvo proporcionando información falsa durante meses cuando los riesgos ya eran conocidos por su departamento. No hay que olvidar que en los 80, sin tratamientos, el SIDA era una sentencia de muerte garantizada.

“De la información que tenemos, es razonablemente justo decir que si se hubiera retirado del uso el Factor VIII en mayo de 1983 o antes, cientos de vidas se habrían salvado. Mi padre tal vez estaría vivo”.

Des Collins, socio fundador de Collins Solicitors, quien representa a más de 1400 familias infectadas y afectadas por el escándalo de la sangre contaminada, considera que la carta de Rossi es evidencia circunstancial. Agregó: “Siempre hemos sospechado que había un encubrimiento por parte del gobierno pero esto le da credibilidad a ese argumento y fortalece nuestra búsqueda para atrapar a un culpable entre los que no hicieron lo que tenían que hacer en todos estos años”.

Un vocero del Departamento de Salud y Cuidado Social declinó hacer comentarios directos sobre los documentos pero dijo que  “estaba dispuestos a ser abierto y transparente con la investigaciòn”.

Clarke aseguró: “En 1983, yo era ministro del DHSS pero los productos sanguíneos no eran mi responsabilidad. El ministro responsable estaba con los Lords, y yo en ocasiones contestaba preguntas escritas a los Comunes. Siempre usé palabras para describir el consejo clínico de los funcionarios de salud en el departamentos de que  ‘no había evidencia concluyente’, etc.”

Además agregó: “Yo nunca vi el documento anterior que parece ser la opinión de un ministro anterior. Nunca he visto los documentos de 1990 y nunca me hablaron sobre estas supuestas discusiones a nivel oficial durante aquellos tiempos”.

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