Guerra Fría o paz inconforme: ¿es importante definir la competencia de EU y China?
Cuando Joe Biden llegó a Cornwall para asistir a la reunión del G7, se avecina una sensación de historia en ciernes. Composición: Christian Bauer / Getty Images

En julio de 1971, el consejero de seguridad nacional de Estados Unidos, Henry Kissinger, se embarcó en una misión secreta hacia China, enemigo jurado de Estados Unidos en esos tiempos. Este viaje de 48 horas abrió el camino para el histórico apretón de manos entre Richard Nixon y Mao Zedong un año después. La visita de Nixon alteró la geometría estratégica de la Guerra Fría e influenció la jugada subsecuente de Washington hacia la distensión con Moscú.

Medio siglo después, cuando Joe Biden llegó a Cornwall para asistir a la cumbre del G7, había una sensación de que se trataba de otro momento histórico, uno que involucra conversaciones de aliados (un grupo de democracias con ideas similares) y adversarios (notablemente Rusia y China). También evoca recuerdos de la Guerra Fría de la década de los 70, cuando estrategas como Kissinger refinaron el arte de balancear el poder entre los importantes jugadores geopolíticos. 

Mientras Biden se preparaba para el viaje, el Senado de Estados Unidos aprobó abrumadoramente el Innovation and Competition Act, una inusual muestra de unidad entre demócratas y republicanos. Beijing respondió al decir que “está plagado de la mentalidad de suma cero estilo Guerra Fría”. 

Algunos observadores expertos de las relaciones sinoestadounidenses dicen que, aunque es importante comprender la naturaleza de la competencia de los grandes poderes, la analogía de la Guerra Fría del Siglo XX no ayuda. Ellos creen que la naturaleza de la relación moderna entre China y Estados Unidos es fundamentalmente distinta que la que tenía la Unión Soviética con Occidente. 

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“Creo que es mejor no utilizar la analogía de la Guerra Fría”, dijo Stapleton Roy, un experto en la URSS que se convirtió en embajador de Estados Unidos en China, en un nuevo documental de BBC World Service que explora el legado de la visita clandestina de Kissinger en 1971. 

A Roy le preocupa que si los periodistas, expertos y creadores de políticas continúan hablando casualmente de la llegada de una Guerra Fría 2.0, corren el riesgo de verse inundados por la profecía autorrealizadora que eventualmente vería una confrontación militar inevitable entre Estados Unidos y China, con consecuencias desastrosas. 

“Lo que sucede en el mundo el día de hoy no es diferente de lo que ha sucedido a lo largo de la historia, cuando los países fuertes tienen diferencias con otros países fuertes. Y la historia a veces muestra que a veces eso culmina en guerras, a veces culmina en enfrentamientos”, añadió. 

En noviembre de 2019, unos meses antes de que la pandemia de coronavirus azotara al mundo, Henry Kissinger, a los 96 años, habló sobre este tema en Beijing. Le dijo a su biógrafo, el historiador Niall Ferguson, quien lo entrevistó en dicha ocasión, que estaban “en los piés de una guerra fría”. 

Kissinger vio una posibilidad, de hecho, para mejorar las relaciones entre Estados Unidos y China y entre Estados Unidos y Rusia. Y no sucedió”, recordó Ferguson. “Las cosas tomaron un camino diferente del que él hubiera preferido cuando Trump … lanzó una guerra comercial y otra tecnológica. El vicepresidente Pence incrementó el nivel retórico en su discurso en el Hudson Institute en octubre de 2018”. 

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En Beijing, aunque los portavoces del ministerio de relaciones exteriores frecuentemente despliegan el vocabulario de la “Guerra Fría” cuando responden a las críticas occidentales, Yan Xuetong, uno de los pensadores de políticas exteriores más respetados de China, dijo que la frase le parece engañosa. 

“Preferiría utilizar el término ‘paz inconforme’ para describir la actual competencia entre China y Estados Unidos en lugar de ‘una nueva guerra fría’, porque la Guerra Fría (del Siglo XX) fue impulsada por la expansión ideológica de Estados Unidos y la Unión Soviética y a través de conflictos indirectos”, dijo Yan. 

Las apuestas eran altas. Pero de cualquier modo que se definan las interacciones actuales entre Beijing y Washington, muchos ahora temen que los individuos de ambos lados del Pacífico, además de las potencias medianas de todo el mundo, tarde o temprano se vean atrapados en el intercambio de ataques. 

Países como Australia ya eligieron un lado. Pero estados asiáticos más pequeños y menos poderosos, como Singapur y otras naciones del sudeste asiático, le han advertido a ambas partes que no los pongan en la situación donde se vean obligados a elegir un bando

Para muchos individuos en China, el reencuentro de Estados Unidos y China, y la subsecuente apertura de Beijing a finales de la década de los 70 cambió las vidas de millones. Pero esto también es algo que, muchos dicen, los expertos y estrategas suelen descuidar cuando se habla de “la gran estrategia” en las dificultades geopolíticas del Siglo XXI. 

En julio de 1971, al enterarse que Nixon acudiría a China tras el viaje secreto de Kissinger, Zha Jianying, residente de Beijing de 12 años, supo que su vida también iba a cambiar. “No fui capaz de articularlo en ese momento, pero tenía la sensación vaga de que era el inicio de algo”, dijo. 

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A principios de la década de los 80, Zha era parte de uno de los primeros grupos de estudiantes chinos en estudiar en Estados Unidos. Ahí comenzó su carrera de escritora. Con una perspectiva única que incorpora tanto las ideas chinas como las estadounidenses, sus textos de largo aliento para la revista New Yorker iluminaron a muchos en el mundo angloparlante y proporcionaron una ventana para las contradicciones de su país de origen. 

“Cincuenta años después, estamos en la víspera de un nuevo cambio masivo”, dijo. “Conforme se intensifica la competencia del poder, me preocupa que las almas inocentes en ambos lados del Pacífico se vean atrapadas en las grietas de la historia y en la pérdida de matices. La retórica confrontativa hace que todo se vea más oscuro. Puede que no haya vuelta atrás”. 

Vincent Ni es el corresponsal de asuntos en China para The Guardian. También presenta el nuevo documental de BBC World Service When Kissinger went to China

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