Salma Hayek: ‘Weinstein me gritaba: ¡No te contraté para que te vieras fea!’
Salma Hayek… 'Como actriz, quiero interpretar a una puertorriqueña, quiero interpretar a una colombiana, ¡quiero interpretar a una marciana!' Foto: Philip Cheung/The Guardian

Salma Hayek tiene un terrible jet lag, que es uno de los gajes de tener casas en todo el mundo y pasar frecuentemente de una a otra. “Déjame contarte mi locura”, dice por videochat desde su casa en el oeste de Londres. “Me quedo aquí menos de una semana, después regreso (a Estados Unidos) durante cinco días por el trabajo de mi esposo, después regreso aquí por mi trabajo, y después vuelvo a Los Ángeles porque ¡recibiré una estrella en el Hollywood Boulevard! Es una locura”, dice. Después de esta entrevista tiene una prueba de vestidos para varios estrenos de cine.

“¡Simplemente lo vamos solucionando sobre la marcha!”, dice con exasperación ante su alocada vida. A pesar de la locura, luce impecable con un vestido de Gucci (“¡Tan cómodo como tu sudadera!”), enmarcado por la enorme pintura de espejos que tiene detrás. “Es de (Takashi) Murakami”, dice despreocupadamente sobre uno de los artistas vivos más costosos. Le manda un beso a su esposo, François-Henri Pinault, cuando sale de la casa. Pinault es el CEO del conglomerado de moda Kering, que se encuentra detrás de marcas como Gucci, Balenciaga, Yves Saint Laurent y muchas otras. Se calcula que el patrimonio de la familia Pinault asciende a 49 mil millones de dólares. Es una locura.

Hayek podría haber optado fácilmente por la vida acogedora, consentida, de una ama de casa megarica. Y, para ser sinceros, hay momentos en los que parece una de ellas. Sus prendas favoritas actualmente son los vestidos de Balenciaga: “Tengo cuatro que me encantan”, comenta. Por supuesto, ayuda el hecho de que su esposo sea dueño de la marca. ¿Tiene permitido vestir marcas que no son propiedad de su esposo? “¡Tengo permitido hacer lo que quiera!”, responde con fingida indignación, aunque añade que “es más fácil comprar las marcas (de Kering). Ahí me conocen”.

Sin embargo, a pesar de poseer un clóset que presumiblemente es tan grande como una casa normal, Hayek no es la típica esposa de un multimillonario. Cuando conoció a Pinault, tenía 39 años y era una actriz famosa con una nominación al Oscar por Frida en 2002. Muchas actrices antes que ella se casaron con hombres ricos y luego desaparecieron tras el muro de la fortaleza; Grace Kelly dejó su carrera para convertirse en la princesa de Mónaco, y el príncipe Rainiero tenía una fracción de la fortuna de Pinault. Pero Hayek, de 55 años, nunca iba a hacer eso. “Me encanta lo que hago“, dice cuando le pregunto qué la motiva para trabajar. Además, dice, paga sus propios gastos en su matrimonio: “A veces me cuesta porque tengo muchos gastos, pero me gusta esa sensación. Me mantiene real”, dice solemnemente. (Eso sí, el “real” de Hayek es la cuenta bancaria de una estrella de Hollywood).

Solo este mes, protagoniza dos películas: la última megapelícula de Marvel, Eternals, y House of Gucci, la película biográfica de la familia Gucci. Solo he podido ver Eternals, y es innegablemente agradable ver a una superheroína mayor de 21 años, y a una sorda, a un homosexual, a un asiático y a un negro, entre los aparentemente interminables héroes de Eternals. Este reparto “parece un milagro”, ríe. “Tiene que empezar en algún sitio, ¡y me alegra que empiece conmigo!”. Pero las buenas intenciones no pueden ocultar que el guion es un montón de tonterías (The Guardian le dio dos estrellas a la película). Le pregunto a Hayek si aceptó protagonizarla porque la dirigía Chloé Zhao, ganadora de un Oscar el año pasado por Nomadland, ya que desde hace tiempo es una firme defensora de las mujeres directoras. “Sí, absolutamente. Quedé maravillada cada segundo que estuve con ella”, cuenta. “Pensé: ‘Guau, estoy trabajando con una directora china’, y hay una satisfacción en eso que es más grande que la película: es ver a otra mujer ser tan valiente, ser tan inteligente, ser tan inspiradora“.

Eternals es la primera película de superhéroes de Hayek, “¡Y me pareció fascinante!”. Le pregunto por qué cree que las películas de superhéroes son tan populares en la actualidad, pero en lugar de exponer los argumentos económicos habituales (por ejemplo, que son más fáciles de vender al público chino que los dramas estadounidenses), expone uno muy propio: “Tengo una extraña teoría al respecto. Está al descubierto, así que prepárate: Creo que como solo utilizamos del 3% al 10% de nuestro cerebro, sabemos que existe algo mucho más en el ser humano que no hemos descubierto. Así que creo que la historia de los superhéroes nos hace preguntarnos si hay algo más que podemos hacer. En cualquier caso, eso es lo que me hacen pensar a mí”.

De acuerdo con sus estándares carismáticos habituales, Hayek está un poco apagada hoy debido al jet lag. Pero se anima con los temas que le interesan, así que hablamos un poco sobre Frida, su verdadera obra de amor, que le costó ocho años realizar. Pero esto, por desgracia, nos lleva a un tema que le gusta un poco menos: Harvey Weinstein, quien la produjo. En 2017, Hayek escribió un artículo demoledor para The New York Times, en el que detalló cómo él la acosó sexualmente durante años, y cómo ella siguió diciendo que no:

No a que me bañara con él. No a dejarlo ver cómo me bañaba. No a que me diera un masaje. No a que me diera un masaje un amigo suyo desnudo. No a que me hiciera sexo oral. No a que me desnudara con otra mujer. No, no, no, no, no… Y con cada negativa llegaba la rabia maquiavélica de Harvey”.

Como es lógico, a Hayek no le entusiasma la idea de volver a hablar sobre esta parte de su historia: “¡Es tan aburrido y antiguo!”, se queja. Pero cuando le cuento que Weinstein me acosó, hizo que me expulsaran de restaurantes y fiestas e incluso escribió un artículo sobre mí porque no le gustaban las cosas que había escrito, se anima.

“¡Ahora quiero entrevistarte! Ahora, esta es una conversación interesante porque, si realmente analizas mi artículo, verás que realmente me centré en el hostigamiento (más que en el acoso sexual), y sí creo que las mujeres tuvieron lo peor (de él)”. Weinstein “no es el único hombre que se reafirma sabiendo que puede destruir a las mujeres”, señala.

Le pregunto si normalizó el acoso de Weinstein como una forma de enfrentarse a él.

“Hasta cierto punto. Y me sentía bien (cuando me acosaba). De acuerdo, temblaba (después) y me deprimía, pero había un aspecto caricaturesco en todo el asunto. Cuando me llamaba (durante el rodaje de Frida) y me gritaba: “¿Por qué tienes una (ceja) y un bigote? No te contraté para que te vieras así de fea“. Yo decía: ‘¿Pero acaso nunca has visto una foto de Frida Kahlo?’ Si un hombre interpreta a Cyrano de Bergerac, no diría: ‘¿Qué pasa con la nariz?'”.

Comienzo a preguntarle sobre su afirmación en el artículo de que cree que la razón por la que Weinstein nunca la agredió fue porque era amiga de Robert Rodríguez, Quentin Tarantino y George Clooney, pero me interrumpe. “También era muy fuerte“, dice contundente.

Esto suena un poco como si estuviera sugiriendo que algunas de las víctimas de Weinstein pudieron ser consideradas débiles, lo que parece improbable de una mujer que ha ejercido tanto activismo en nombre de las mujeres. Así que le pregunto si solo quiere decir que dijo que no.

“No dije simplemente que no. Soy una fuerza que merece ser reconocida“, recalca de nuevo. “Nunca me consideró débil. No es que no tenga miedo, pero no lo verán. Puedo ser casi intimidante en mi fuerza tranquila, ¿sabes?”

¿Cuándo aprendió a controlar su miedo?

“No lo sé. Quizá los animales. Tengo muchos animales y sé que es muy importante que no huelan el miedo. Pero no lo sé”.

Por cierto, dice, Weinstein no fue “el primero ni el último” que la trató así. ¿En Hollywood o en general?

“¡En general! ¡Somos chicas!… Así que aprendes a ser valiente. No es fácil, pero tienes que hacerlo”.

¿Hay hombres que la intimidaron o acosaron y que siguen trabajando en Hollywood?

“Estoy segura, fue algo sistemático. Pero uno de mis puntos fuertes es que no guardo rencor”, explica, y luego añade: “También creo que la gente puede cambiar… No me interesa avergonzar a nadie. Solo quiero que termine”.

Hayek nació y creció en México, y le pregunto qué constituyó el peor problema para ella en Hollywood: el acoso o el racismo.

“Bueno, vienen de la mano. Cuando le faltan el respeto a tu origen, sienten que eres más débil y se aprovechan de la debilidad”, responde.

Hace unos años, Hayek reveló en una entrevista con The Guardian que el director Ivan Reitman ni siquiera la dejó audicionar para el papel principal de una película porque el papel “no estaba escrito en latín”. ¿Qué película era esa?

“Ummm, el protagonista era, um, ¿Indiana Jones?”

¿Harrison Ford?

“¡Sí! ¡Harrison Ford! Se suponía que la mujer trabajaba en el negocio de la moda e, irónicamente, (Reitman) pensó que no sería creíble en mi caso. Fue Six Days, Seven Nights y Anne Heche consiguió el papel. ¡Y entonces salió del clóset! ¡Justo antes de que se estrenara la película! Y pensaron que yo no sería creíble (en un romance con Ford)”, ironiza.

¿Perdió muchos papeles por su origen étnico?

“¡Tantos! No voy a dar nombres, pero hubo un papel escrito para mí, para una mexicana, y lo interpretó una persona que ni siquiera era latina”, cuenta.

Y sin embargo, fue criticada por interpretar a un personaje puertorriqueño en 30 Rock, digo yo.

“Ahhh, es complicado porque escribieron eso para mí. Probablemente, si no lo hubiera hecho, (ese personaje) no habría ocurrido. Como actriz, quiero interpretar a una puertorriqueña, quiero interpretar a una colombiana, ¡quiero interpretar a una marciana! Como actriz, eso es lo que se supone que es. Por otro lado, es bueno darle oportunidades a la gente. Pero tiene que haber un equilibrio, porque si restringimos demasiado a la gente, todo el mundo tendrá miedo de hacer algo: ‘Necesitas un nombre porque tienes que promocionar algo: oh, es demasiado complicado, simplemente consigamos una chica blanca’. Así que tenemos que ser realistas y encontrar un equilibrio. Para mí este tema no es blanco o negro, ni nada parecido”.

Hayek creció en una familia rica de México, hija de un ejecutivo petrolero y una cantante de ópera. Se volvió enormemente famosa en su país a los 23 años, cuando protagonizó una telenovela, y poco a poco irrumpió en Hollywood cuando Rodríguez le dio el papel en Desperado, junto a Antonio Banderas. Poco después, fundó su propia productora, a través de la cual realizaría Betty la fea y Frida, la película que realmente la consagró como estrella. Desde el principio, fue una activista en favor de las mujeres, incluso testificó ante el Senado de Estados Unidos para reautorizar la Ley sobre Violencia contra la Mujer y realizó donaciones a refugios para mujeres. También compró un rancho, que utiliza como santuario de animales. Durante mucho tiempo asumió que viviría como una mujer soltera con sus animales, pero entonces conoció a Pinault, a través de su amiga en común, la difunta diseñadora L’Wren Scott. Tienen una hija de 14 años.
Intentando no encarnar demasiado a la señora Merton, le pregunto qué fue lo primero que le atrajo del megamillonario Pinault.

“Es un hombre que no se compara con nadie que haya conocido antes”, comenta, disfrutando claramente del tema. “Es un hombre fascinante y han pasado 16 años y todavía me fascina. Había conocido a hombres increíbles, pero no sé si alguien me vio tan claramente como él. Y sé quién es. Hay algo en su alma, no sé cómo explicarlo, pero es puro”.

Durante el confinamiento, Hayek se enfermó gravemente de Covid-19, pero se negó a ir al hospital, prefiriendo quedarse en casa. “Fue aterrador. Pero también fue un tanto encantador estar en casa con él, que es mi apoyo”, dice.

Tenía 41 años cuando nació su hija, Valentina, y le pregunto qué ventajas tiene ser una madre mayor.
“Lo aprecias mucho más porque, cuando llegas a ese punto, ya ha pasado el miedo de que tal vez nunca ocurra. También sabes lo que quieres hacer con tu vida, así que no tienes la presión de: ‘¿Qué voy a hacer con mi vida? Y ¡soy madre!’. Cuando te casas joven, resulta difícil porque quizás aún no sabes quién eres.

Fui un poco más sabia”, dice. Y mientras se dirige a más pruebas para sus próximos estrenos, con Murakami brillando sobre su hombro, ¿quién podría estar en desacuerdo?

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