Cómo el viaje de Novak Djokovic al Abierto de Australia pasó del júbilo a la detención
Los seguidores de Novak Djokovic se reúnen frente al hotel Park de Melbourne, donde la estrella del tenis fue retenida el jueves tras la cancelación de su visa para ingresar a Australia. Foto: James Ross/AAP

El viaje de Novak Djokovic al Abierto de Australia comenzó con comodidad y entusiasmo.

Una foto mostró a la estrella del tenis con una enorme sonrisa en su rostro, con las maletas listas, mientras abordaba su vuelo de la aerolínea Emirates desde Dubái.

¡Vamos 2022!“, publicó en Instagram.

Sin embargo, todo terminó con él atrapado en un hotel de inmigración infame por ser un centro de detención de refugiados, en medio de una disputa diplomática entre Serbia y Australia y un conflicto sobre su deportación que se está desarrollando en el tribunal federal.

La noticia de que el número 1 del mundo, que se niega a revelar su estado de vacunación, se dirigía a Australia provocó el enojo de muchas personas.

Melbourne fue una de las ciudades más cerradas del mundo, y la vacuna anticovid es obligatoria en la mayoría de sus centros de trabajo.

Muchos residentes cuestionaron el motivo por el que Tennis Australia y el gobierno de Victoria permitían que una estrella del deporte no vacunada jugara.

No obstante, después de aterrizar en Melbourne alrededor de las 23:30 hora local, Djokovic no pasó por la zona de llegadas.

Los oficiales de la Fuerza Fronteriza Australiana (ABF) lo detuvieron después de que se descubrió que su equipo había solicitado una visa que no permite exenciones médicas.

En un comunicado, la ABF confirmó que Djokovic no cumplía los requisitos de entrada y su visa fue cancelada.

“Los extranjeros que no tengan una visa válida al momento de su entrada o a quienes se les haya cancelado su visa serán detenidos y expulsados de Australia“, señaló el comunicado.

Mientras Djokovic esperaba solo en una sala del aeropuerto, la sala de llegadas se llenó de medios de comunicación y de un pequeño número de seguidores. Uno de ellos se paró en medio de la puerta de llegada, agitando una bandera serbia.

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Manifestantes en la entrada del hotel en el que se encontraba Djokovic. Foto: James Ross/EPA

Desde la medianoche, Slobodan Bendjo y Krstomir Dusanovic esperaban en el aeropuerto de Melbourne preparados para recibir a la estrella del tenis.

Armados con un acordeón y una bandera serbia, el dúo recorría el aeropuerto tocando música.

Estamos aquí para esperar al campeón“, dijo Dusanovic.

El hecho de que le dijeran a la estrella del tenis que debía salir de Australia no los desanimó, comentaron.

Seguimos aquí para darle la bienvenida“, dijo Bendjo. “Simplemente está aquí, detrás de estas paredes, no está lejos de nosotros”.

“Siempre, cuando viene aquí, lo recibimos con música. Es algo tradicional que hacemos. Creemos que es importante que mantengamos la tradición”.

Un joven fanático, Andrew Mitrovic, deambuló junto a su madre. Llevaba un cartel improvisado que decía “Liberen a Nole“.

Llevaban entradas para ver jugar a Djokovic y se sintieron devastados por el hecho de que no le permitieron entrar.

Alrededor de las 10 de la mañana fue trasladado al hotel Park ubicado en el suburbio de Carlton, un infame hotel de detención de inmigrantes. Alberga a 36 refugiados, algunos de ellos detenidos desde hace nueve años.

Las ventanas del hotel no se pueden abrir, están selladas, y hace poco se registró un brote de Covid-19 entre los detenidos.

Un grupo inusual de partidarios de Djokovic, defensores de los refugiados y personas antivacunas se reunieron frente al hotel.

Los esposos Ziggy y Billy Misovic llegaron al lugar para mostrar su apoyo a la estrella del tenis.

Ondeando una bandera de la ciudad natal de Djokovic, Belgrado, gritaron “Liberen a Novak“. “Vinimos a apoyar al número uno”, dijo Billy. “Es ridículo, tiene una exención, ¿por qué no lo dejan entrar?”.

Cuando le preguntaron por su estado de vacunación, Ziggy respondió: “Es un asunto privado. ¿Acaso pregunto si tienes SIDA? Es privado“.

Billy comentó que entendían la frustración de los victorianos, pero que Djokovic había sido “humillado“.

“Mi padre falleció hace dos años. Estaba en Serbia. Las fronteras estaban cerradas, entiendo (la frustración)”, comentó.

La defensora de refugiados Jenny Leah explicó que acudía todos los días para mostrar su apoyo y que nunca había visto a tantos miembros de los medios de comunicación.

“Hoy hay docenas de medios de comunicación, nosotros estamos aquí todos los días, recibimos mucho apoyo de los automovilistas que pasan, de los conductores de tranvías, pero nunca de los medios de comunicación”, dijo. “Para nosotros, esto indica algo sobre las prioridades de los medios de comunicación, y del público”.

Los refugiados no tienen permitido subir a la azotea para tomar aire fresco y recientemente denunciaron haber encontrado gusanos y moho en su comida.

Hace poco, algunos de ellos fueron liberados con visas temporales, no obstante, se desconoce el futuro de quienes permanecen recluidos.

Leah comentó que Djokovic recibirá un trato muy diferente: “Podrá salir“.

A medida que avanzaba la tarde, un pequeño grupo de partidarios de Djokovic, procedentes de la comunidad serbia de Australia, acudió a manifestar su solidaridad. Tocaron música serbia, bailaron y uno de ellos pasó velozmente por los alrededores en un scooter gritando.

Sandra Milisic, envuelta en una bandera serbia, dijo que Djokovic merecía “respeto“.

“Si esto era un problema desde el principio, debieron rechazarlo desde antes. Merece respeto, considerando que apoyó a Australia durante los incendios forestales”, comentó.

Durante un descanso en los festejos de los seguidores de Djokovic, los defensores de los refugiados subieron a la azotea y, con enormes carteles, corearon “liberen a los refugiados“.

Un refugiado situado en la ventana arriba de ellos levanta nueve dedos, para indicar el número de años que lleva detenido.

Un seguidor de Djokovic se abrió paso a través de la multitud para decir: “Me siento tan ignorante. Vine aquí por él, y me entero de que llevan nueve años encerrados. Esto está tan mal”.

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