‘Te tratan como un espía’: Acusan a EU de elaborar perfiles raciales por la Iniciativa China
La Iniciativa China 'está a la deriva y, en algunos aspectos significativos, perdió su enfoque', según dijo un exfuncionario del Departamento de Justicia. Foto: Chip Somodevilla/Getty

En algún momento antes de las 7 de la mañana del 21 de mayo de 2015, Xiaoxing Xi, profesor de física en la Universidad del Temple, en Filadelfia, se despertó al escuchar que alguien golpeaba la puerta de su casa. Sin estar aun completamente vestido, abrió la puerta y se encontró con unos 12 agentes del FBI armados.

Los agentes irrumpieron en la casa de Xi, corriendo y gritando “FBI, FBI”. Apuntaron sus armas a su esposa y a sus dos hijas y les ordenaron que salieran de sus cuartos con las manos en alto. Xi fue esposado y detenido delante de su familia.

¿Su presunto delito? Cuatro cargos de fraude electrónico por pasar tecnología confidencial de Estados Unidos a China, su país de nacimiento. “De la noche a la mañana, me presentaron como un espía chino en todas las noticias y en internet y me enfrenté a la posibilidad de hasta 80 años de prisión y una multa de un millón de dólares”, escribió en una declaración a la Cámara de Representantes de Estados Unidos el año pasado.

Cuatro meses después de su detención, el caso se vino abajo antes de llegar a juicio. Xi, que llegó a Estados Unidos desde China en 1989, a la edad de 32 años, recibió, a través de su abogado, la noticia de que el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DoJ) desestimó el caso después de que “el gobierno tuviera conocimiento de nueva información”.

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Xiaoxing Xi, jefe del departamento de física en la Universidad del Temple en Filadelfia, reclama daños y perjuicios contra el gobierno estadounidense. Foto: Saul Loeb/AFP/Getty

El lunes, casi siete años después de aquella redada, Xi, de 64 años, pidió a un tribunal federal de apelaciones de Filadelfia que restableciera sus demandas por daños y perjuicios contra el gobierno estadounidense y el FBI. Él y su familia alegan que en 2015 los investigaron y procesaron “injustamente”.

La familia Xi también quiere que se declare que el FBI violó sus derechos de la cuarta y quinta enmienda. Señalan que tienen “evidencia clara” de que el FBI violó sus derechos constitucionales, y que años después todavía lidian con el trauma de la horrible experiencia.

“Si no podemos hacer que el gobierno rinda cuentas en este momento, no habrá nada que impida que el gobierno elabore perfiles de otros científicos asiático-estadounidenses y arruine la vida de más personas inocentes en el futuro”, dijo Xi. “El gobierno no tiene derecho a hacer lo que nos hicieron a mí y a mi familia”.

Este no es el primer intento de Xi de enfrentarse al gobierno estadounidense. El pasado mes de abril, un tribunal de primera instancia desestimó nueve de sus diez demandas, entre las que se incluían las acusaciones de que el FBI realizó con conocimiento de causa una declaración falsa. El tribunal también rechazó su demanda de que la actuación del FBI fue “discriminatoria”.

Sin embargo, el tribunal de primera instancia aún no ha resuelto la décima demanda de Xi, que cuestiona la vigilancia del gobierno estadounidense sobre Xi y su familia. El Departamento de Justicia se negó a realizar comentarios sobre la demanda. The Guardian contactó al FBI para conocer sus comentarios sobre el caso de Xi.

El calvario de Xi ocurrió bajo el gobierno de Obama, sin embargo, su último intento de conseguir una compensación ocurre en medio de un amplio debate en Washington sobre la forma en que Estados Unidos debe competir con China. También han surgido historias como la de Xi a medida que más científicos estadounidenses -en particular aquellos de origen chino- se ven envueltos en las tensiones geopolíticas.

En 2018, el gobierno de Trump lanzó la Iniciativa China para “[reflejar] la prioridad estratégica de contrarrestar las amenazas a la seguridad nacional de China y reforzar la estrategia general de seguridad nacional del presidente”. La página web del Departamento de Justicia presume una serie de ejemplos, el último, del 5 de noviembre, que detalla un supuesto intento de robo de secretos comerciales por parte de un oficial de inteligencia chino.

La semana pasada, el director del FBI, Christopher Wray, alegó que “simplemente no hay ningún país que represente una mayor amenaza para nuestras ideas, nuestra innovación y nuestra seguridad económica que China“. Afirmó que su oficina abre un caso de contraespionaje contra China “unas dos veces al día”.

Las personas que se oponen a la Iniciativa China argumentan que crea una atmósfera de miedo generalizado entre los académicos estadounidenses que solían tener, o todavía tienen, vínculos con China. Hasta hace poco, muchas personas los consideraban como un puente entre las dos naciones.

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La diputada Judy Chu señala que el gobierno de Estados Unidos convirtió la Iniciativa China en un instrumento para la “elaboración de perfiles raciales”. Foto: Rex/Shutterstock

Judy Chu, demócrata de California y primera mujer chino-estadounidense en el Congreso de Estados Unidos, dijo que la Iniciativa China es un instrumento para “la elaboración de perfiles raciales”. “[El gobierno] la convirtió en un medio para aterrorizar a los científicos e ingenieros chinos. Algo está muy mal”, manifestó a los medios de comunicación estadounidenses en diciembre.

En octubre, en respuesta a las preocupaciones, el fiscal general, Merrick Garland, indicó al Congreso que el Departamento de Justicia revisaría el programa. En los últimos meses ha aumentado la oposición a esta iniciativa. En diciembre, un exfuncionario del Departamento de Justicia dijo que “se desvió y, en algunos aspectos significativos, perdió su enfoque”.

En un comunicado enviado a The Guardian, un vocero del Departamento de Justicia señaló: “En consonancia con la dirección del fiscal general, el Departamento está revisando nuestro enfoque para contrarrestar las amenazas que representa el gobierno de la República Popular China. Prevemos completar la revisión y proporcionar información adicional en las próximas semanas”.

Zhigang Suo, un académico de Harvard nacido en China que, al igual que Xi, también es ciudadano estadounidense naturalizado, comentó que el agitado ambiente estaba produciendo un efecto adverso. “Claro que la gente está molesta con China, pero entiendo que se necesitan dos personas para discutir. Y no me gusta el comportamiento juvenil de ninguna de las dos partes”, dijo. “En el pasado, muy pocos compatriotas chinos-estadounidenses pensarían siquiera en irse de Estados Unidos. Sin embargo, ahora puedo decir que algunos de los mejores científicos chinos-estadounidenses ya se fueron o están pensando en irse”.

Durante la mayor parte de las tres décadas que han transcurrido desde que se asentó en Estados Unidos, Suo no estaba interesado en la política. “Mi esposa es una adicta a la política, pero a mí no me interesaba en absoluto”, comentó. No obstante, el 14 de enero de 2021, la detención de su mejor amigo, Gang Chen, un científico chino-estadounidense, cambió la situación.

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Gang Chen, profesor en el Instituto de Tecnología de Massachusetts. Foto: Wen Zeng/MIT/vía Reuters

Chen, ingeniero mecánico de origen chino del Instituto de Tecnología de Massachusetts, fue acusado de ocultar sus vínculos con China. Posteriormente se desestimaron los cargos, pero el incidente hizo que Suo dejara de ser un nerd apolítico de la ciencia para convertirse en un activista político.

“Antes [de la Iniciativa China], eras inocente hasta que se demostraba lo contrario. Ahora, eres culpable hasta que demuestres que eres inocente“, señaló Suo. “Me temo que este es el comienzo de un lento proceso de fuga de cerebros para Estados Unidos. Históricamente, la fuga de cerebros antecede el declive de las grandes naciones”.

En una reciente entrevista con el New York Times, Chen, que ya está en libertad, dijo: “Trabajas duro, tienes un buen rendimiento, te creas una reputación… El gobierno consigue lo que quiere, ¿no? Pero al final te tratan como un espía. Eso te rompe el corazón. Destruye tu confianza”.

Los partidarios de la Iniciativa China argumentan que este programa centrado en China no está completamente desprovisto de mérito. Señalan el reciente caso de un profesor de química de Harvard, Charles Lieber, que en diciembre fue declarado culpable de seis delitos, entre ellos el de no revelar sus relaciones y su financiamiento por parte de una universidad con sede en China y el controvertido programa de talentos del país.

Sin embargo, ese mismo mes, un análisis de Bloomberg reveló que entre las 50 acusaciones anunciadas o desveladas desde el inicio del programa, “solo el 20% de los casos alegan espionaje económico, y la mayoría de ellos están sin resolver. Solo tres afirman que se entregaron secretos a agentes chinos”.

Xi comentó que la pesadilla que vivió hace siete años interrumpió su “sueño americano”. Aunque rápidamente retiraron los cargos y le devolvieron su puesto en la universidad, su carrera se ha visto perjudicada, señaló. “Mi programa de investigación ahora es mucho más pequeño… Me asusta solicitar financiamiento porque siempre que haga algo de forma imperfecta, algún día podría regresar para atormentarme”.

No obstante, a pesar del calvario, Xi dijo que también aprendió una importante lección. “Si nosotros -los estadounidenses de ascendencia china- queremos que mejore nuestro entorno, tenemos que hablar y luchar por nuestros derechos. Así es como funciona la democracia”.

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