En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets
Un edificio de departamentos en Trostianets ocupado por las tropas rusas y dañado por el ejército ucraniano cuando retomó la ciudad. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

Los tanques entraron a Trostianets, una ciudad adormilada a 32 km de la frontera entre Rusia y Ucrania, en las primeras horas de la invasión. Las tropas rusas se desplegaron por toda la ciudad, ocupando varios edificios: la sede de la agencia forestal, la estación de tren y una fábrica de chocolate.

Su general de mayor rango instaló su oficina en la sala 23 del edificio del gobierno local, donde solían trabajar los contadores del ayuntamiento. Su botella de whisky de malta sigue sobre el escritorio, las colillas de sus delgados cigarros posadas en el borde de un cenicero. Dormía en una cama individual robada de un hotel cercano.

Sus hombres vivían en el piso de abajo. Parece que durmieron, comieron y defecaron en los mismos cuartos, y es posible que algunos de ellos también hayan muerto ahí, a juzgar por los uniformes rusos ensangrentados que hay en el piso.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - ucrania-arro
Un auto con la letra Z, símbolo de apoyo a la invasión de Rusia a Ucrania, cerca de la estación de tren de Trostianets, ocupada por el ejército ruso y gravemente dañada por el ejército ucraniano cuando recientemente recuperó la ciudad. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

Treinta días después de su llegada, en medio de una feroz contraofensiva ucraniana, los rusos salieron de Trostianets en un convoy de tanques, otros vehículos blindados, camiones llenos de botines y numerosos vehículos robados que pintaron con signos Z, el símbolo de su fuerza invasora.

La matanza que dejaron atrás será recordada por los residentes de esta pintoresca e histórica ciudad balneario de 20 mil habitantes durante el resto de sus vidas, y constituye una acusación más de los resultados de la indeseada misión de “liberación” de Rusia en Ucrania.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - guerra-ucrania-trostianets-1280x797
La vista desde la estación de tren de Trostianets, que fue utilizada como posición militar por los soldados rusos. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

En la plaza situada en el exterior de la estación de tren, ahora hay un sombrío panorama de varios tanques destruidos, la carcasa blanqueada de un obús autopropulsado y un autobús amarillo tiroteado con sangre impregnada en los asientos. Quedan cientos de cajas y casquillos verdes de munición, evidencia de los proyectiles y misiles Grad que los rusos dispararon desde Trostianets hacia las ciudades vecinas. Los edificios que sobreviven fueron pintados con eslóganes prorrusos y burdos insultos contra el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.

En una visita de dos días a la ciudad, The Guardian encontró pruebas de ejecuciones sumarias, torturas y saqueos sistemáticos cometidos durante el mes de ocupación, pero se necesitará mucho tiempo para registrar todos los crímenes que los rusos cometieron en lugares como Trostianets.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - trostianets-residente-1280x854
Una residente de Trostianets empuja su bicicleta frente al equipo militar ruso destruido. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

Por ahora, la larga y difícil labor de limpieza está en curso. Los zapadores ucranianos han retirado minas y cables trampa del cementerio, la estación de tren e incluso del museo del chocolate, ubicado en una elegante villa en la que alguna vez se hospedó el compositor Pyotr Tchaikovsky. La electricidad regresó por primera vez en semanas el domingo. El primer tren de pasajeros desde la invasión llegó a la estación destruida el lunes. Sin embargo, las calles siguen llenas de restos retorcidos de vehículos blindados rusos, y no hay nada que se pueda comprar porque todo fue saqueado.

Durante el fin de semana, los residentes se dirigieron en bicicleta a los puntos de la ciudad donde se ofrecían paquetes de ayuda alimentaria: cartones de huevos, frascos de pepinos en vinagre y bolsas de plástico repletas de papas, enviadas por grupos de voluntarios de otras partes de Ucrania. En la ordenada, pero irritable fila para recibirlos, la gente abrazaba a conocidos a los que se alegraba de ver aún con vida, e intercambiaba historias de horror del último mes.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - trostianets-guerra-residentes
Los residentes de Trostianets hacen fila para recibir ayuda alimentaria. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

Cuando vieron a un periodista, se sumaron aún más personas, gritando por encima de los demás. “Destrozaron mi casa”. “Robaron todo, hasta mi ropa interior”. “Mataron a un tipo en mi calle”. “Los malditos se robaron mi laptop y mi loción para después de afeitar”. Una sinfonía de historias, algunas personales, otras de segunda mano, todas horribles.

Este es un lugar en el que, hace una década, la gente tenía principalmente cosas buenas que decir sobre Rusia, que se encuentra a poca distancia en carro y donde mucha gente tiene amigos y familia. Ahora competían por acumular insultos contra los vecinos que los habían llevado a la miseria. “¡Bárbaros!” “¡Cerdos!” “¡Cabrones!”

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - trostianets-guerra-2-986x1280
El alcalde de Trostianets, Yuriy Bova, en su despacho en el edificio administrativo de la ciudad, que fue ocupado por las tropas rusas. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian


Yuriy Bova, alcalde de Trostianets, comentó que todavía era demasiado pronto como para dar un cálculo confiable de cuántos civiles mataron los rusos. Dijo que eran “definitivamente más de 50, pero probablemente no cientos”.

Ahora, Bova se pasea por la ciudad en ropa de trabajo, con una pistola metida en la parte delantera de su chaleco antibalas. Sin embargo, cuando ocurrió la invasión, su aspecto era muy diferente.

La idea de una invasión rusa le había parecido descabellada, admitió. No obstante, a medida que seguían aumentando las advertencias de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, convocó una reunión para aquellos que deseaban unirse a una fuerza de defensa territorial.

Se presentaron aproximadamente 100 personas. No hay instalaciones militares en Trostianets, y entre todos tenían unos cuantos rifles de caza, un par de pistolas y algunos policías con fusiles Kalashnikov. Acordaron pedirle armas a Kiev.

Pero ya era demasiado tarde. Tres noches después, comenzó la invasión. A la hora del desayuno, un inmenso contingente de blindados rusos ya estaba en las afueras de la ciudad. Bova envió a un grupo de guardabosques a talar árboles a lo largo de la carretera que conducía a la entrada, lo que les hizo ganar unas cuantas horas, y a media mañana convocó otra reunión de la unidad de defensa territorial

“Intentar luchar contra los tanques con unos pocos rifles habría significado una muerte segura, así que tomé la decisión de que nos convirtiéramos en partidarios”, dijo Bova. La gente tuvo pocos minutos para decidir si se quedaba o se iba. El alcalde y sus adjuntos abandonaron la ciudad y se retiraron a los pueblos vecinos.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - trostianets-tanque-1280x768
Equipo militar ruso destruido en Trostianets. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian
En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - guerra-defensa
Miembros de la unidad de defensa territorial inspeccionan el equipo ruso destruido en Bilka. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

Cuando las fuerzas ucranianas hicieron explotar un puente al sur de Trostianets, paralizaron los planes de avance de Rusia, y la ciudad se convirtió en un centro de soldados y blindados rusos.

Los residentes locales se retiraron a sus sótanos y aguardaron para ver qué sucedía. Algunas de las primeras interacciones con los ocupantes fueron relativamente indoloras, informaron los residentes.

Nos daban miedo, pero después de un tiempo comenzamos a tenerles lástima. Tenían la cara sucia, apestaban y parecían estar completamente perdidos”, dijo Yana Lugovets, que pasó un mes durmiendo en el sótano con su esposo, su hija y sus amigos.

Contó que un soldado que fue a registrar la casa donde se estaban quedando se marchó sin completar la tarea, con los ojos llenos de vergüenza mientras su hija gritaba de miedo ante el intruso.

Daria Sasina, de 26 años, que dirigía un salón de belleza cerca de la estación de tren, comentó que cuando fue a revisarlo y descubrió que siete soldados rusos habían entrado y estaban durmiendo ahí, en un principio se mostraron arrepentidos.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - daria-sasina-1
Daria Sasina en su salón de belleza en Trostianets, que fue saqueado por los soldados rusos.

“Empecé a llorar, estaba histérica. Había un joven soldado y me calmó. Me dijo: ‘Escucha, lo siento. No sabíamos que iba a ser así'”.

Muchas personas recuerdan intercambios corteses similares, o destellos de vergüenza en los ojos de los intrusos, no obstante, cualquier interacción con los ocupantes implicaba soportar un juego de ruleta rusa. Pocos días después, cuando Sasina, su esposo y su padre emprendieron una arriesgada misión al otro lado de la ciudad para llevarle pan a una tía abuela de 96 años, un grupo de soldados rusos salió a la calle detrás de ellos y les apuntó con sus armas.

“Eran 20 y empezaron a gritar: “¡Corran, perras!”. Corrimos por el lodo tan rápido como pudimos, nuestras piernas estaban heladas y empapadas y estábamos aterrados. Comenzaron a disparar al aire. Pudimos escucharlos reírse, les pareció graciosísimo”.

Cuando Sasina regresó para revisar su pequeño salón al día siguiente de la partida de los rusos, descubrió que se habían robado miles de dólares en costosos tintes, champús y esmaltes de uñas, las secadoras, todo el equipo para cortar el cabello, un sillón, todas las sillas, varios focos y los cuadros de las paredes. Dejaron un aparato de aire acondicionado colgando de la pared, cuyos cables resultaron ser más fuertes que las ganas de robárselo.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - electricistas
Los electricistas trabajan para restablecer el suministro eléctrico en Trostianets. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

A cambio, los rusos dejaron mechones de su propio pelo afeitado en el piso, y montones de heces en la tienda de abarrotes vecina. En algún lugar de Rusia, las esposas y novias de los soldados presumiblemente pronto recibirán regalos de productos de belleza de alta gama. En cuanto a Sasina, no sabe cómo podrá permitirse reconstruir su salón.

“Todo lo que trabajé para construir ha quedado destruido”, comentó.

Algunos han criticado al alcalde por su decisión de huir, pero Bova insiste en que era la única opción sensata. Revisando fotografías en su teléfono de los días de la ocupación, mostró cómo la gente le envió información sobre los despliegues rusos, incluso de un valiente lugareño que logró volar un dron sobre sus posiciones.

“La gente nos decía dónde dormían, dónde comían, dónde estaban sus equipos”, explicó Bova.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - oficiales-de-policia-1280x854
Agentes de policía observan los edificios gravemente dañados en Trostianets. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

A medida que el ejército ucraniano lanzaba ataques contra las posiciones rusas, los rusos se enojaban cada vez más.

Una grabación de audio llena de improperios difundida por los servicios de seguridad ucranianos supuestamente muestra a un general ruso ordenando un ataque con misiles contra objetivos civiles después de recibir fuego entrante procedente de un pueblo cercano. “Borren todo el lugar de la faz de la Tierra, desde el lado este hasta el oeste”, dice.

A medida que el fuego era más frecuente, los rusos cortaron la recepción telefónica en la ciudad y pasaron casa por casa, exigiendo examinar los teléfonos de la gente en busca de información comprometedora. Una nota manuscrita encontrada entre el desorden de los cuarteles de los soldados en la estación de tren enumera los nombres de los posibles enemigos a los que debían perseguir, con identificadores extremadamente vagos, como “conduce un vehículo todoterreno blanco”.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - defensa-territorio-1280x854
Miembros de la defensa territorial visitan la tumba de Alexander Kulybaba, un criador de cerdos asesinado por soldados rusos en el pueblo de Bilka, cerca de Trostianets. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

En Bilka, una tranquila aldea azotada por el viento a las afueras de Trostianets, donde los rusos instalaron una base de más de 200 vehículos, fueron ejecutadas al menos dos personas. Alexander Kulybaba, un criador de cerdos que protestaba contra la toma de su establo, fue fusilado en el acto el 2 de marzo, el día en que los rusos llegaron al pueblo.

Mykola Savchenko, un amable electricista con bigote estilo Dalí, que junto con su esposa, Ludmyla, tenía seis hijos adoptivos, salió la primera mañana a buscar un lugar donde cargar los celulares de él y de su esposa, porque ya no había electricidad.

“Solo voy a salir cinco minutos”, le dijo. Nunca regresó.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - ludmyla
Ludmyla Savchenko, cuyo esposo Mykola fue asesinado por soldados rusos. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

Ludmyla se quedó llorando fuera de su casa el lunes, sosteniendo un informe de muerte sellado por la policía que explicaba con letra clara que su esposo fue “brutalmente torturado y después asesinado con un disparo al corazón y otro a la cabeza“. Una inspección reveló que tenía huesos rotos en sus dedos y brazos.

“No les dije nada a los niños, porque son pequeños y todavía no entienden todo. Todos los días esperaban que su padre regresara a casa, pero nunca lo hizo. Ayer les dije: ‘Siéntense, les explicaré todo'”, contó.

El menor de sus seis hijos tiene cuatro años, el mayor 11. Permanecían de pie junto a ella, alineados como si fueran matrioshkas, callados y confundidos.

Ludmyla insistió en que su esposo no había participado activamente en la resistencia contra los rusos, pero que muchos lugareños sí lo hicieron. En una calle cercana, un agricultor explicó cómo escondía su teléfono inteligente en la tierra dentro del corral de los cerdos, y cómo llevaba un viejo celular ‘ladrillo’ como señuelo para mostrárselo a los soldados rusos en caso de que se lo pidieran. Entonces, en la oscuridad de la noche, desenterraba su teléfono real, se escabullía al único lugar donde sabía que todavía había recepción, y enviaba las nuevas ubicaciones del hardware ruso a un pariente que pertenecía al ejército ucraniano.

“Después enviaron los Bayraktars y los jodieron”, dijo con una carcajada, refiriéndose a los drones de fabricación turca que Ucrania ha utilizado con efecto mortal contra los convoyes rusos. “Los rusos son perros, son subhumanos, son chapulines”, comentó.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - territorio-defensa
Miembros de la unidad de defensa territorial inspeccionan las posiciones rusas en el criadero de cerdos de Alexander Kulybaba. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

La hirviente furia que se siente respecto a los rusos en pueblos como Bilka, donde la gente habla una mezcla de ucraniano y ruso y que antes se sentía ajena a las preocupaciones geopolíticas, será una consecuencia duradera de la sombría decisión de Vladimir Putin de invadir.

Junto con el enojo, hay confusión y decepción sobre las actitudes de los rusos comunes. Nadezhda Bakran, de 73 años, enfermera del hospital local, se encogió de miedo en el sótano del hospital junto con sus pacientes, mientras un tanque ruso disparaba al azar contra el edificio, que ahora está vacío y en ruinas. Su cercano edificio de departamentos también quedó reducido a un esqueleto, con todas las ventanas destruidas y graves daños estructurales.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - nadezhda
Nadezhda Bakran, enfermera del hospital de Trostianets. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

Pero cuando le llamó a su mejor amiga que vive en Moscú, con la que ha pasado las vacaciones casi todos los años desde que se conocieron en Crimea hace 43 años, solo escuchó burlas y acusaciones escépticas.

“Intenté explicárselo, pero no me cree. Ella le cree a su televisión. Le dije: ‘Tu gente está destruyendo mi ciudad’. Ella respondió: ‘Ustedes mismos se causaron esta guerra’… Éramos amigas, lo que teníamos era incluso más cercano que una simple amistad, y ella no me cree. No lo entiendo”.

Para muchos, este sentimiento de traición por parte de sus amigos y familiares ha sido casi tan duro como las pérdidas materiales.

Sasina, la propietaria del salón de belleza, enumeró las pérdidas que su familia sufrió durante el mes de ocupación rusa: su casa quedó destruida, su salón de belleza fue saqueado, la tienda de juguetes de su madre también fue saqueada, el auto de su amiga fue robado, pintado con Zs y después destrozado. Su hermano ahora camina con muletas después de que su auto recibió disparos el primer día en un retén y de que se le incrustara una bala en la parte baja de la espalda. Los soldados rusos incluso le dispararon al gato de su abuela durante una inspección de la casa, contó.

Cuando Sasina llamó a su tía, que vive en las afueras de Moscú y la visitaba en Trostianets casi todos los veranos, para informarle sobre los horrores que estaban ocurriendo, su tía le dijo que estaba diciendo tonterías. “Dijo que no es posible, dijo que probablemente los soldados son ucranianos vestidos de rusos. Ahora ya no me habla“, explica Sasina, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - trostianets-barricada
El edificio administrativo de la ciudad de Trostianets. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

Es posible que los soldados rusos que salieron con vida de Trostianets nunca hablen acerca del enojo que presenciaron y de la matanza que causaron, ya que regresan a un país en el que la propaganda estatal se ha referido a su operación en Ucrania como una misión heroica para salvar a su vecino de las garras de los radicales y los neonazis.

Es posible que los televidentes rusos nunca vean la horrible verdad del costo de la intervención no deseada de su ejército, aunque muchas familias rusas ahora estarán de luto por la pérdida de hijos y hermanos. Los cuerpos amarillentos de tres soldados rusos yacen sin ser reclamados ni refrigerados en la morgue del hospital de Trostianets. Un soldado ucraniano que participó en la recuperación de la ciudad calculó que hasta 300 personas podrían haber muerto en este lugar.

En el sótano de la estación de tren, la débil luz de las linternas revela un improvisado hospital de campo donde los rusos trataron a sus heridos. Habían colocado almohadillas metálicas sobre dos escritorios para crear mesas de operaciones improvisadas. El piso estaba lleno de pastillas y otros suministros médicos. Quedaba un suero médico, sujeto a un perchero.

En imágenes: las tropas rusas dejan una marca espeluznante en la ciudad de Trostianets - tarjeta-guerra
Una tarjeta escrita a mano y pegada en la pared del sótano de la estación de tren de Trostianets, que fue utilizada como posición militar por los soldados rusos. Foto: Anastasia Taylor-Lind/The Guardian

En la pared del pasillo exterior se encontraba quizás la visión más impactante de todo Trostianets. Los dibujos de niños procedentes de Rusia estaban pegados a la pared, regalos de niños en edad escolar en honor al Día del Ejército, el día anterior a la invasión rusa. Las tarjetas estaban decoradas con bonitas y coloridas flores y con mensajes de apoyo escritos con letra juvenil de patas de araña.

Una estaba firmada por Sasha P, de primer año, e incluía dibujos con crayones y un mensaje impreso.
Decía: “Gracias, soldado, por asegurarte de que viva bajo un cielo pacífico”.

Síguenos en

Google News
Flipboard