‘Teníamos demasiadas cosas que hacer como para tener miedo’: la pareja que huyó de Irpin con 19 perros
Anastasiya Tikha, de 20 años, y su esposo Arthur Lee, de 26, con dos de sus perros afuera de su nuevo hogar en Irpin. Foto: The Guardian

La imagen de una joven azotada por el viento que se aferra a las correas de nueve perros bajo un cielo inquietantemente oscuro se difundió a lo largo y ancho del país durante la batalla de Kiev.

La aparente valentía de la mujer, que intentaba una audaz evacuación a través de un puente destruido, que era blanco de los disparos rusos, y la vulnerabilidad de los animales, algunos de ellos atados a sillas de ruedas para perros, personificaron para muchas personas la crueldad de la guerra que libraba Vladimir Putin y la dignidad de la respuesta ucraniana.

La historia completa de las pruebas de Anastasiya Tykha, de 20 años, estudiante de veterinaria del último año de su carrera, y de su esposo Arthur Lee, de 26 años, quizás es aún más impactante que la fotografía, que la pareja descubrió que se había vuelto viral cuando Tykha se vio en las noticias en la televisión y escuchó al presentador informar que estaba muerta.

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Anastasiya Tykha y algunos de sus perros intentando viajar de Irpin a Kiev bajo el fuego ruso en marzo. Foto: Handout

Hablando desde Irpin, la ciudad ubicada a 20 kilómetros al norte de Kiev desde donde la pareja huyó el 9 de marzo, Tykha explicó que terminaron cruzando el puente siete veces en total, cada una de ellas bajo fuego.

“Teníamos demasiadas cosas que hacer como para estar preocupados o asustados”, comentó Tykha, que dirige un refugio de animales en Irpin desde hace cuatro años, y quien en ese primer viaje pretendía escapar con 19 perros, cinco gatos, una tortuga, un camaleón, dos tritones, un ajolote y un hámster.

La decisión de huir no fue sencilla, pero los rusos habían tomado el control de la ciudad, no había electricidad ni agua de la llave y los perros tenían que beber del acuario del refugio.

Snizhana Bugryk, de 35 años, una amiga que se dedicaba a buscar animales abandonados y discapacitados para el refugio de Tykha y Lee, fue quien convenció a la pareja de que no tenían más alternativa que irse de la ciudad.

“Snizhana dijo que nos teníamos que ir o nos matarían, que esta era nuestra última oportunidad para que nosotros y los animales sobreviviéramos”, comentó Tykha. “Y tenía razón”, añadió Lee. “Nuestra casa después quedó en el centro de los intensos combates”.

Fue una caminata de tres kilómetros hasta el puente donde los soldados ucranianos estaban ayudando a las personas a cruzar.

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Una vista aérea de la ciudad de Irpin, a 20 kilómetros al norte de Kiev, que sufrió un fuerte bombardeo ruso. Foto: Google Earth

Dos de los perros –Strong y Baileys, mestizos de border collie que tienen la columna vertebral rota– iban en silla de ruedas, mientras que Life, una perrita de cuatro años con las piernas amputadas, se negó a que la ataran y se arrastraba sobre sus muñones. “En un determinado momento pensé que no lo lograríamos”, dijo Lee, “pero Snizhana llamó y dijo que habría un minibús al otro lado para ayudar”.

Tardaron tres horas en llegar al puente. Uno de los perros, Pandora, un pastor belga mestizo de un año y medio, estaba tan aterrorizado que se mordió una parte de su lengua, mientras que otros cuatro, incluido el propio perro de la pareja, Zeus, un beagle, se alteraron tanto por los sonidos de la guerra que mordieron sus correas y huyeron.

Al llegar exhaustos al puesto de control de Ucrania situado junto al puente, la pareja y sus animales atrajeron la atención de los fotógrafos de prensa, que se amontonaron a su alrededor.

“Fue entonces cuando tomaron esa foto, yo solo quería que nos dejaran pasar hasta el puente”, explicó Tykha. “Estaba preocupada porque había carros quemados y muchos vidrios y metales rotos, y no quería que se cortaran los animales”.

Un grupo de soldados ucranianos acudió en su ayuda, apartando a los fotógrafos. “Hubo explosiones y disparos, pero después de dos semanas de ocupación rusa, estábamos acostumbrados”, comentó Lee.

La pareja encontró la minifurgoneta y ésta los llevó a un distrito del suroeste de Kiev, donde se había puesto a su disposición una sauna situada en la parte lateral de una casa para que se quedaran ellos y sus animales.

Al día siguiente, la pareja descubrió que se comentaban sus aventuras en toda Ucrania y que se presumía que Tykha había muerto.

Tenían la determinación de regresar para encontrar a Zeus y a los otros perros que habían huido por miedo.

“Estuvimos cinco días en la sauna, pero cada uno de esos días Anastasiya fue al puesto de control militar ucraniano y exigió que le permitieran pasar para recuperar a los perros que se habían escapado“, dijo Lee. Todos los días el comandante del puesto de control se negaba, y todos los días ella regresaba. Al final se vio forzado a ceder.

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Anastasiya y Arthur regresaron a Irpin, donde ahora cuidan a 30 perros y 10 gatos. Foto: The Guardian

Tras cruzar el puente, nuevamente bajo fuego, se enfrentaron a una caminata de cuatro kilómetros hasta un refugio de animales abandonado, donde sabían que había perros hambrientos que necesitaban ayuda.

“Fue un recorrido difícil porque teníamos toda esta comida pesada”, explicó Lee. Regresaron a su propia casa, donde encontraron a Zeus, y se llevaron a los perros de algunos vecinos, entre ellos un pastor alemán, aumentando a cinco el número de animales con los que regresarían.

Realizaron dos viajes más, y todos los perros que huyeron durante la primera huida aparecieron.
Lee comentó que su último viaje de regreso a Irpin, el 29 de marzo, fue el más aterrador. “El ayuntamiento había dicho que los rusos se habían ido el día anterior y que era seguro, pero no lo era”, explicó Lee. “Las bombas caían a solo dos metros de nosotros. Nos escondimos entre la minifurgoneta y una valla, pero estuvo cerca”.

Ahora se encuentran de vuelta en Irpin, en una nueva casa rentada. Dado que muchos exresidentes se han ido, su colección de animales acogidos ha crecido hasta 30 perros y 10 gatos. La pareja comenta que están contentos de vivir la vida que les gusta.

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