Estas son las consecuencias mundiales de la crisis del costo de la vida en gran parte del mundo
Una clienta en un supermercado de las afueras de Adelaida en Australia. Foto: Amer Ghazzal/REX/Shutterstock

Australia

Una foto de lechugas iceberg con etiquetas de precio de 11.99 dólares se ha vuelto viral en las últimas semanas, dando lugar a una serie de memes de chistes de lechugas en los que se hace referencia al aumento de los precios de los alimentos, el combustible y la energía.

Solo el precio de las verduras ha aumentado un 12.7% interanual. Las recientes inundaciones arruinaron las cosechas en Nueva Gales del Sur y Queensland, mientras que el precio de los fertilizantes ha aumentado un 120% respecto a hace 24 meses.

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Estantes de lechuga vacíos en el supermercado Woolworths de Camp Hill en Brisbane. Foto: Darren England/AAP

El alza de los precios de la electricidad también amenaza con avivar las presiones de la inflación. La escasez de gas y el aumento de los precios de la electricidad a nivel mayorista en algunos estados podrían provocar un invierno australiano particularmente sombrío para algunas personas.Los más perjudicados han sido los trabajadores con bajos ingresos.

Jeff Laming, un padre soltero discapacitado de 42 años residente en la región de Victoria, no dispone de medios para comer aproximadamente cinco días de cada quincena. “No hemos comido fruta ni verdura fresca desde febrero”, comentó, y añadió que padece escorbuto.

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Jeff Laming vive en la región de Victoria y no se puede permitir ninguna fruta o verdura fresca. Foto: Proporcionada por Jeff Laming

“Comidas congeladas para hornear, carne molida de baja calidad, fideos que se preparan en dos minutos y pasta de marcas no reconocidas, paracetamol y, a veces, jabón” eran todos los artículos incluidos en una compra semanal regular, explicó.

  • Samantha Lock en Sídney.

Bélgica

La inflación asciende al 9%, la más alta registrada en 40 años, y un hogar promedio podría enfrentarse a un aumento del costo de la vida de entre 500 y 600 euros a finales del verano, según pronostica un destacado economista. El Banco Nacional de Bélgica ha indicado que los ciudadanos gozan de cierta protección gracias a las políticas de indexación que vinculan los salarios a los precios, aunque también advierte que esto supone una amenaza para la competitividad.

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Altamirano Zoila Palma lleva 12 años dirigiendo el restaurante Saint-Josse en Bruselas. Foto: Jennifer Rankin/The Guardian

Altamirano Zoila Palma, que lleva 12 años dirigiendo el restaurante Saint-Josse en Bruselas, comentó que las cuentas habían subido “mucho”. Señalando el mostrador, la comerciante de origen ecuatoriano, que trabaja seis días a la semana, 12 horas al día, añadió: “Todo ha subido: las grasas, las papas, los envases, la electricidad, el gas, el papel, las servilletas, los tenedores”.

No obstante, duda en subir los precios de su puesto, ubicado en la comunidad más pobre de Bruselas, donde un cono grande de productos fritos cuesta 3 euros: “Todavía no lo he decidido porque tengo miedo de que mis clientes dejen de venir. Porque ya la gente me dice que es caro”.

  • Jennifer Rankin en Bruselas.

Alemania

La inflación, entendida como la variación interanual del índice de precios al consumidor, subió al 7.9% en mayo, la tercera tasa récord consecutiva desde la reunificación en 1990.

En la nación europea, centrada en la industria automotriz, la crisis se ha percibido y debatido con mayor intensidad en las gasolinerías, donde los conductores han tenido que pagar más de dos euros por litro desde marzo, a pesar de los esfuerzos del gobierno para reducir los precios.

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Los trabajadores del puerto de Hamburgo realizan una huelga para reclamar el aumento de los salarios delante de un cartel en el que se lee ‘Detengan al monstruo de la inflación’. Foto: Fabian Bimmer/Reuters

Los productos energéticos se encarecieron en mayo un 38.3% en promedio en comparación con el mismo mes del año anterior, mientras que los comestibles subieron un 11.1% interanual.

“A veces me siento culpable cuando les digo a mis clientes cuál es el precio más reciente de una coliflor, o de una botella de aceite de canola”, comentó Ünal Kayan, que administra una pequeña recaudería en una concurrida calle comercial en el centro de Berlín. “La situación está mal, y me temo que va a empeorar”, añadió. Puesto que el aumento de los costos de producción aún no ha sido trasladado en su totalidad a los clientes, se espera que la tendencia continúe en los próximos meses.
Philip Oltermann en Berlín.

India

La tasa de inflación anual del comercio minorista supera el 7%, lo cual provoca estragos en los reducidos presupuestos de las familias que todavía no se han recuperado de la pandemia de Covid-19. Aparte de los cereales como el arroz y el trigo, que son suministrados gratuitamente a los pobres, el precio de casi todos los alimentos ha aumentado considerablemente. El precio de las verduras aumentó un 56% solo en el último mes, debido en parte a la ola de calor y en parte al aumento de los costos de los insumos.

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Los habitantes de Calcuta protestan contra el aumento del precio del combustible frente a la oficina central de Indian Oil Calcuta. Foto: Dipa Chakraborty/Pacific Press/REX/Shutterstock

El alza de los precios del combustible está dificultando que los indios comunes puedan llenar sus motocicletas para poder ir al trabajo. “Ahora voy a comprar verduras al final de la tarde para comprar lo que el vendedor quiera sacar. Para nada son frescas, pero no tengo otra opción”, explicó Ankita Singh, de Delhi.

  • Amrit Dhillon en Delhi.

Irlanda

En uno de los países más ricos de la Unión Europea, se comenta que una quinta parte de la población tiene dificultades para hacer frente al aumento de los precios. El alza de los precios de las rentas, el combustible y los alimentos ha llevado a las familias a la pobreza y ha aumentado la presión sobre el Gobierno para que conceda un mayor número de ayudas y reduzca los impuestos.

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Los transportistas irlandeses realizan un bloqueo organizado por el grupo People of Ireland Against Fuel Prices (Pueblo de Irlanda contra los precios del combustible). Foto: Niall Carson/PA

Social Justice Ireland, un grupo de defensa de los derechos, calcula que la tasa global de pobreza es del 19% cuando se incluyen los costos de la vivienda, una cifra muy superior a la oficial. El aumento del 7.8% de los precios en mayo –el incremento más alto de los últimos 38 años– se ha visto agravado por un aumento anual del 15% en los precios de los inmuebles y el alza de los precios de los combustibles.
“Ya no puedo permitirme vivir en Dublín, es una locura”, comentó Vivienne, una estudiante de arquitectura que piensa marcharse de Irlanda.

En los últimos 12 meses, el gas ha aumentado un 54%, el diésel un 40%, la electricidad un 28% y la gasolina un 24%, lo cual ha afectado tanto a los hogares como a las empresas y no ha dejado a nadie inmune, según indicó la Asociación de Consumidores de Irlanda. Algunos proveedores de comidas a domicilio han duplicado el precio de una comida a 10 euros. El número de pedidos a la organización benéfica St Vincent de Paul ha aumentado un 20% en comparación con el año pasado.
Rory Carroll en Dublín.

Israel y los territorios palestinos

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Israel, donde el costo de la vida ya es excesivo, no se ha visto tan afectado por la crisis a diferencia de otras naciones de altos ingresos, sin embargo, el país tiene una de las mayores brechas salariales del mundo, ya que el 50% inferior gana 19 veces menos que el 10% superior. El aumento del precio de la vivienda y de la gasolina ha provocado protestas en las calles de las ciudades de Tel Aviv y Beersheba este mes.

La inflación ha subido casi un 4% durante el último año –la más alta en casi 11 años– y el precio promedio de los bienes domésticos aumentó un 2.3% en lo que ha transcurrido de 2022. La crisis de la vivienda en Israel también se ha agravado considerablemente, ya que los precios aumentaron un 13% interanual en 2021 en comparación con 2020, y actualmente aumentan más de un 1% al mes.

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Una protesta contra el primer ministro de Palestina, Mohammad Shtayyeh, y contra los precios del combustible en la ciudad cisjordana de Hebrón. Foto: Abed Al Hashlamoun/EPA

Para muchos habitantes de los territorios palestinos ocupados, donde el índice de pobreza es de aproximadamente el 31.3%, el aumento de los precios, incluso de unos cuantos shekels, puede arruinar a los granjeros y a los trabajadores agrícolas que ya tienen dificultades.

“Las personas tienen que vender sus ovejas por varias razones, pero principalmente por el costo de los alimentos”, explicó el agricultor beduino Abu Fadi, de 52 años, en su hogar ubicado al norte de Jericó. “Una tonelada de comida costaba mil 300 shekels, y ahora cuesta dos mil”.

  • Bethan McKernan en Jerusalén.

Italia

La inflación de los precios al consumidor aumentó al 6.8% en mayo –el nivel más alto en más de 23 años– y los precios de la energía han incrementado un 42.6% interanual.

Muchos italianos se encuentran sin trabajo o con sueldos que apenas han subido desde principios de la década de 2000, y han notado los efectos de la crisis del costo de la vida durante meses.

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Los italianos llevan a cabo una protesta de ‘ollas vacías’ contra el aumento del costo de la vida en la Piazza Santi Apostoli, Roma. Foto: Simona Granati/Corbis/Getty Images

“La gasolina ha estado aumentando desde hace mucho tiempo y también algunos alimentos, por ejemplo, el café”, señaló Alessandra Lupo, una curadora de arte residente en Roma que no tiene trabajo. “Aunque el precio solo haya aumentado unos centavos, realmente se nota la diferencia. Pero la mayor diferencia es el costo de la energía, esto en verdad se sale de lo común”.

Lupo comentó que su última factura de gas bimestral fue de 216 euros, en comparación con los 55 euros que pagaba antes de la crisis energética, y que por la electricidad pagó 150 euros, más del doble de la cantidad que solía pagar.

  • Angela Giuffrida en Roma.

Nueva Zelanda

La inflación se encuentra en su punto más alto en 30 años, con una inflación anual de los alimentos del 6.8%, y del 10% en el caso de las frutas y verduras.

El aumento del costo de la vida ha superado con creces al Covid-19 como el problema más apremiante en la mente de los neozelandeses. La encuesta realizada por Ipsos en junio reveló que los ciudadanos consideraban que el costo de la vida era su principal preocupación, seguida inmediatamente por otras cuestiones relacionadas, como el costo de la vivienda y el precio de la gasolina. Uno de cada cinco consideraba que le resultaba difícil gestionar sus finanzas y el 85% estaba preocupado por el aumento del costo de los bienes y servicios.

En consecuencia, la gente recurre a las técnicas de sus antepasados –conservación, jardinería, búsqueda de alimentos, elaboración de quesos y autosuficiencia– para intentar ampliar sus presupuestos para comestibles.

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Con el drástico aumento de los precios de los alimentos en Nueva Zelanda, la población recurre a la búsqueda urbana de alimentos para encontrarlos a precios asequibles. Foto: Naomi Haussmann

“La gente tiene dificultades”, señaló Katherine Riddell. “El precio de la fruta y la verdura es espeluznante”. A sus 50 años, Riddell tiene ingresos fijos y ha comenzado a impartir talleres de conservación. Pregunta a los grupos comunitarios si las personas tienen excesos de fruta o verdura de los que quieran deshacerse, y los convierte en chutneys, escabeches y salsas.

En ocasiones, la búsqueda de ahorros crea situaciones que podrían haber salido de una columna de consejos domésticos de los años 50. “Un amigo me regaló 4 kg de grasa de res”, explicó Riddell. “Lo he estado procesando durante unos días para utilizarlo como manteca o sebo y así no tener que comprar aceite”.

  • Tess McClure en Christchurch.

Nigeria

El banco central señaló la semana pasada que el aumento de la inflación podría convertirse en una “tendencia incontrolable”, al anunciar el primer aumento de las tasas de interés desde 2016, reflejando las medidas adoptadas en Ghana, Egipto y otros países.

La inflación de los alimentos volvió a subir en abril hasta el 19%, mientras que el naira se sigue devaluando frente al dólar. Al igual que muchos otros países del continente, la principal economía africana depende en gran medida de las importaciones de alimentos y, por tanto, se encuentra muy expuesta a las fluctuaciones de los precios.

No obstante, los problemas económicos del país se remontan mucho más allá de la crisis actual. La elevada inflación, la depresión del mercado laboral y la devaluación de la moneda han empañado la economía.

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Los residentes del barrio pobre de Oworonshoki, en Lagos, llevan paquetes de alimentos distribuidos por la organización Lagos Food Bank Initiative. Foto: Sunday Alamba/AP

Theresa Aderele, una joven de 24 años que le ayuda a su madre a vender agua desde el recinto de su hogar en Onikan, en Lagos, comentó: “Es la misma historia en todos lados; los precios han estado subiendo y subiendo. Las personas se quejan, pero ¿qué se puede hacer?”.

El costo del transporte al trabajo, la comida, los precios de la electricidad y el gas han aumentado constantemente en los últimos seis años, y han empeorado aún más este año. “Cada persona, aquellas que tienen mucho y las que tienen menos, todas lo están percibiendo. No creo que la gente siquiera tome en cuenta la guerra en Ucrania (como parte de la razón de sus dificultades)”, explicó. “Así han sido las cosas en el país desde hace tiempo”.

  • Emmanuel Akinwotu en Lagos.

Filipinas

El precio del combustible se ha disparado con tanta rapidez que los conductores de los mototaxis y yipnis señalan que apenas se pueden permitir el lujo de seguir adelante. Las empresas de call center, preocupadas de que sus empleados no puedan sufragar los trayectos, han solicitado el trabajo en casa. El Programa Mundial de Alimentos, que en abril informó sobre un aumento del 40% en el precio del combustible desde principios de año, advirtió que sus operaciones se verían afectadas negativamente.
El precio del maíz ha subido un 24.4% interanual, el de las verduras un 15.2% y el de los aceites y grasas un 13.6%, según indican las estadísticas del gobierno. Más del 12.2% de las familias filipinas experimentaron hambre involuntaria al menos una vez en los últimos tres meses, según los datos de Social Weather Stations.

Orlando García, un conductor de mototaxi de 60 años de Manila, solía cobrar mil 300 pesos filipinos al día, sin embargo, ahora tiene suerte si puede ganar apenas 700 pesos filipinos. No solo hay menos clientes, sino que se ha disparado el precio de la gasolina. “Cada día aumenta”, señala. Ya no puede permitirse llenar el tanque.

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Orlando García con su mototaxi. Foto: Guill Ramos

Sus ingresos solo alcanzan para cubrir los gastos de alimentación de él y su familia, y se contenta con alimentos sencillos, comiendo pescado frito solo y platillos de frijol mungo más económicos. “A veces simplemente decido cocinar platillos con menos ingredientes”, dijo.

  • Rebecca Ratcliffe y Guill Ramos.

Sudáfrica

Todos, excepto los más ricos, se han visto afectados por el aumento de los precios en uno de los países con mayor desigualdad del mundo.

Para las clases medias, el aumento de los precios de los combustibles, la electricidad, la atención médica y la educación está reduciendo su poder adquisitivo. No obstante, para las decenas de millones de personas que siempre han tenido dificultades, y que viven con salarios bajos, trabajos intermitentes o subsidios por parte del gobierno, los niveles más altos de inflación en muchos años han hecho que la vida sea mucho más difícil.

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Trabajadores en huelga afuera de una tienda Makro en Johannesburgo. Foto: Sumaya Hisham/Reuters

Los precios de productos básicos como la harina de maíz y el aceite de cocina han aumentado considerablemente debido a la escasez de suministro de cereales y semillas oleaginosas a raíz de la invasión de Rusia contra Ucrania. En muchos barrios pobres ahora existe un floreciente mercado de aceite de palma usado.

“Puedes conseguir 20 litros por 350 rands, es decir, la mitad de lo que cuesta nuevo. Así que estamos pensando en hacerlo”, comentó Precious Chawalala, una mesera de 37 años que vive en Cosmo City, al noroeste de Johannesburgo.

Al igual que muchos empleados de restaurantes en Sudáfrica, Chawalala no gana un salario, sino que vive de las propinas. El costo del minibús que la lleva al trabajo acaba de subir un 20%, debido al aumento del precio del combustible en todo el país. “Estoy mezclando maíz y arroz para mantener los costos bajos. Todo el mundo está pasando dificultades”, dijo. “Hablamos de ello en la iglesia los domingos, pero no nos podemos ayudar unos a otros como solíamos hacerlo porque todos usaron todos sus ahorros durante el Covid-19”.

  • Jason Burke en Johannesburgo.

Taiwán

La tasa del índice de precios al consumidor (IPC) aumentó por tercer mes consecutivo en mayo, alcanzando el 3.4%, mientras que los precios del combustible subieron casi un 13%. En marzo, el banco central aumentó las tasas de interés por primera vez en más de una década, en un cuarto de puntos porcentuales, y las volvió a subir en junio hasta el 1.5%.

Aproximadamente una cuarta parte del aumento del IPC se debió al incremento de los precios de los alimentos, según informó el gobierno la semana pasada. Los precios de los alimentos han aumentado un 7.4% a partir de 2021, e incluso de forma más extrema en el caso de algunos productos básicos. Los huevos, de los que se produjo una escasez durante varios meses en toda la isla a principios de este año, eran casi un 28% más costosos que en mayo de 2021.

James Lei, de 27 años, no solo tiene que lidiar con el alza de precios, sino también con la escasez recurrente de productos. “Como los huevos o una determinada marca de fideos udon que me gustan mucho, es difícil encontrarlos en el supermercado”, explicó. “Las cosas que compro son más caras ahora, eso afecta mi presupuesto y tengo que gastar más… y estoy ahorrando menos”.

  • Helen Davidson y Chi Hui Lin en Taipei.

Estados Unidos

En todo el país, los trabajadores, las empresas y los consumidores se enfrentan a los mismos problemas. El aumento de la demanda se ve compensado por la escasez de suministros relacionados con la pandemia y el aumento de los precios de la gasolina, un factor que eleva los gastos para todos. En mayo, la tasa anual de inflación alcanzó el 8.6%, el mayor aumento desde 1981. Los salarios también están aumentando, aunque para la mayoría no al mismo ritmo.

“Acabo de echarle 70 dólares a mi camioneta. Antes de que ocurriera todo esto, probablemente me costaba 45 dólares”, comentó Anna Diggs, empleada de un hotel en el Westgate en Las Vegas. Todo está subiendo, pero no mi salario”. Su hijo menor quiere mudarse, no obstante, como las rentas también se han disparado, no se lo puede permitir. “Está muy desanimado”, comentó.

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El precio de la gasolina en Estados Unidos supera ahora en promedio los 5 dólares por galón, en comparación con los 3 dólares de hace un año. Foto: Gene J Puskar/AP

Esta semana el precio promedio del galón de gasolina en Estados Unidos superó los 5 dólares, en comparación con los poco más de 3 dólares del año pasado. Las alteraciones derivadas de la guerra, el Covid-19 y los problemas meteorológicos también han provocado el aumento de los precios de los alimentos, y la inflación se deja notar en los costos de vivienda, vehículos usados –alcanzando el 16% en mayo con respecto al año pasado– tarifas aéreas, hoteles y ropa.

La Reserva Federal anunció su mayor aumento de las tasas de interés en 28 años el miércoles, en su intento de controlar la inflación. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, comentó que el banco central está decidido a bajar los precios, aunque advirtió que, dado el aumento de los precios del petróleo y la guerra en Ucrania, el logro de ese objetivo puede “depender de factores que no controlamos”.

  • Dominic Rushe en Nueva York.

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