Tengo cáncer terminal. Me asusta morir y dejar a mi hija con mi esposo
'¿Cómo puedo conseguir que mi esposo 'madure' para asegurar el futuro de nuestra hija? Pintura: Consolation de Auguste Toulmouche, 1867. Foto: Artefact/Alamy

Me diagnosticaron cáncer de pulmón terminal hace tres años, cuando mi única hija tenía ocho años. Descubrieron mi cáncer demasiado tarde como para curarlo, irónicamente porque estaba en muy buena forma, no fumaba y, por lo demás, gozaba de buena salud y hacía mucho ejercicio.

Probablemente moriré en los próximos años; al principio me daban menos de dos años de vida, pero por ahora he superado el pronóstico. Estoy siguiendo un tratamiento que tiene efectos secundarios muy fuertes, el principal de ellos es la fatiga extrema. No obstante, intento sacar lo mejor de mí y hago ejercicio casi todos los días para contrarrestar el dolor y la fatiga.

Mi problema es mi esposo. Bebe en exceso y nunca ha hecho ejercicio. Desde el diagnóstico, estos problemas han empeorado hasta el grado de dejar su trabajo y pasar la mayor parte del día en internet. Se niega a cuidarse mejor, aunque ha intentado dejar de beber varias veces sin éxito. Es malhumorado, está deprimido y es muy desagradable estar con él, por no mencionar que es un muy mal ejemplo para nuestra hija. Suele ser muy impaciente con ella y tiene muy mal genio. Temo por ella y cada vez que lo menciono, él se enoja. Económicamente estamos bien, ya que cuento con un buen plan de discapacidad y un buen seguro, pero me preocupa él y el futuro de mi hija con él.

Temo morir y dejarla con este hombre. ¿Qué puedo hacer? Si él actúa así ahora, ¿qué hará cuando mi enfermedad progrese hasta el punto de que no pueda funcionar a un nivel tan alto (actualmente hago la mayoría de las labores domésticas)? ¿Cómo puedo conseguir que “madure” y comience a cuidarse mejor para asegurar el futuro de nuestra hija?

Eleanor comenta: Siento mucho lo que tienes que soportar. Lamento tu dolor, tu pena por perderte lo que tanto esperabas, y sobre todo que tengas que soportar esto sin la suficiente ayuda de la persona que debería ser tu mejor aliado.

Para responder tu pregunta, quise hablar con algunos terapeutas de duelo para asegurarme de que contabas con su experiencia. Ellos dijeron que parece que tu esposo no está procesando muy bien su propio duelo, que el alcohol, los juegos o el hecho de abandonar las labores domésticas pueden ser su forma de retraerse de la realidad de tu diagnóstico. Muchos de nosotros evitamos pensar en la muerte durante toda nuestra vida porque si lo hacemos corremos el riesgo de la ruina total; nos alejamos de los amigos que están en duelo o enfermos porque necesitamos la ilusión de la inmortalidad para funcionar.

Es posible que la dejadez y la irritabilidad de tu esposo no sean fracasos de darse cuenta de lo que ahora recae sobre sus hombros, sino respuestas ante el hecho de que lo comprende muy bien. Puede que tema verse aplastado por su peso.

Tu pregunta se refería a cómo influir en él: “¿cómo hago que madure?”.

Si su comportamiento en este momento es una respuesta al dolor –depresión o evasión–, es posible que no puedas hacerlo madurar. No puedes persuadirlo para que adquiera la humildad y el compromiso que requiere un cambio real; o para que comprenda que, por muy doloroso que sea enfrentarse a la muerte, será menos doloroso que el daño que puede causar en caso contrario. Lo único que puedes hacer es decirle valerosamente y con franqueza lo que me dijiste a mí, y puede ocurrir que mientras no le digas esta verdad, él no cambiará. Pero esto no garantiza que él cambie una vez que tú se lo digas.
Así que, si me permites, creo que existe una pregunta igualmente apremiante además de cómo hacer que madure: “¿Qué hago si no lo hace?”.

En ocasiones pedimos consejo porque esperamos que otra persona sea capaz de ver algo en nuestra situación que nosotros no hemos visto; un rincón o pasillo oculto que nos ofrezca una salida sin un doloroso conflicto. Pero en esta situación extraordinariamente difícil, creo que no hay ningún rincón secreto. Las opciones son que él cambie o que no lo haga. Si no lo hace, dices que temes por tu hija. Ese es un sentimiento horrible. Dices que temes dejarla “con este hombre”.

Llegará un momento en el que tendrás que decidir si él se ha ganado tu confianza para ser el padre de tu única y querida hija. Si no lo ha hecho, la solución será de tipo legal, con custodia, y se encontrará con la ayuda de tu hija y tu familia. Tal vez debas considerar seriamente la posibilidad de formalizar el papel de los padrinos, hermanos, abuelos u otros adultos de confianza en la vida de tu hija, o dejarle a ella instrucciones claras y por escrito sobre lo que no debe tolerar.

Intenta no posponer esas posibilidades solo porque estás ocupada con la esperanza de poder cambiar a tu esposo. Ya te has enfrentado a algunas realidades muy difíciles, desde la necesidad de tratamientos punitivos hasta la cruda brutalidad de los seguros. Si tu esposo no es capaz de ser el padre que necesitas que sea, tu valentía para afrontar esa realidad podría ser un brillante regalo para tu hija.

Como todo aquel que ha perdido a un padre amoroso sabe, la muerte no tiene por qué separarnos del amor de un padre. El mundo que le dejes puede envolverla en tu amor, incluso cuando tú no puedas.
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¿Tienes un conflicto, una encrucijada o un dilema con el que necesitas ayuda? Eleanor Gordon–Smith te ayudará a reflexionar sobre las preguntas y los enigmas de la vida, grandes y pequeños. Las preguntas pueden ser anónimas.

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