Éxitos de los 80 y secretos nucleares: las preocupaciones del complejo Mar-a-Lago
Donald Trump puso a Elton John y la canción YMCA de los Village People para los clientes de Mar-a-Lago. Foto: Lynne Sladky/AP

En un momento determinado de una típica velada en Mar-a-Lago, la iluminación se vuelve más tenue y el volumen sube, ya que el propietario y expresidente de los Estados Unidos se convierte en DJ para la noche.

Un miembro del club privado Mar-a-Lago comentó que, tras un periodo de retraimiento después de su derrota electoral, Donald Trump ha asumido en los últimos meses el papel de maestro de ceremonias sociales, decidiendo darle un aire de discoteca al complejo ubicado en Palm Beach al caer la noche.

“A eso de las 21:30 pm de cada noche, se sienta en su mesa, ya sea en el patio o en el interior, y le llevan una laptop y comienza a escoger canciones, y empieza a ser un DJ para la noche, pero es un tanto gracioso porque elige como las mismas 10 canciones cada noche”, explicó el miembro del club.

La lista de canciones de Trump corresponde a una determinada época, cuando él era un cliente habitual de las discos en Nueva York. La canción estrella es “YMCA”, de los Village People, junto con “The Greatest Love of All”, de Whitney Houston, y algunos temas de Elton John.

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Un área de bar y una sala dentro de la finca Mar-a-Lago. Foto: Zuma Press Inc/Alamy


“A veces baila al ritmo de la música”, comentó el miembro del club. “Estará en su mesa y bailará mientras está sentado”.

Casi al final de la noche, Trump tocará un himno, “How Great Thou Art”, que encabezó las listas de éxitos cuando lo interpretó Elvis Presley. Era una de las favoritas del padre de Trump, Fred, una forma sentimental de finalizar una velada en Mar-a-Lago.

Lo que de otro modo no habría parecido más que un cambio característicamente extraño en una carrera postpresidencial, resulta más significativo ahora que se sabe que mientras la iluminación era baja, la música sonaba, los invitados estaban borrachos y el anfitrión se encontraba ocupado, había miles de documentos del gobierno, muchos de ellos altamente sensibles, y al menos uno de ellos contenía secretos nucleares, guardados de forma ilícita en habitaciones y armarios cercanos. Y todo esto ocurría en un lugar descrito por exfuncionarios de inteligencia como un objetivo prioritario de los espías extranjeros.

“Sin lugar a dudas, el expresidente y las personas que forman parte de su círculo serán objetivos muy importantes para cualquier servicio de inteligencia extranjero. Estarán buscando: ¿cómo podemos entrar en ese círculo?”, comentó Douglas London, veterano de 34 años en el servicio clandestino de la CIA, y autor de The Recruiter: Spying and the Lost Art of American Intelligence.

London añadió: “Ha traído a personas realmente cuestionables que tienen varios esqueletos en sus armarios, financieros o personales o políticos, que tienen vulnerabilidades que un servicio de inteligencia extranjero podría explotar”.

Se trata de una situación que, en otras circunstancias, podría dar lugar a una divertidísima serie de comedia, en la que aparecen espías de todo el mundo tropezando unos con otros en la oscuridad mientras compiten por apoderarse de la mina de secretos de Estado, mientras “YMCA” resuena en los oscuros pasillos.

El escenario es adecuadamente ostentoso. Cuando se construyó en la década de 1920 para una heredera del sector de los cereales, Marjorie Merriweather Post, el estilo del palacio compuesto por 58 habitaciones fue descrito como español-morisco-portugués-veneciano. Hay gárgolas que parece que fueron tomadas prestadas de la Gran Bretaña medieval. La decoración original la eligió un diseñador teatral de Viena.

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El Gran Salón de Mar-a-Lago. Foto: Zuma Press, Inc./Alamy

Cuando Trump la compró por 10 millones de dólares en 1985, tenía 58 habitaciones, un campo de golf adyacente y tres refugios antiaéreos. En aquel entonces, comentó que consideró la compra como una “declaración” más que como un lugar en el que podría imaginarse viviendo, sin embargo, el estilo de vida de lujo de la Florida le gustó y el lugar se convirtió en su hogar favorito.

En la década de 1990, después de una serie de quiebras, intentó sacar el dinero en efectivo que necesitaba desesperadamente de la propiedad intentando dividirla en lotes, conservar la casa principal y vender el resto, no obstante, la junta de planeación local se lo impidió.

La junta también intentó vetar su plan B, que consistía en convertir la finca en un club privado, pero él pudo superar a sus oponentes en el panel cultivando diligentemente a los miembros individuales y señalando de forma pública y vergonzosa que casi todos los demás clubes de Palm Beach no admitían judíos ni afroamericanos.

En la zona había pocos afroamericanos, si es que había alguno, que pudieran pagar la cuota de iniciación de 100 mil dólares, cifra que se duplicó en 2017, pero sí había muchos judíos adinerados, que habían hecho su fortuna en el sector inmobiliario y de la ropa. Se convirtieron en la mayoría de los miembros, la mayor parte de ellos demócratas.

Cuando Trump relevó a Obama como presidente, y Mar-a-Lago se convirtió en la “Casa Blanca de invierno”, el ambiente comenzó a cambiar. Trump no tenía tiempo para el retiro presidencial oficial en Camp David, que consideraba demasiado rústico. Además, la Organización Trump no ganaba dinero con su estancia en ese lugar. Mar-a-Lago era otra cuestión.

El presidente no veía distinción alguna entre su vida personal, sus negocios y el cargo público, y la presidencia de Trump se convirtió en uno de los principales atractivos del club. Se trataba de otro sello bajo la marca Trump. Los invitados que pagaban podían presenciar escenas de la vida real, como la reunión de Trump con el entonces primer ministro japonés, Shinzo Abe, y sus asistentes para concretar una respuesta conjunta a una prueba de misiles de Corea del Norte.

En abril de 2017, Trump le comentó al presidente chino, Xi Jinping, sobre los ataques con misiles que había autorizado en Siria mientras los líderes estaban sentados en el comedor de Mar-a-Lago comiendo lo que el expresidente describió como “el pedazo de pastel de chocolate más hermoso que jamás hayas visto”.

Después de que Trump fuera derrotado en 2020, salió corriendo hacia su refugio en Florida, llevándose consigo cajas llenas de documentos secretos y una nueva clientela. La multitud que frecuentaba el hotel Trump International en Washington lo siguió hasta Mar-a-Lago.

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El estilo de la propiedad ha sido descrito como español-morisco-portugués-veneciano. Foto: ZUMA Press, Inc./Alamy

“El club solía ser un lugar de mucho dinero, de grandes jugadores en el mundo de los negocios. A lo largo de los años, algunos de los más importantes han sido socios”, reflexionó con cierto arrepentimiento un exsocio.

“Los nuevos miembros del club son un poco MAGA”, dijo el miembro veterano. “Es muy ecléctico, muchos extranjeros, gente que ha ganado dinero en criptomonedas, Oklahoma, dinero de la fracturación hidráulica. Se parece más a la colección de animales del Hotel Trump en Washington”.

Cuando se le preguntó específicamente acerca de los extranjeros, este miembro respondió: “Un montón de personas diferentes ahí que en realidad no tenían antes. Habrá chinos. Tendrán tal vez algunas personas árabes adicionales”.

Incluso durante la presidencia de Trump, existieron importantes lagunas en la seguridad de Mar-a-Lago. Durante las vacaciones de Acción de Gracias de 2018, un adolescente, Mark Lindblom, se coló entre los guardias y entró al club a través de un túnel desde la playa.

Dos mujeres chinas fueron sorprendidas allanando el lugar. Una de ellas, Yujing Zhang, tenía nada menos que cuatro celulares, un disco duro externo, así como cinco tarjetas sim y un dispositivo “detector de señales” para localizar micrófonos o cámaras ocultas. Fue deportada sin que se aclarara qué es lo que hacía ahí y por qué poseía tal cantidad de aparatos electrónicos.

En la etapa posterior a la presidencia, hay una cantidad mucho menor de controles.

“Normalmente, una vez que un presidente se convierte en expresidente, se produce una reducción de los recursos del Servicio Secreto, pero eso es algo que en realidad no es aplicable al entorno de Mar-a-Lago debido a las evidentes amenazas que existen ahí”, señaló Frank Figliuzzi, exsubdirector de contrainteligencia del FBI.

Cada año, el club contrata entre 80 y 90 trabajadores extranjeros. Estos trabajadores son al menos investigados, no obstante, esto no constituye una garantía contra las amenazas internas, explicó Figliuzzi.

“El hecho de que hace cuatro años el Servicio Secreto investigó al tipo que le sirve a Trump Coca-Cola Light 12 veces al día, no significa que ese tipo no es vulnerable a un pago de 200 mil dólares de parte de una agencia de inteligencia extranjera”, señaló.

El problema de los miembros del club y sus invitados es mucho más grande.

“¿Quiénes son estos miembros? ¿Quién los investiga?” preguntó Figliuzzi. “Si tienes el dinero necesario y lo depositas, parece que ya eres un miembro. Y ahora vienen tus familiares e invitados y sus primos y sus parientes políticos. ¿Y realmente es posible que el Servicio Secreto comience a pensar que puede investigar la parte de los invitados que hay en la casa?”

Todo esto ayuda a explicar la razón por la que una mujer ucraniana de habla rusa llamada Inna Yashchyshyn fue capaz de relacionarse con los miembros del club y con el propio Trump en la primavera y el verano de 2021, haciéndose pasar por Anna de Rothschild, un vástago de la familia bancaria criada en Mónaco.

Se desconoce si Yashchyshyn, y las dos intrusas chinas, eran simples oportunistas o estaban relacionadas con algo más siniestro. Sin embargo, lo mismo se podría decir de gran parte de los miembros de Mar-a-Lago, especialmente de los recién llegados. No obstante, quizás el mayor signo de interrogación se cierne sobre el herido y vengativo propietario del complejo turístico y DJ. Nadie sabe qué planes tenía para su tesoro robado de secretos de Estado.

“Todo lo que seleccionó lo hizo porque tenía alguna intención de hacer algo con él”, señaló London. “La pregunta es: ¿cuáles eran sus intenciones? Pero nada de esto será una historia feliz. Nada de esto va a terminar bien, en términos de impacto en la seguridad nacional”.

Este artículo fue modificado el 20 de septiembre de 2022. El adolescente que entró a Mar-a-Lago por un túnel era Mark Lindblom, no “Mike Lindbloom”.

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