La próxima pandemia podría provenir del deshielo de los glaciares, muestran nuevos datos
Un glaciar en proceso de deshielo submarino en el suroeste de Groenlandia. Foto: Donald Slater/Universidad de Edimburgo/PA

La próxima pandemia podría no provenir de los murciélagos ni de las aves, sino de la materia del hielo que se derrite, según muestran nuevos datos.

El análisis genético del suelo y los sedimentos del lago Hazen, el lago de agua dulce más grande del mundo en el Ártico, sugiere que el riesgo de propagación viral –cuando un virus infecta a un nuevo huésped por primera vez– puede ser mayor cerca de los glaciares que se están derritiendo.

Los hallazgos implican que, a medida que las temperaturas globales aumentan debido al cambio climático, es más probable que los virus y las bacterias encerrados en los glaciares y el permafrost puedan volver a despertar e infectar a la fauna local, sobre todo a medida que su área de dispersión también se desplaza hacia los polos.

Por ejemplo, en 2016 un brote de ántrax en el norte de Siberia que causó la muerte de un niño e infectó al menos a otras siete personas fue atribuido a una ola de calor que derritió el permafrost y dejó al descubierto el cadáver de un reno infectado. Antes de esto, el último brote en la región ocurrió en 1941.

Para entender mejor el riesgo que suponen los virus congelados, el Dr. Stéphane Aris-Brosou y sus colegas de la Universidad de Ottawa en Canadá tomaron muestras de suelo y sedimentos del lago Hazen, cerca de donde fluían pequeñas, medianas y grandes cantidades de agua procedente del deshielo de los glaciares locales.

Después, secuenciaron el ARN y el ADN presentes en estas muestras para identificar características que coincidieran estrechamente con las de los virus conocidos, así como posibles huéspedes animales, vegetales u hongos, y ejecutaron un algoritmo que evaluaba la posibilidad de que estos virus infectaran a grupos de organismos no relacionados.

La investigación, publicada en la revista Proceedings of the Royal Society B, sugirió que el riesgo de que los virus se propaguen a nuevos huéspedes era mayor en las zonas cercanas a los lugares donde fluyen grandes cantidades de agua de deshielo de glaciares, una situación que se vuelve más probable a medida que el clima se calienta.

El equipo no cuantificó cuántos de los virus identificados eran desconocidos hasta entonces –algo que tienen previsto hacer en los próximos meses– ni evaluó si estos virus eran capaces de provocar una infección.

No obstante, otras investigaciones recientes han sugerido que los virus desconocidos pueden merodear, y de hecho lo hacen, en el hielo de los glaciares. Por ejemplo, el año pasado, investigadores de la Universidad Estatal de Ohio en Estados Unidos anunciaron que habían encontrado material genético de 33 virus –28 de ellos nuevos– en muestras de hielo tomadas en la meseta tibetana en China. Basándose en su ubicación, se calculó que los virus tenían aproximadamente 15 mil años de antigüedad.

En 2014, científicos del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia en Aix-Marsella lograron revivir un virus gigante que aislaron del permafrost siberiano, convirtiéndolo en un virus infeccioso de nuevo por primera vez en 30 mil años. El autor del estudio, Jean-Michel Claverie, comentó en su momento a la cadena BBC que exponer esas capas de hielo podría ser “una receta para el desastre“.

No obstante, el equipo de Aris-Brosou advirtió que predecir un alto riesgo de contagio no era lo mismo que predecir contagios reales o pandemias. “Siempre y cuando los virus y sus ‘vectores puente’ no estén presentes de forma simultánea en el entorno, la probabilidad de que se produzcan acontecimientos dramáticos probablemente seguirá siendo baja”, escribieron.

Por otra parte, se prevé que el cambio climático altere el área de distribución de las especies existentes, lo que podría provocar que nuevos huéspedes entren en contacto con antiguos virus o bacterias.

“La única conclusión que podemos sacar con seguridad es que, a medida que aumentan las temperaturas, aumenta el riesgo de contagio en este entorno en concreto“, comentó Aris-Brosou. “¿Conducirá esta situación a pandemias? No lo sabemos de ninguna manera”.

También se desconoce si el potencial de cambio de huésped identificado en el lago Hazen es único dentro de los sedimentos del lago. “Hasta donde sabemos, podría ser igual que la probabilidad de cambio de huésped que plantean los virus procedentes del lodo de tu estanque local”, señaló Arwyn Edwards, director del Centro Interdisciplinario de Microbiología Ambiental de la Universidad de Aberystwyth.

Sin embargo, “tenemos que explorar urgentemente los mundos microbianos de todo nuestro planeta para comprender estos riesgos en su contexto”, señaló. “Hay dos cosas que son muy claras ahora. En primer lugar, que el Ártico se está calentando rápidamente y que los principales riesgos para la humanidad proceden de su influencia en nuestro clima. En segundo lugar, que las enfermedades procedentes de otros lugares están introduciéndose en las comunidades y ecosistemas vulnerables del Ártico”.

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